Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 39

El hotel era el epicentro del caos con empleados corriendo de un lado al otro. Era una boda de alto prestigio, nada podía salir mal. Voslov desalojó de mala manera a los empleados que obstruían el elevador, no sin antes consultar dónde podía encontrar al ansiado protagonista. Presionó el botón que lo llevaría dos pisos más arriba. En el pasillo en el que las puertas se abrieron no había nadie. Un aplastante silencio rebotaba en las paredes, interrumpido solo por sus pisadas lánguidas, pero firmes.

Se paró frente a la puerta de una de las habitaciones. Inhaló y exhaló varias veces con mucha quietud, daba la impresión que estaba realizando una especie de ritual hasta que finalmente tocó el timbre. Fue atendido por un guardaespaldas.

-Quiero ver a Ciro Tonali. -Dijo reservándose su educación.

-No está disponible. -Fue la respuesta directa del hombre. Voslov sintió cómo algo hizo chispa en su interior, enfureciéndolo. No toleraba un trató tan falto de respeto. Desde luego que el guarura no tenía la menor idea de con quién estaba hablando.

-¡Ciro Tonali! -Habló levantando su voz lo suficientemente para que el mencionado escuchara.

-Está bien Marcelo, déjalo entrar. -Retumbó pacífica la voz del novio.

El guardaespalda se hizo a un lado. Voslov no tardó mucho en ver a quién buscaba. Su sorpresa era que no estaba solo, otros tres guardaespaldas estaban adentro.

-Interesantes padrinos. -Bromeó el ruso acomodándose en un asiento. Ciro yacía frente al espejo, forcejeando con la corbata.

-Nada que ver. Mi padrino es Brahim, quién si no. Pero bajó a tomarse algo. Creo que esto está siendo demasiado para él. Tiene los valores de mi padre más arraigados que yo.

-Ya lo creo que sí. -Comentó el ruso. Tenía una pierna encima de la otra.

Tras fallar por enésima vez en su intento por anudar su corbata, la tiró al suelo refunfuñando. Consideró adecuado tomarse un tiempo antes de intentarlo de nuevo. Se sentó frente a su visitante y pidió que le sirvieran al ruso una copa de champagne.

-¿No me acompañará? -Preguntó Voslov al ver que Ciro no se pidió una para sí mismo.

-Yo paso. Es un día muy especial y no quisiera arruinarlo con el licor. La única copa que beberé hoy será durante el brindis. -Explicó Ciro.

El guardaespalda que lo atendió a la puerta, le llevó su bebida, sin embargo, el ruso pidió que la cambiaran por algo más fuerte. Pidió específicamente un tequila en las rocas.

-No sabía que no te gustaba la champagne.

-El champagne amerita ser disfrutada en otras ocasiones, no para lo que hoy viviremos. -Dijo Voslov cerrando su discurso con una escalofriante sonrisa que puso en alerta al novio.

Ciro lo miró detalladamente en lo que se bebía su tequila. A primera vista nada parecía fuera de lugar, no obstante, el italiano miró más allá de la primera impresión encontrando un objeto filoso sujetado con una liga elástica a la altura de su pantorrilla.

-Traes una navaja. -Dijo Ciro viéndolo con recelo. Voslov se terminó su trago haciendo un desagradable ruido de satisfacción y colocó el pequeño vaso de boca abajo en una mesita junto a él.

-La boda de un líder de la mafia es el centro de reunión que atrae a otros líderes de igual poderío. Todos enemigos entre sí. No estar prevenido sería una estupidez.

-Entiendo. -Dijo poco convencido. -No creo que vaya a hacer falta tomar prevenciones tan extremas. Te aseguro que lo tengo todo controlado.

-¿En serio lo tienes todo bajo tu control? -Cuestionó con mirada tajante. De inmediato restableció su talante y se armonizó. -Cuéntame acerca de la dama de fuego. ¿Dónde se conocieron?

-En un hotel en Roma. ¿Por qué te importa? -No estaba nada alegre.

-Curiosidad tan solo. -Se levantó del asiento siendo emulado por Ciro. El ruso le dio un abrazo que no fue correspondido y se despidió.

Siguió subiendo, está vez usó las escaleras. Una hazaña formidable teniendo en cuenta que era un edificio de diez pisos. Su punto de partida era a penas la planta dos y su punto de llegada era el suite ubicada en el último piso. Así como pasó a visitar al novio quería hacer lo propio con la novia, no precisamente para darle la enhorabuena.

Su interrogatorio hacia ella en la cena de ensayo le ofreció datos justos y necesarios para saber con quién se casaría el primogénito de Sandro. Lo que Voslov averiguó lo estremeció de una manera que nunca nada lo había hecho. La dama de fuego era una mujer a la qué temer y no entendía cómo se había colado en la vida de los hermanos Tonali, herederos y regidores del imperio criminal más poderoso de toda Italia.

Cuando hubo subido todas las escaleras, quedó a inicios de un pasillo extenso e insípido. Al final había una puerta, la suite presidencial donde la novia estaría poniéndose su vestido. Tomó el cuchillo de su pantorrilla y caminó reafirmándolo del mango. No tenía margen de error.

No había nada que avisara su llegada. Así era como trabaja Voslov: sigiloso y precavido. Cuando dijo que acudiría a un funeral lo decía en serio. Bethany Carter era una amenaza que él mismo exterminaría.

Pocos pasos lo ponían frente a la puerta de la suite y su corazón ya estaba emocionado. Si cerraba sus ojos podía ver la sangre de la novia correr en sus manos mientras que sus orbes perdían el brillo de la vida. Se enardecía ante esas imágenes. De pronto, escuchó el ruido propio de un arma calibre cincuenta cuando el seguro es deshabilitado, frenó en seco.

-La boda de un líder de la mafia es el centro de reunión que atrae a otros líderes de igual poderío. Todos enemigos entre sí. No estar prevenido sería una estupidez. -Vociferó Ciro a sus espaldas, apuntando un arma de fuego en su nuca. -Cuanta razón hay en eso.

-¿Qué significa esto? ¿Es una burla? ¿O acaso ya te atraparon? –preguntó Voslov iracundo, inmóvil bajo el tacto del cañón.

-No. Nada de eso. Es mi boda lo creas o no. -Dijo. Pateó su mano derecha haciendo que soltara el cuchillo. Voslov se giró con determinación, no obstante, Ciro era más rápido y lo empujó de espalda contra una pared. Ahora el cañón estaba pegado a su pecho. Listo para ser accionado y disparar a quema ropa.




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