Los párpados de Bethany se levantaron abruptamente. Los malos sueños continuaban perturbando su descanso. Una persecución y disparos, ella corriendo, escapando de la muerte. Visiones que disparaba su ritmo cardíaco. Era tortuoso.
Se giró sobre la cama notándose sola, Ciro no estaba. Dejó el lecho vistiendo una bata de seda azul a rayas blancas. Salió del dormitorio sin hacer ruido, su falta de calzado la hacía sigilosa. No tuvo que andar demasiado para encontrar a su prometido quien estaba en la sala de estar, sentado frente a una laptop que ni siquiera sabía cómo obtuvo. Reteniendo un aparato celular en su oído, que suponía no era el suyo, puesto que ése había volado en cientos de pedazos contra las piedras.
-Deten la producción. En este momento la policía rusa ha de estar investigando su procedencia. Debemos mantener un perfil bajo. Cancela números telefónicos comerciales, correos o cualquier otro medio de contacto. -Escuchó Bethany a pesar del cuidadoso tono con el que hablaba.
-...
-Olvídalos. Conocían los riesgos del trabajo.
-...
-Es lo que papá habría hecho y es lo que me enseñó. Ahora, déjate de testarudez y obedeceme. -Bethany no se equivocó deduciendo que la persona del otro lado de la línea era Brahim.
Finalizó la llamada y dejó el celular a un lado del ordenador portátil. Luego se dispuso a teclear cualquier cosa. Bethany renunció a su clandestinidad y avanzó más a la salita. Lo asombró cuando se acomodó a su lado en el sofá.
-¿No puedes dormir? -Le preguntó interesado.
-Me preocupé cuando no te ví en la cama. ¿Qué estás haciendo? -Dijo echando un vistazo al ordenador portátil, a lo que Ciro se apresuró y con un botón cerró las páginas y archivos abiertos.
-Em... Nada, es solo pequeñas nimiedades. -Evadió el italiano.
-Es tu trabajo ¿cierto? -El silencio otorgó. -No tenemos que seguir en esto. Si quieres podríamos regresar a primeras horas del día.
-No. -Dijo Ciro usando un tono autoritario que Bethany desconocía por completo. El italiano se disculpó en seguida. -Ya hemos pasado por esto. Permito que la empresa consuma todo mi tiempo y a ti te dejo migajas.
-¿Empresa? -Preguntó confundida, haciendo que Ciro se fijara en su error. -¿Eres un empresario?
-En realidad no. La empresa es de Brahim, fue la parte de la herencia que a él le correspondió, así como a mí me dejó la casa. Pero mi hermano es un desastre. Nunca se ha interesado por el negocio de la familia, y lo ayudo. -Consiguió eludirla. La su suerte jugaba a su favor, y sucede que Bethany no veía razones por las que él tuviera que mentir.
-Mayor motivo entonces para volver. Yo también quiero regresar con todo el asunto de los bienes raíces. -Ciro hizo un mohín de decepción. Su paraíso empezaba a derrumbarse. -Nos comprometimos luego de una relación de siete años. Quizás ahora mismo no recuerde cómo éramos antes, pero en el pasado supe cómo eres y aun así acepté casarme contigo.
-Eres un Ángel. -Espetó Ciro reconociendo la desbordante bondad de su amada. No cualquier mujer cambiaría unas paradisíacas vacaciones por el rutinario trabajo.
En efecto, cuando el sol despuntó en el horizonte, Ciro ya estaba haciendo el equipaje. Sintiéndose terriblemente mal en sus adentros. Y lo peor era la sonrisa y buen ánimo de Bethany. Siempre resaltando el lado positivo de las situaciones. Prefería que estuviese molesta, sin querer dirigirle la palabra, lo merecía. Merecía su indiferencia, no su alegría.
Desayunaron en el restaurante del hotel y luego, un servicio de uber los acercó al aeropuerto privado. Ciro insistió en ofrecerle una disculpa y le prometió que la recompensaría.
-¿Conociste a mi hermano? -Preguntó Bethany. Ya estaban a trescientos mil metros de altura. Las facciones de Ciro se tensaron.
-Sí. Era un gran hombre. -Dijo en un mascullo. Apretando su puño en el descansa brazo del sillón.
-¿Tú sabes cómo falleció? Mis padres solo me han dicho que una bala perdida lo alcanzó. -El italiano se aclaró la garganta, nervioso. Hablar de los muertos era algo que lo estremecía.
-Tu hermano era una buena persona, sin embargo, no iba por buenas andanzas. Se involucró en pandillas criminales y quedó en medio de un tiroteo. Un ajuste de cuentas. -Bethany quedó sin palabras. Nunca se lo hubiese imaginado.
A Ciro no le gustaba profanar el recuerdo de los difuntos, así que mantendría la verdad de Simon todo cuanto pudiera. Evitando más engaños a su nombre. No podía figurar qué cruzaba por la mente de Red cuando decidió sacar su memoria enfrente de Bethany. En definitiva, complicaba más su recuperación.
El avión aterrizó en Florencia a horas de la tarde. Un Roll Royce los recibió en el aeropuerto, y de nuevo la camadería de asistentes hizo los honores de cargar con el equipaje. Para Ciro era algo cotidiano, ni siquiera intentó cargar una de las valijas. Lo que le indicaba a Bethany que no era la primera vez que se subía al avión privado.
Durante el recorrido a la mansión, el italiano enfocó su atención en su aparato celular, haciendo llamadas y escribiendo mensajes de textos. No lo confesaría a viva voz, pero el que hubiesen regresado a Florencia lo llenaba de alivio. Un día fuera y las empresas se volvían un caos. Brahim no estaba preparado para hacerse con tanta responsabilidad.
Llegaron a la casa en donde Ciro la despidió y él siguió a las empresas para solucionarlo todo de inmediato.
En su habitación, Bethany asió una libreta de notas y un lápiz de carboncillo. Apuntaría las conjeturas que hasta ahora formaba de su vida.
"Soy una agente de bienes raíces, prometida con un abogado italiano, adicto a su trabajo. Mi cuñado, es un empresario poco preparado que no tiene un buen concepto de mí.
Mi hermano fue un delincuente que perdió la vida en una balacera..."
Escribió en la libreta. Lo leía una y otra vez, encontrándolo un poco soso. Aunque se recordaba que era apenas una impresión.