Estiró una de sus manos para deslizar el reloj despertador y ojear la hora: 1:00pm. Bethany llevaba un largo tiempo en la cama sin lograr conciliar el sueño.
Se calzó con unas pantuflas de tela peluche y abandonó la habitación. Sabía qué andaba mal con su descanso. Una noche durmiendo junto a Ciro fue suficiente para que su cuerpo recordara la esencia de dormir junto al cálido abrigo de otro cuerpo.
Anduvo por los pasillos y llegó a la habitación en la que Ciro dormía. La puerta estaba entre abierta así que ingresó sin antes avisar. No había nadie. La cama estaba sin hacer y el ya conocido ordenador portátil de Ciro reposando sobre ella. En serio era un adicto al trabajo. Gateó desde la parte inferior de la cama para llegar al aparato que estaba sobre las almohadas. Y cuando sus dedos rozaron el ordenador, sintió una segunda mano que tomaba la suya. De un tirón Ciro la levantó y la besó.
-¿Qué haces levantada? -Preguntó el italiano sobre sus labios.
-Yo podría hacerte la misma pregunta. -Respondió Bethany. El segundo beso fue su iniciativa. No tuvieron mucha prisa por separarse.
Se besaban de manera paulatina, disfrutando el deseo que poco a poco se encendía en sus cuerpos. Ella enredadaba sus dedos en su tupido cabello y él rodeaba su pequeña cintura con sus grandes y fuertes brazos, procurando que sus cuerpos no se distanciaran. Los besos del italiano se hacían una adicción.
Unos segundos más y Bethany habría empezado a desnudarse, pero la llama se extinguió cuando una sonora notificación cautivó la atención del hombre. Soltó a su amada que se quedó antojada de seguir saboreándolo y se sentó en la cama con el ordenador en su regazo.
Bethany se acomodó en el bordillo, viéndolo distraído.
-¿Trabajo? -Preguntó la mujer recibiendo como respuesta un cabeceo.
-El bufete es un asunto serio. -Dijo concentrado.
Era asombro para Bethany ver cómo se abstraía en su profesión. Esperaba que ella tuviera la misma dedicación en los bienes raíces.
-Quisiera viajar a Estados Unidos. -Mencionó la mujer acostándose sobre el suave lecho.
-¿Por qué? -Dijo Ciro sin apartar sus ojos de la pantalla.
-Quisiera ir a mi casa, en la que crecí. También a la academia de ciencias de Washington DC y me...
-¿Cómo has dicho? -Preguntó esta vez si interesado en Bethany. -¿Recuerdas el lugar en que te estudiaste?
-Lo recuerdo bien. Recuerdo algunos de mis amigos, pero a quien recuerdo con precisión es la señorita Halston, impartía Química y no le agradaba. -Confesó Bethany teniendo ese puñado de memorias tan fresco en su pensamiento que era como haberlo vivido hacía a penas semanas.
-Vaya, es increíble. -Reconoció su prometido estupefacto. Bethany se reincorporó para verlo.
-Lo es, sí. Mis padres viven en los Estados Unidos, pensaba que podría acompañarlos cuando decidan regresar.
-No. -Se apresuró en decir el italiano. Percatándose de sus sorprendidas fisuras, se fijó en lo alarmado que sonó. Por primera vez relevó el trabajo a un segundo plano bajándose el ordenador del regazo y dando toda su atención a Bethany.
-¿No crees que sea un buen síntoma?
-Claro que sí. Es solo que quiero estar contigo en momentos importantes de tu recuperación. Quiero ser yo el que te lleve a Norteamérica. -Insistió.
-Ciro acabas de suspender unas vacaciones por tu trabajo y te lo digo sin afán de reclamos, pero creo que lo mejor para mí es ir con mis padres. Así no tendrás que posponer tu trabajo.
-Sé lo que hice y me creas o no, me siento terrible por haberlo hecho. Te pido, no, te ruego que me des una segunda oportunidad.
-No necesitas una segunda oportunidad, porque no has desperdiciado la primera. Entiendo cuán importante es para ti el trabajo.
-Te lo ruego, mio caro. -Pidió una vez más tornando sus orbes del brillo de la desesperación. Imposible para Bethany negarse. -Ya es suficientemente malo que la señorita Halsted sea tu primer recuerdo como para que ahora me hagas a un lado.
-Señorita Halston. -Lo corrigió. Viéndolo abalanzarse encima de su cuerpo.
-Como sea, ursurpó mi lugar en tus recuerdos. -Dijo rozando la punta de su nariz en su cuello. -Debí haber sido yo tu primer recuerdo.
De nuevo atrapó sus labios con los de ella. No haría mucho más que besarla. Tenía mucho trabajo por hacer. Solía suceder cuando la mercancía era retenida por autoridades extranjeras. A esas alturas, ya debieron abrir un expediente para investigar la procedencia de un cargamento de formula para bebés adulterada. Tenía que desvincular el apellido Tonali de ese expediente.
Ciro se reincorporó, regresando a su puesto con el portátil en sus piernas.
-¿Me dirás por qué no te has dormido?
-Honestamente, me haces falta. -Dijo robándole una sonrisa. Levantó la punta del edredón y palmeó el colchón a su lado. Bethany se subió a la cama y se acostó junto a él.
La ocasión ameritaba más de su parte, así que cerró el portátil y apagó la luz para abrazarse a su amada.
La recuperación de Bethany estaba dando pasos anchos. Era una situación buena hasta cierto punto. Lo que empezó a preocupar a Ciro.