Los Hermanos Mory

Prólogo

<<Con un beso te puedo condenar>>

<<Pero con mi cariño te puedo sanar>>

<<Aléjate o seré tu perdición>>

<<Ven que seré tu salvación>>

<<Te odiare hasta el fin de mis días>>

<<Te querré hasta que pases conmigo el resto de tu vida>>

 

 

Mis ojos se abrieron desesperadamente. Al sentir el ruido de un tren avanzando a gran velocidad.
Estaba casi a oscuras si no fuera por una diminuta luz que provenía desde algún punto, apenas iluminaba el lugar.

Podía oír el palpitar de mi corazón tratando de salirse de mi pecho. Respirando con dificultad, intenté ponerme de pie, pero mis piernas estaban débiles y sentí como se tensaban ante el esfuerzo de querer estar sobre ellas. Aún temblando, no resistieron el peso del resto de mi cuerpo y me obligaron a caer sobre mis rodillas. Al hacerlo sentía que mi alrededor estaba cubierto de paja así que con lentitud puse las palmas de mis manos en una especie de pared de madera.


Una prisión que ascendía a una velocidad desenfrenada, sacudiéndose cada tanto de forma brusca y el sonido de las vías que hacían fricción con el tren hacían que mi pecho acumulaba más terror a medida que el tiempo corría.

Cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad, pude ver que habían unos barriles, sogas y una mochila.

Mis ojos reflejaban el miedo que sentía en aquel instante.

<<¿Dónde estoy?>>

<<¿Quién soy?>>

<<¿Qué está pasando?>>

Buscaba algún recuerdo que me explicara cómo había llegado hasta allí, pero aunque me esforzara, mi memoria parecía estar en blanco.
Estaba tan vacía que ni siquiera podía recordar algo tan simple como mi nombre, mi familia, un lugar en especial, un amigo... nada.

No me había dado cuenta que llevaba acumulada demasiada presión dentro de mí y no se me ocurrió otra forma de sacarlo involuntariamente que con un grito. Intente soltarlo pero rápidamente pude sentir como mi garganta se desgarrada ante el esfuerzo.

—¿Hay alguien hay?

Pero nadie respondió. Era solo yo y la soledad de aquel momento.

Terminé por rendirme, arrastrando mi cuerpo hacia abajo por una de las paredes.
Volví a buscar alguna memoria o algo. Pero como ya había ocurrido, no podía recordar nada.1

<<¿Por qué no podía recordar nada?>>

Calcular el tiempo que llevaba ahí desde que desperté no era muy difícil. Sabía que había estado moviéndome como por una hora. Lo sabía por instinto.

Mi desesperación fue tan grande que no pude evitar soltar algunas lágrimas acompañadas de un dolor de cabeza, gracias a la confusión, y náuseas. Temía que aquel tren nunca se detuviera o cuando se detenga vendrían más problemas.


Pasaron algunos minutos desde aquel último pensamiento y el vehículo empezó a subir su velocidad. Me asustó imaginar que me estrellaría.

Frenó en un golpe tan seco en el momento menos esperado. Mi cuerpo, incluida mi cara, se estampó en el piso.
Sin darme lugar a maldecir por el dolor que se extendió por todo el lado izquierdo de mis facciones.

Sentía como mis parpados se iban cerrando y un par de pasos acercando.

—Ayúdeme...

Esas fueron mis últimas palabras antes de caer en un profundo sueño.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.