Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 24

Al día siguiente, con el sol ya calentando las calles. Bethany salió de su casa en compañía de su padre quien se ofreció a llevarla a la academia Washington DC. No quedaba lejos de su casa, por lo que marcharon a pie tranquilamente, en un vecindario en apariencia agradable.

-¿Mamá no tenía turno hoy en el hospital? -Preguntó. Caitlin se había quedado en casa, ordenando un poco luego de levantarse muy tarde.

-Pidió algunos días libres para poder pasar contigo el mayor tiempo posible. -Aclaró Red.

Caminaban sin prisa que los corriera. Su papá, muy atento, le señalaba, lugares que solía frecuentar como un local de alquiler de computadoras en el que pasaba largas horas. O una tienda de dulces en la que compraba cada día, después de la escuela. Bethany no lo recordaba, pero podía imaginárselo.

De las personas le habló poco. Le mencionó que, durante sus días de adolescencia, no era muy sociable. Sus amistades más allegadas se contaban con los dedos de una mano, y ninguna rondaba en la ciudad. Al igual que ella, se decidieron por hacer su vida fuera de Washington DC. Con el tiempo, perdieron comunicación. No ondeaba mucho en los detalles para evitar contradecirse.

El celular de Red vibró en el interior de su bolsillo. Lo sacó y ojeó un mensaje de texto de Ciro en su bandeja de entrada. Le pasó el aparato a su hija.

"Mio caro, espero que la estés pasando bien y que pudieras encontrar eso que fuiste a buscar. Las horas se me han hecho largas y la casa se me ha quedado grande sin ti. "

Había escrito el italiano. Bethany, sonriente le respondió muy resumidamente. Diciéndole, entre más, que lo llamaría luego.

-Puedo preguntar por qué Tonali no te acompañó. -Espetó Red, volviendo a guardar su celular en el bolsillo.

-No lo quería aquí. Pretendía hacer de este viaje mío y no nuestro. Creo que tendremos muchas oportunidades para estar juntos.

-De acuerdo. -Fue breve. Bethany lo detalló escrupulosa. No parecía contento, lo que no sabía era por qué.

-¿Qué opinión tienes de Ciro? -Red bufó y se rascó la barbilla que tenía los rastros de una barba en plena germinación.

-Es un buen hombre, yo supongo. Tiene que serlo para tenerte.

-¿Y mamá? ¿Conoces cuál es su opinión?

-Le simpatiza menos que a mí, eso es seguro. -Dijo de manera casi automática. Y no se refería a su relación con Ciro, precisamente. -Bueno, al final no es nada nuevo. ¿Qué suegros quieren a su yerno?

-Tal vez los mismos que le cuentan a su yerno las confidencialidades que su hija les dice. -Dijo. Red frenó y la observó con los ojos entornados, entendiendo por fin el propósito de la serie de preguntas y respuestas. -¿Por qué lo hicieron?

-Por favor, cariño. No te habrás enfadado por eso.

-Papá, acudí con ustedes para mencionarles un secreto que, evidentemente, no esperaba que Ciro supiera, y lo hablaron con él. -Dijo sin afán de reproche.

-No cualquier secreto. Crees que pudo haberte sido infiel y es algo que yo no toleraré. Si alguien ha de pretender a mi hija debe ser con amor, pero por sobre todas las cosas con respeto. -El corazón de la mujer se comprimió en ternura. Descubría que tenía un padre, amoroso y protector, que con más de treinta años, la trataba como si fuese una adolescente que recién incursionaba en el mundo del amor. Con esos antecedentes se hacía difícil adoptar una postura de seriedad o poca afectiva.

-De acuerdo, lo entiendo, pero no pueden contarle todo cuanto yo les diga. Hay cosas que deben quedarse entre nosotros. -Pidió a su padre.

-Convenido. -Acordó reanudando la marcha.

-¿Qué te parece si empezamos con este viaje? No pueden decirle nada. -Red, conteniéndose a decir algo más, simuló cerrar sus labios con un cierre imaginario y luego deshacerse de éste.

Un par de cuadras más y se encontraban en frente de una magna estructura, rodeada por una cerca que estaba cerrada. Era fin de semana por lo que no había afluencia de personas, a penas guardias de seguridad y personal de conserjería.

El letrero citaba "Academia Standard de Washington"

-¿Es aquí donde estudié? ¿Estás seguro? No se parece mucho a lo que recordaba. -Indagó Bethany pegándose al alambrado.

-La academia sufrió muchos cambios en su estructura, además del resaltante hecho de que modificaron su nombre. Cuando tú y tu hermano aún estudiaban se llamaba "Académica de Washington DC" Pero sí, fue aquí donde te formaste. -Le explicó Red con paciencia. Su hija dedicó minutos a detallar con premura la entidad. Si se esforzaba podía encontrar similitudes que concordaran con sus memorias.

-¿Cuál es su mascota? -Preguntó ella. Había sido un detalle que no le había dicho a nadie.

-Un gato Sabana. -Dijo Red acertando con lo que Bethany recordó. No había forma de que lo inventara solo por darle consuelo.

Quedaron por varios minutos, superando la media hora, frente a aquella formidable estructura, a la custodia del silencio. Bethany podía recordar más de su etapa como estudiante, pero seguía siendo poco.




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