Aiden se abalanzó en dirección a Oscuridad, quien ya se encontraba preparado para contrarrestar el ataque. Este probó una finta, pero sus pies no se movieron. Dirigió su atención atrás del Guardián del Fuego; Aileen se encontraba rodilla al suelo, con su espada clavada. Había atrapado sus pies con la misma trampa de tierra que usó en su primer encuentro con Frank, aunque se notaba que estaba empleando mucha más energía que aquella vez. Oscuridad, al notar lo cerca que se encontraba Aiden, se desvaneció dentro de la sombra que recortaba con la luz que emanaba el fuego de la espada del guardián. Volvió a aparecer tras la Guardiana de la Tierra, quien apenas pudo girar para bloquear con su espadón el ataque de la Espada del Apocalipsis; la fuerza del impacto hundió la tierra bajo sus pies. El ser oscuro en el cuerpo de Frank volvió a desaparecer, reapareciendo tras Aiden, quien instantáneamente retrocedió junto a su compañera.
- No podremos hacerle daño si ni siquiera podemos tocarlo - observó Aileen - Tenemos que restringir su Shadow Travel.
- Ahora vuelvo. Tu turno - dijo Aiden antes de salir corriendo hacia un costado.
Aileen lo miró confundida, pero volteó justo a tiempo para advertir el ataque de Oscuridad. Lo esquivó con la gracia de una papa y quedó tirada de espaldas al suelo. Él otro arremetió contra ella, cayéndole encima. La chica lo bloqueó con su espadón; el ancho de su mandoble le proporcionaba un excelente escudo. Oscuridad se recargó sobre su espada hasta que quedaron cara a cara. Aun desde esa distancia, la joven británica tenía dificultades para reconocer el rostro de aquel agradable chico a quien, en tan poco tiempo, había llegado a llamar amigo. En su lugar solo podía ver un ser malvado, que lo único que quería era traer destrucción a ese mundo, esa dimensión. Le escupió en la cara las hojas de pasto que se le habían metido en su boca cuando se tiró al suelo; esto distrajo a Oscuridad el tiempo suficiente para que ella le encajara una doble patada en el pecho, lo que lo lanzó un par de metros en el aire. Al caer, la Guardiana de la Tierra lo atrapó hasta la cintura en el suelo, pero este rompió sus ataduras con una explosión de energía oscura, que provocó que Aileen tuviera que retroceder. En eso esta alcanzó a ver un tenue brillo por el rabillo del ojo. Volteó hacia aquella fuente de luz; Aiden se encontraba parado a unos metros, con su espada encendida en llamas. Él le guiño un ojo antes de empezar a correr encendiendo un gran circulo de fuego que los rodeaban a ella y Oscuridad.
- ¿Qué fue todo eso? - le preguntó la chica al Guardián del Fuego cuando este se detuvo junto a ella.
- Luz - respondió el otro - De esta manera no podrá teletransportarse. Como dijo Raymond, si no hay sombras...
- ... no hay Shadow Travel.
Ambos intercambiaron miradas y asintieron al mismo tiempo, antes de lanzarse a enfrentar a Oscuridad, quien ya no contaba con su carta fuerte.
***
- ¿Están listas? - preguntó Raymond a las dos chicas que se habían quedado con él. Estas respondieron con un asentimiento - Bien, vamos.
Los tres se levantaron a la señal del Guardián del Rayo y se escabulleron hacia el interior del bosque, aprovechando la distracción creada por Eren y su ejército animal. Un par de Sombras los siguieron, pero no representaban una gran amenaza. Con un solo swing de su florete, Brisa las lanzó por los aires, estampándolas contra las ramas de los árboles. Quedó solo una, la cual sucumbió ante el frio diente de acero de Narel. Esta miró atrás por un segundo, al caos que había tomado lugar en el claro, y volvió a la carrera para alcanzar a sus compañeros guardianes.
- Ya estamos cerca - dijo Raymond al notar como el terreno se volvía cada vez más empinado.
Al emerger de entre los árboles, los tres guardianes se vieron en una colina que sobrepasaba la altura del resto del bosque. El Guardián del Rayo volteó hacia lo que se había convertido en un campo de batalla, volteó al cielo, y finalmente, hacia sus compañeras.
- ¿Ahora qué? - preguntó Brisa esperando que Ray explicara más de su plan. Narel la secundó con una mirada expectante.
- Dinamarca 2.0 - la respuesta de Raymond no hizo más que confundir a las otras dos - Necesito que combinen su poderes para crear una nube de tormenta. Lo más grande y poderosa posible.
- ¿Estás seguro que siquiera es posible? - lo cuestionó la Guardiana del Aire.
- Si. Es igual que en nuestra pelea a las afueras de Aarhus - respondió Raymond.
- Lo único que recuerdo es haberme desmayado por usar demasiada energía - se podía percibir algo de molestia en la voz de Brisa.
- Solo concéntrense en crear la nube, yo me encargaré del resto.
Brisa volteó bruscamente tomando del brazo a Narel, quien solamente se había quedado parada viendo aquella discusión. La arrastró un par de metros y se detuvo. Quedó mirando al cielo despejado pensando en una idea de como crear una nube tormenta. Narel se le acercó.
- Creo que se como podemos hacerlo - dijo la peliazul, lo que llamó la atención de la Guardiana del Aire.
- ¿Cómo? - preguntó esta última volteando hacia su compañera.
- Si tu eres capaz de arremolinar el aire a una buena altura, creo poder conducir la humedad del ambiente hasta allí - explicó la española - Solo necesito que me lleves allí arriba.
- Supongo que eso puede funcionar - Brisa lo pensó por un momento - Está bien.
Narel se subió a la espalda de la Guardiana del Aire, quien las impulsó hacia el cielo. Ascendieron hasta que casi perdieron de vista al Guardián del Rayo. Desde esa altura, el campo de batalla se veía aun más caótico que antes. Los animales del bosque chocaban contra las Sombras sobre los cadáveres de sus semejantes, separados por un gran circulo de fuego de Aiden y Aileen, quienes trataban de hacerle frente a Oscuridad.
Una vez en posición, la Guardiana del Agua comenzó a atraer el vapor de agua de la atmósfera, al tiempo que Brisa arremolinaba el aire a su alrededor. En poco tiempo, una nube negra tomó forma, y continuó creciendo alimentada por la energía elemental de las dos guardianas. La fricción entre las partículas generó un relámpago que casi golpeó a las chicas, por lo que estas decidieron volver a tierra. La nube, que ya podía mantenerse por si misma, oscureció el cielo, tapando la luz de las primeras estrellas que asomaban en la tenue luz del ocaso.