Los Guardianes de los Elementos: El Guardián del Rayo

La Profunda Oscuridad

El interior de la guarida se sentía más frío de lo que recordaba, pero Eren hizo caso omiso a esto, se dirigió directo a la mesa del centro y apoyó sus manos.

- ¿Así que esta es su guarida? - comentó Aiden antes de largar un estornudo, el cual atrajo la atención de la mayoría de los presentes - Lo siento, el clima al que estoy acostumbrado es muy diferente. Más caliente - se cerró la capa para abrigarse.

- ¿Y él que está haciendo? - preguntó Breeze al ver que Eren no quitaba la vista del mapa.

- Este mapa monitorea la actividad de las Sombras y nos avisa de posibles ataques. Así fue como supimos donde los iban a atacar - largó un suspiro de alivio - Está limpio.

- ¿Y ese gigantesco punto negro encima de nuestra ubicación? - observó Aileen, quien prácticamente se había tirado sobre la mesa.

- Lo siento. Soy yo - dijo Frank con algo de gracia reflejada en su cara.

- ¿Y qué son estas luces en la pared? - preguntó Narel acercándose al agujero iluminado en azul.

- Creemos que son algún tipo de pedestal para las espadas - le respondió Raymond -, pero la verdad es que no sabemos mucho más que ustedes.

La Guardiana del Agua desenfundó su gladio, el cual se iluminó con un brillo azul, y lo colocó en el espacio que dejaban las raíces del sauce en aquel agujero. Un rastro de luz azulada recorrió el piso hasta llegar a la mesa, en el centro de la habitación. Todos dieron un paso atrás, ninguno se esperó que pasara algo parecido.

- ¿Qué acaba de pasar? - preguntó Aiden, quien de la sorpresa dejó caer su capa.

- No lo sé - respondió la peliazul con una mirada desconcertada.

- Yo puedo explicarles - comentó la voz de la espada de Narel. Todos se voltearon hacia el arma en el pedestal - Este fue el lugar donde los remanentes de Luz encerraron a Oscuridad tiempo atrás. Cada uno de los árboles en la superficie representa uno de los seis sellos creados para mantener cerrado el puente entre esta dimensión y la dimensión oscura, y así evitar el regreso de Oscuridad a este plano.

- Pero mientras existan estos sellos estaremos bien, ¿no? - dijo Eren.

- No es tan sencillo - contestó Bruce - Los sellos se encuentran inactivos, por lo cual el encierro de Oscuridad se volvió inestable; lo que explicaría como su espada pudo cruzar.

- Entonces, Oscuridad podría estar planeando cruzar - observó Raymond - ¿Qué necesitaría para lograrlo?

- Con los sellos en estas condiciones, solo necesitaría una gran cantidad de energía elemental.

- Es por eso que envió a sus tropas a eliminarnos - comentó Breeze - Debe estar buscando la energía necesaria para liberarse.

 - Si eso es cierto, debe haber alguna forma de detenerlo antes de que lo consiga - argumentó Aileen - Tal vez si volvemos a activar los sellos...

- Esa sería una solución factible - observó Bruce - Para ello se debería volver a colocar las seis espadas en sus respectivos pedestales; la energía liberada por esta acción restauraría la integridad de los sellos.

- Aunque no es posible - replicó Tami, la voz de la espada de Eren, apareciendo en la mano de su guardián -, ya que se desconoce el paradero de la espada de la Muerte.

- Espera, ¿la Muerte también es un elemento? - preguntó Eren extrañado.

- Así es guardián, como contraposición de la Vida, la Muerte es también un aspecto fundamental de la naturaleza - respondió la voz de la espada de Vida -, por lo cual, sin ella, el círculo se encuentra incompleto.

- Tal vez nosotros podamos ayudar con eso - la voz de Finity resonó en el lugar, para luego dar paso a su aparición en la espalda de Raymond - A diferencia de las demás espadas, yo no fui creada por los remanentes de Luz durante aquella batalla, hace tanto tiempo, sino que nací de la Chispa que las unía. Esa Chispa fue quien me encomendó la misión de buscar a mi guardián; y dijo que justos llenaríamos el vacío que la Muerte había dejado.

Ray tomó a Finity por el mango y la trajo delante suyo para poder mirarla.

- Entonces ¿nosotros tendremos que ocupar el lugar vacío? - esa pregunta no necesitaba respuesta, pero Raymond sentía que debía terminar de unir los puntos - En ese caso, tenemos un plan. Reactivar los sellos antes de que Oscuridad reúna la suficiente energía elemental para cruzar.

Todos asintieron en gesto de aprobación. La mayoría se habían conocido hacía media hora, pero ese grupo ya se sentía como un equipo.

***

- Mi señor - Everrest se detuvo para hacer una reverencia. La repentina entrada de su subordinado atrajo la atención de Oscuridad - Ya están listos los preparativos para su incursión al Lightverse - tras decir esto, un grupo de Sombras entró en la sala de trono y comenzó a ubicar una serie de seis pilares, en formación hexagonal, alrededor de un pedestal, sobre el cual se encontraban flotando las Dagas Consumidas, los restos de la espada de la Muerte.

- Me alegro de oír eso - Oscuridad se levantó de su trono, y caminó hasta Everrest - Has echo bien, alie - le dijo posando su mano sobre su hombro - Puedes retirarte en paz.

- Señor si me lo permite, quisiera quedarme a ver tan glorioso momento - le respondió su mano derecha sin levantarse de su reverencia.

- Está bien - aceptó el soberano del Darkverse -, apruebo tu solicitud de quedarte a observar.

- Mucha gracias, mi señor.

Oscuridad entró en el hexágono formado por los pilares, se colocó frente al pedestal y rodeó con sus manos las Dagas de la Muerte. Estas empezaron a girar, liberando la energía almacenada en ellas. Decenas de generaciones de guardianes, millares de soldados Sombra, cientos de vidas inocentes. Todas las vidas cobradas por esa hoja, todas las almas reclamadas por sus portadores, toda la energía elemental liberada en presencia de esa espada. Oscuridad podía sentir todo eso fluyendo dentro de sí. Con esta sensación presente, extendió su diestra hacia el primero de los pilares, que se encendió con un aura morada. Prosiguió con el segundo. El tercero. Y así hasta que los seis estuvieron prendidos. Entonces, unas cadenas eléctricas se tendieron entre los pilares y el centro. En ese momento, Oscuridad cerró sus manos sobre los remanentes de la espada de la Muerte. Una onda expansiva de energía elemental inundó la habitación, y al disiparse, solo restaban las Dagas y una nube de humo negro que se filtraba por ellas.




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