Se cambió la piyama que tenía colocada y se puso una ropa presentable, salió caminando, dirigiéndose hacia aquel viejo bar. El camino se le hacía súper agobiante, en el mismo, habían muchas piedras, el polvo volaba con el denso viento que creaban los matorrales y todo era muy solitario y tétrico…
Al salir del matorral, un letrero la llenó de pavor al leer la advertencia que contenía:
¡El peligro asecha, los espíritus, el diablo y los hermanos también!
Por favor, caminar con compañía en las madrugadas.