Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 34

Los hermanos Tonali yacían en la parte de enfrente de la mansión, jugando minigolf. Bethany, ignorante de un juego tan aburrido, decidió marchar al jardín posterior y refrescarse en el agua fría de la piscina. Luego de nadar de un extremo al otro sin ningún propósito, se recargó en el bordillo sobre su estómago, bebiendo sin prisa una piña colada.

Usaba un bikini de cuerpo entero a pesar de las insistencias de su prometido porque usara un bikini de dos piezas. Con su elección cubría la cicatriz que sin quererlo la obsesionaba. La idea de ser madre recaía en sus recuerdos con más peso que solo unos instantes de amargura. Y los continuos fracasos en su intento por embarazarse contribuían a su ansiedad. Era casi una presión.

Sintió un cuerpo que llegaba detrás de su espalda y se pegaba a ella. Seguidamente, una oleada de lujuriosos besos empezaron a marcarse en su cuello, hombros y espalda. Bethany se reconfortó en la ambrosiaca sensación y sin corte ni pudor, se echó hacia atrás, entregándose a la voluntad de quien ella suponía era Ciro.

-¿Tu hermano ya se marchó? -Cuestionó Bethany en un gemido.

-¿Quieres que lo saque? -La desagradable voz de Brahim la despertó del letargo.

Bethany se giró de prisa descubriendo a su cuñado con una maliciosa sonrisa en su rostro. Con la mitad de su cuerpo sumergida en el agua.

-¡Qué sucede contigo! -Reprendió mientras le chapoteaba olas de aguas. Brahim se carcajeaba como si se tratase de una inocente bromea entre amigos. -Estás muy mal de la cabeza.

-Antes te gustaba. -Dijo Brahim recargándose de espalda en el otro extremo del bordillo.

-Un error lo comete cualquiera. -Dijo limpiándose con el agua las partes de su piel que Brahim le había besado, al menos las que alcanzaba.

Liberada del desagrado, regresó a su posición para robarle un sorbo a su bebida tropical y volver sobre su estómago, dándole así la espalda a Brahim quien se levantó para sentarse en el bordillo, remojando sus pies. Disfrutaba del "paisaje" que no era otro que Bethany en poca ropa, de pies a cabeza empapada. Mordió su labio inferior al verle los glúteos redondos y firmes, controlándose para no lanzarse hacia ella en un arrebato de deseo. Si hubiese sido la otra Bethany, la de antes del accidente, lo hubiera hecho. Se hubiese lanzado teniendo la certeza de que le seguiría el juego, más considerando que Ciro estaba en casa y que podía salir en cualquier momento. Poner a prueba la suerte mientras jugaban con la tentación había sido siempre la pasión de los dos.

Si levantaba su mirada hacia su rostro, veía sus fisuras contorneadas en desánimo. Entonces, perdía el deseo.

-Nunca antes he compartido tiempo con una novia, pero no supongo que sea ésa la clase de ánimos que tenga antes de su gran día. -Dijo Brahim. Su cuñada le dio un rápido vistazo por encima de su hombro.

-Una boda es un paso muy importante en una relación. -Comentó con tono apagado. Brahim frunció el ceño. Juraría que Bethany se estaba arrepintiendo.

-¿Por qué te casaras entonces? -Bethany exhaló aire. Jugueteaba con el popote dentro de la copa.

-Porque Ciro es un gran hombre. Todo lo que ha hecho desde que salí del hospital es consentirme para que no me sienta tan mal. -Sintiéndose en mayor confianza, se dio la vuelta para hablar mirando a su rostro. -¿Tú sabías que pasó toda una mañana repartiendo invitaciones a la boda a unos completos desconocidos? Lo hizo justo después de que yo me entristeciera por no conocer a ninguno de mis invitados. ¿Te da una idea de lo que siente por mí?

-A mí sí, pero ¿y a ti? -Debatió Brahim, sereno. -Mi hermano se casará contigo porque te ama, y tú ¿Por qué te casaras? ¿Lo amas tanto como él a ti? -Bethany llamó a la reflexión. Ciro era un buen hombre; un caballero de los que ya no existen. Pero en su inútil memoria era su primer amor, un amor de a penas semana que no conocía en lo absoluto. Una boda implicaría pasar el resto de su vida junto a él.

-No lo sé. -Dijo pensativa.

-Pues averigualo pronto o se hará muy tarde.

Las coincidencias de la vida arrastraron a Ciro hasta la piscina.

-Lamento la demora. Estaba al teléfono. -Se excusó adentrándose en el agua fría y refrescante.

Sin pensarlo mucho, nadó hasta su prometida para envolverla en sus brazos y besarla. Brahim fue sobrecogido por una amarga sensación cuando Bethany correspondió a sus caricias. En su inconsciente esperaba que lo apartara del mismo modo distante con el que lo apartó a él. Expresando el mismo desagrado.

La pareja se había olvidado de todo a su alrededor, incluso de Brahim que se levantó advirtiendo que estaba de más en esa piscina. Marchó al interior de la casa, y se sirvió en un vaso un poco de piña colada que estaba preparada en una jarra.

A través de las ventanas veía hacia la piscina cómo su hermano y su cuñada se besaban y se susurraban al oído. Apretaba el vaso de su mano sobrecogido por un amargo sentimiento que quemaba en su interior. Tal vez era impotencia de saber que no podía hacer nada para evitar que aquella mujer usara el apellido Tonali, o quizás frustración por haber sido incapaz de terminar con lo que había empezado hacía unos meses atrás. Lo que fuere necesario para no reconocer que lo que estaba sintiendo eran celos. La dama de fuego también se había metido en su cabeza.

(...)

Más tarde ese mismo día, Ciro se dirigió al aeropuerto ofreciéndose a recoger a sus suegros. Para su fortuna, Bethany tenía otros asuntos de los que ocuparse, lo que le daba absoluta disposición para platicar con ellos, especialmente con Caitlin.

Ojeaba su reloj de muñeca cada cinco minutos pareciéndole que el tiempo se bufaba de él. El aeropuerto Peretola de Florencia era una marea de personas que iban y venían. Ciro, que había nacido y crecido en un entorno más exclusivo, se sentía desagradado viéndose mal apilado entre la muchedumbre. Sintió alivio cuando del vuelo que sus suegros abordaron empezaron a descender los pasajeros. No se levantó hasta no haber visto a Red y Caitlin. Ellos lo vieron de inmediato.




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