Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 18

Ciro se paseaba de un extremo al otro frente a una hilera horizontal de personas comprendidas por los empleados de una de sus empresas de fabricación de estupefacientes. El nocivo material, viajaba camuflado en las latas de formúla para bebés.

-A aquellos que tenga el vago pensamiento de que pueden entregarnos a mí y a mi hermano a los federales les digo que son ideas suicidas. -Dijo deteniéndose a mitad de su paseo, mirando a cada uno de sus empleados, casi sesente. Ciro inspiraba más autoridad que temor. El verdadero miedo era producido por Brahim que no estaba con él ese día.

Los empleados continuaron fabricando, con Ciro inspeccionando cada área. Caminando sin prisas entre los pasillos formados por las mesas. Algunos de los empleados se encargaban de producir las latas, otros de fabricar la droga, y el tercer grupo empacaba las latas en un orden específico, por cada tres latas de leche, una era adulterada. En un fructífero día se realizaba un máximo de mil kilos que se distribuía a varios países de Europa y unos cuantos de América. Era el grupo de narcotráfico más buscado en el mundo.

Un imperio heredado por Sandro Tonali a sus dos únicos descendientes. Esperando que ellos lo hereden a sus vástagos, y no tener hijos no era una opción.

El celular de Ciro timbró en el interior de su bolsillo, lo sacó y sonrió notando en el identificador de llamadas que se trataba de Bethany.

-Mio caro. -Vociferó emitiendo su alegría en su voz.

-Creí que no contestarías. Te imaginé ocupado.-Dijo Bethany. Estaba sentada al escritorio en su oficina. Había decidido reanudar ya sus labores como bienes raíces, cansada de estar todo el día en casa sin hallar nada qué hacer.

-Nunca estaré demasiado ocupado para ti. -Dijo, enterneciendo a la mujer en el otro lado de la línea. -¿Cómo marcha tu primer día de trabajo? ¿Has conseguido adaptarte?

-Con gran dificultad. -Dijo bufando al terminar. Ciro se contuvo a reprocharle su acierto en cuanto a que no estaba lista para hacerlo. No lo había llamado para escuchar un "te lo dije" sino para recibir un poco de confort.

-¿Te parece si vamos a comer? Descansas un momento y aclaras tus ideas.

-¿Tienes tiempo? No quisiera interrumpirte. -Fue considerada. Insipiente de la realidad de su prometido quien, temprano en la mañana, salió de la casa alegando que debía presentarse en las oficinas del bufete para hacerle frente a un nuevo caso.

-No te preocupes, qué serán unos pocos minutos de mi ausencia. Nos vemos en la Piazza de Duomo ¿Conforme?

-Perfecto. -Articuló Bethany.

El chófer se presentó al tiempo en el edificio de “Bienes raíces, Carter,” destinado a buscar a Bethany para llevarla a la Piazza Duomo en donde tuvo que esperar por su prometido. Se sentó en una banqueta y sacó de su bolso de tela cruzado la libreta que llamó el diario de su vida. Siempre trataba de llevarla con ella.

En la siguiente página en blanco, escribió: "Soy Bethany Carter, agente de bienes raíces y prometida de Ciro Tonali. Hija única con un hermano fallecido. Mis padres tienen un matrimonio en el que disponen de ciertas reglas para poder gozar de una buena convivencia, aparentemente." Esto último lo escribió en mayúsculas. Luego de darle vueltas al asunto, consideró la posibilidad de que sus progenitores, de hecho, estaban divorciados. Lo que no podía explicar era por qué fingieron una relación en donde, a todas luces, se detallaba que no había amor.

Sus ojos fueron cubiertos con dos fornidas manos, suaves y cálidas. Y una exquisita fragancia, que ya empezaba a reconocer, llenó su sentido del olfato.

-Ciro. -Adivinó Bethany. El mencionado se rindió y con una enorme sonrisa dibujada en su rostro rodeó el banquillo para ocupar el hueco junto a Bethany.

Ya sentado, la besó evitando caer en pasiones. Bethany posó una de sus manos en su pecho, correspondiendo al afecto. Sintiendo su firme cuerpo que hacía parecer que rompería la camiseta azul que vestía.

-Lamento haberte hecho esperar. -Se disculpó.

-Estás a tiempo. El chófer fue muy deprisa, además se conoce la ciudad como la palma de su mano y elude los embotellamientos con gran certeza. -Dijo Bethany, aprovechó el momento y la conversación para sacar al tema un asunto que la había estado perturbando. -He pensado en conducir por mi propia cuenta. Honestamente, estoy cansada de depender de un tercero para trasladarme a uno u otro sitio.

-Mio caro, no puedes esperar que esté en acuerdo con eso. -Se opuso Ciro usando el accidente como pretexto.

-No puedo depender por siempre de un chófer. -Debatió indispuesta a tomar su palabra como la última. Ciro suspiró, no le sentaba bien rehusar a su prometida a hacer lo que ella quiera o necesite, pero permitirle manejar era arriesgado, más para él que para ella. Necesitaba tenerla vigilada y su chófer lo mantenía al tanto de los lugares a los que iba

-Está bien. Pero antes me debes permitir que te dé algunas lecciones de conducción para refrescar tu memoria ¿convenido? -Bethany afirmó con la cabeza con euforia sobrada.

Un hombre de rasgos afrodescendientes se acercó a la feliz pareja. Sus shorts, su sombrerito de onda caída y la inmensa mochila de viaje que cargaba en su espalda hacían suponer que se trataba de un turista. Michael se había convertido en un máster del disfraz.

-¿Podrían decirme qué hora es? -El desagrado de Ciro se expresó en sus fisuras, muy obvio para su prometida que atestiguó en primera fila cómo su humor cambiaba.

-Las doce menos un cuarto. -Dijo Ciro tras ojear su Rolex. El supuesto turista no dejó de mirar a Bethany con el entrecejo fruncido, la hora fue lo que menos le interesó. Partió de ahí sin más.

-Ese sujeto te desagrado. -Hizo notar Bethany. Su prometido pasó una de sus manos en su cabello para luego dejarla descansar sobre su pierna que estaba puesta sobre la otra.

-No es un tema racial, es solo que no soy muy social, y me incomoda que un desconocido se me acerque, es todo. Nunca se conocen las intenciones por las que lo haga. -Explicó Ciro. Una condición que aprendió de su padre. Los federales solían presentarse con una máscara. Lo necesario para infiltrarse en su cerrado círculo de amistad.




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