Jacob llegó a la habitación de expedientes y puso la caja que tenía en las manos en el suelo, tenía que quitar las que estaban ya sobre el escritorio para hacer espacio. Miró las etiquetas de cada caja y, como la persona ordenada que era, comenzó a buscar en que letra del abecedario pertenecían cada una para ordenarlas como correspondían. Buscaba cuidadosamente entre cada una de las estanterías la letra correspondiente y ponía en su lugar la caja. Cuando terminó de colocarlas, miró que en la letra “L”, donde colocó la caja de la organización “Los Omega” había un expediente que empezaba con la letra “F”, así que la tomó y fue a buscar su lugar perteneciente.
«Si vamos a hacerlas las cosas, hagámoslas bien», se dijo.
Una vez todo estuvo en orden, tomó la caja de la mafia rusa y la colocó en el escritorio para después sentarse frente a ella. Quitó la tapa y estaba por sacar el primer papel.
—¡Agente Smith! —Llegaron gritando por la puerta.
—¿Sí? —preguntó sobresaltado.
—El oficial Caro quiere hablar con usted, un atraco, nueva información sobre la mafia china.
—¡Estupendo! —dijo mientras se levantaba y corría hacia la puerta.
—¡Está en la radio! —Señaló el aparato.
—¿Oficial Caro? —preguntó al tomar el micrófono.
—¡Tenemos lo que querías! Unos chinos están atacando una tienda de pólvora en Harlem, rápido, te estoy esperando en la entrada con el auto encendido.
—¡Voy corriendo! —Se notaba la emoción en su voz.
«Tengo un lapso de treinta segundos para hacer esto», pensó Caro.
Cambió de canal en la radio para tener línea directa con su recluta más leal, Jefferson.
—Escúchame, Jefferson, irás con Wong a recoger un expediente policial que tendrás que reemplazar con uno que está en la sala de expedientes, el de la mafia rusa, lo más probable es que esté en el escritorio ¡Deberás intercambiarlos y guardarte el que está en la caja! ¡Ve rápido antes de que vuelva a la comisaría! ¡Cambio y fuera! —Ordenó. Ya se veía a Jacob salir por la puerta.
—¿Qué es lo que tiene, oficial? —preguntó en cuanto se subió a la parte del copiloto.
—Unos chinos atacando una tienda de pólvora, no suele ser común que sucedan ese tipo de altercados, intuyo que se trata de la mafia china. —Apretaba el volante para no temblar.
—Esperemos que así sea, adelante.
—¿Qué tal el informe de la mafia rusa? —interrogó con muy poca disimulación.
—No alcancé a leerlo, ordené un poco los demás expedientes antes de centrarme en él.
«Tremendo idiota», se dijo Caro.
Aceleró dirigiéndose al lugar del incidente causado por él mismo.