Capitulo 20

Sentada en la silla detrás de su escritorio, Bethany escribía una vez más en su diario.

"Soy Bethany Carter, una agente de bienes raíces que no encuentra pasión por su oficio. Los días en mi empresa se hacen largos y tediosos mientras que intento hallar mi vocación, o lo que sea que me hubiese motivado a elegir esta profesión.

Soy una mujer atrevida, lo suficientemente para acercarme a un desconocido en un bar e invitarle un trago. Soy una mujer desvergonzada, tanto que me convertí en la amante de mi cuñado.

Tuve un hijo que no sobrevivió la primera semana de nacido. Aunque puedo recordar haber vivido una vida más larga y feliz con él."

Marcó el punto final y lo volvió a leer para luego recapitular todo de su diario. Desde el primer escrito hasta éste último había conseguido rellenar varios huecos que daban sentido a algunas de sus memorias, aunque no dejaba de ser confuso.

Llamaron a su puerta, ella permitió el ingreso.

-Un prospecto está interesado en adquirir nuestros servicios, sin embargo se ha empeñado en hablar con la directora y jefa personalmente. -Informó Nicoló, uno de los jóvenes aprendices que trabajan en su empresa. Contaba con un gran y dinámico equipo de profesionales que sabían lo que hacían, más que ella incluso.

-Déjalo entrar. -Artículo con poco entusiasmo, los bienes raíces llegaban a ser demasiado aburridos.

Guardó su diario en un cajón de su escritorio y se esforzó por adoptar una actitud proactiva y profesional, a pesar de no sentirse entusiasmada. También hizo un repaso mental rápido de lo que creía saber de la compra y venta de inmuebles.

Nicoló ingresó por segunda vez, ahora acompañado de un hombre de tez afrodescendiente que no tardó en reconocer.

-Esa usted el turista del parque. -Notó Bethany en lo que estrechaba la mano del hombre, de pie.

-Y usted es la señorita que muy gentilmente me combinó la hora. -Resaltó Michael aparentado sorpresa.

Tomó asiento en la otra silla frente al escritorio y Bethany regresó a la suya. La amplía oficina, un poco sosa e insípida tal vez, los albergaba tan solo a ellos dos.

Las investigaciones hasta ahora realizadas por parte del detective privado relacionaban al hombre de tez blanca y porte elegante del parque con Anne, sin embargo, era un anónimo de la sociedad. No había ninguna base de datos que arrojaran suficiente información de él, así que optó por acercarse a Bethany para conseguir más información de su sospechoso.

-¿En qué puedo ayudarlo? -Dijo Bethany.

-Estaría encantado de establecer mi vida en esta hermosa ciudad, pero para ello quisiera una casa, no cualquier casa, una que pueda llamar hogar. -Vociferó Michael aludiendo a un hombre de simpatía derrochadora que Bethany se creyó en seguida.

-Pues vino al lugar indicado. Lorient podrá ayudarlo en su búsqueda, le aseguro que es una gran profesional.

-Y no soy quién para refutarlo, aunque preferiría contar con su propio ojo experto. No domino muy bien el idioma, así que para mí sería más reconfortante tener alguien que me entienda tanto como yo puedo entenderlo. -Pidió el detective, respetuoso. Su tono de voz hacía recordar a un aristócrata inglés de los tiempos de antaño.

A Bethany no le colmaba de alegría acceder a su petición. La elección de un nuevo hogar era algo importante para quien lo habitaría, allí forjaría significativos momentos que marcarían su vida, por eso debía acabar con todas las opciones posibles hasta encontrar la perfecta. Bethany no sabría guiarlo en una importante decisión. Aun así se dio ánimos para salir de su empresa y explorar su profesión más allá de las cuatro paredes de su oficina.

Anduvieron sobre las cuatro ruedas del vehículo oficial de “Bienes raíces, Carter,” una camioneta Ford, conducida por una de las empleadas de la compañía. Recorrieron más de cinco urbanizaciones de Florencia, siguiendo el listado de casas en venta de la ciudad. Michael, obviamente, no estaba interesado en ninguna vivienda, aunque sabía disimularlo.

Su carisma atrapó muy bien a Bethany que pronto entró en confianza con el desconocido. Por momentos se olvidaba que estaba trabajando y se creía que paseaba con un viejo amigo en una hermosa ciudad. Por su vocación, Michael era un maestro del engaño, capaz de disfrazarse de aquello que necesitara.

Llegaron a la que sería la sexta urbanización. Bethany le enseñó una casa de dos plantas; modesta, pero elegante. Michael se permitió verla, y planteó las preguntas que se suponen, una persona interesada en comprar una casa haría. Se detuvieron en la cocina como habían hecho en todas las anteriores ocasiones. A disfrutar de las galletas que ofrecían, expuestas sobre la encimera de granizo.

-¿Ya te has decidido por una? Porque aún quedan varias viviendas en el listado. -Preguntó Bethany.

-Las que he visto hasta ahora parecen buenas opciones, creo que las sondearé. Mi casa ideal estará en una de esas. -Dijo el detective llevándose una galleta a la boca. -Solo tendría que hacer las modificaciones necesarias para que también sea la casa ideal para mi esposa.

-Vaya. Eres casado. -Espetó ella.

-Así es. ¿Qué hay de usted? ¿Es casada? -Preguntó Michael, intrigado por el hombre anónimo.

-Por favor, trátame de "tú." -Dijo sintiéndose en confianza. -Y la respuesta es no.

-No puedo creerte. -Dijo fingiendo asombro. -Te vi tan amena con el caballero del parque que habría jurado que estaban casados.

-No está tan alejado de la realidad, de hecho, es mi pareja. -Michael alzó las cejas.

-Es un caballero bastante afortunado, definitivamente, no más que yo por supuesto. -Bromeó robando de la voz de Bethany una hermosa carcajada.

-¿A qué se dedica? Si me permites la pregunta. -Bethany, obtusa de la verdad, no creyó que hubiesen inconvenientes.

-Ciro es abogado.

-Un hombre de ley, muy honorífico. -Resaltó Michael, grabándose el nombre del “anónimo”

Decidió no entretenerla más y se despidió, no sin antes pedirle un número telefónico para poder comunicarse con ella y finiquitar los detalles de una hipotética compra. Bethany le compartió el número de la empresa, claramente.