Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 29

Bethany estaba sentada en la tapa cerrada del toilette, sosteniendo una prueba de embarazo mientras que, con decepción en sus ojos, veía el negativo marcado. Suspiró y se levantó para luego salir del cuarto de baño. Ciro esperaba afuera, sentado en el bordillo de la cama sintiéndose la persona más miserable del mundo por fundar en una maravillosa mujer la posibilidad de convertirla en madre.

-Salió negativo. –Dijo Bethany como si fuese a forjar en Ciro una sorpresa. El italiano, carente de valor, fingió entristecerse tanto como lo estaba ella. -¿Fue así de difícil la primera vez?

-No que yo lo recuerde. –Dijo Ciro levantándose y tomando de los hombros a su prometida, reconfortándola. –No lo buscamos, tal vez sea por eso.

Se besaron. Bethany, entre los fornidos brazos de su hombre, recostó la cabeza en su hombro rodeándole en un abrazo. Ciro le acarició la espalda, haciendo pequeños círculos. Maldiciendo para sus adentro el día que se conocieron. Era una increíble mujer que merecía algo mejor que la vida de mentiras que él le estaba ofreciendo. Sin embargo, y de algún modo, eso era lo que ella había escogido. Fue ella quien se acercó a él conociéndole más de lo que le hizo creer en un principio. Los riesgos estaban señalados y ella los estaba viviendo.

-Mio caro deberíamos empezar con los preparativos de la boda. –Bethany hizo puchero.

-Tenemos todo un año para pensar en ello.

-¿Un año? –Repitió casi asustado. La separó de su cuerpo, lo suficiente para verla a la cara –Un año es mucho tiempo. Mio caro yo quiero ser tu esposo más pronto que en un año.

-Querido, una boda es un gran evento, un año es todavía un lapso muy corto. –Debatió ella con sensatez. Se soltó de los brazos de su prometido y se tiró sobre la cama, boca abajo.

-No tenemos por qué hacerlo grande, podría ser algo muy conciso. Familiares y amigos más cercanos. –Entonces Bethany llamó a la reflexión. No tenía personas más allegadas que sus padres. Ningún amigo o amiga la visitó desde que salió del hospital. Cerró sus ojos con fuerza y se obligó a despejar de su mente ideas tan desalentadoras.

Sintió a Ciro sentándose a su lado y posando una de sus manos sobre su espalda.

-Lo que ideé para tus padres, por ejemplo. Su fiesta de aniversario fue íntima y rápida, precisamente lo que quiero para nosotros. –Continuó el italiano.

-¿Y qué te parece si dejamos todo en manos de mis padres? Que sean ellos los encargados de prepararnos la boda como si fuera una sorpresa. A mi mamá le haría ilusión hacer eso por su única hija.

-Bueno, a mí me haría más ilusión hacerlo por la mujer que amo. –Bethany giró solo su cabeza para verlo. Era un hombre muy detallista. Decirle que no, le rompería el corazón. Él quería estar presente en cada paso de la construcción del camino que lo llevaría a una vida eterna con ella.

-De acuerdo. –Aceptó a su pesar. Robándole una expresión airosa.

-No perdamos tiempo entonces. Mientras más pronto organicemos todo, más pronto nos casaremos. -Dijo Ciro. Tomó a Bethany de un brazo y tiró suavemente para levantarla. No obstante, la mujer lo agarró de la mano y lo haló hacia ella dejándolo encima de su cuerpo. Y atrapando sus labios con los suyos. Ciro no fue renuente y le correspondió con un ferviente deseo.

-Qué te parece si en lugar de eso, intentamos de nuevo tener un hijo. -Abrazó la cintura de Ciro con sus largas y esbeltas piernas, acercándolo a su zona pélvica.

Una vez más unieron sus bocas entretanto sus cuerpos empezaban a encenderse. El de Ciro, quizás, con menor intensidad. No le enardecía la idea de hacer el amor con su prometida cuando ésta esperaba de esa unión más que placer. La intimidad se hacía pesada cuando lo hacían por una necesidad y no por la espontaneidad de la pasión.

Bethany deslizó sus cálidas manos por debajo de la camiseta de su prometido para acariciarle su tonificado abdomen. Luego, descendió más y desabotonó el botón de su jeans. Quiso adentrar su mano y tantear su hombría, sin embargo, la puerta de la habitación se abrió, cortando así la pasión.

-¡Qué rayos haces aquí! -Regañó Ciro a su hermano cuando desvió la mirada hacia la entrada. No se quitó de encima de su prometida.

-Necesito hablarte de algo urgente. -Notificó Brahim con voz seria y dejando la habitación al instante.

Ciro se disculpó con Bethany y la dejó en el lecho que empezaba a enfriarse. Lo lamentaba menos de lo que le hizo creer. No iba a ser capaz de entrar a su cuerpo con ese sentimiento de culpa martillando en su conciencia.

Los hermanos se encontraron en la oficina de la mansión, la que una vez le perteneció a su padre y ahora le pertenecía al primogénito. Ciro aseguró con llave la puerta siendo la primera vez que guardaba tanta privacidad desde que Bethany salió del hospital. Solo esperaba que no le resultara demasiado sospechoso.

-¿Acaso papá no te enseñó a llamar a las puertas antes de entrar? -Le recriminó su falta de respeto mientras tomaba asiento en el otro lado de la mesa escritorio. El trono, por llamarlo de algún modo. -Imagínate que hubieses llegado cinco minutos después. Nos hubieses encontrado desnudos.

"Bethany no tiene nada que no haya visto antes" Pensó, mordiéndose la punta de su lengua para no vociferarlo a viva voz.

-Dejemos las lecciones de modales y buena educación para otra oportunidad. Lo que tengo que decirte es, por mucho, más importante. -Ciro, descontento, hizo un ademán apresurándo sus explicaciones.

-Ya he hablado con Voslov y se ha quedado contentisimo tras afirmarle que la alianza sí se dará. -Ciro aplaudió pletórico de euforia. No obstante su hermano continuó: -Sin embargo, quiere que se oficialice en una cena formal.

-Sin ningún problema. Solo dime el día y el lugar y ahí estaré, acompañándote. -Dijo, muy alegre. Era una poderosa alianza que ni siquiera su padre logró establecer en sus tiempos. Lo que Brahim tenía para decirle le apagaría la emoción.




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