Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 43

La marcha nupcial empezó a sonar y como dicta la tradición, los invitados se pusieron de pie para ver la llegada de la ansiada protagonista. Despacio, fue asomándose por el pasillo esparcido de pétalos rojos.

La novia veía con detalle a su prometido, parado al final del pasillo. Se sentía presa del destino, incapaz de decidir. Sus pies pesaban como si estuvieran atados a una inmensa bola de cemento. Huir no era una opción. Mientras que su mente repetía una y otra vez, con el más mínimo detalle, la conversación de Brahim y Ciro. Su piel se erizó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Los insipientes creían que era producto de la emoción, así que se llevaban la mano al corazón, conmovidos.

Red le dio un beso en la frente antes de dejarla en el altar, en manos de Ciro Tonali. El corazón de Bethany amenazaba con salirse de su pecho de lo rápido que latía. El novio notaba su angustia. Quiso tomarla de la mano para tranquilizar, pero ella la rechazó sin disimulo y se aferró al ramo de rosas que sostenía.

El diácono daba su acostumbrado sermón en el que hablaba del amor incondicional. Y Bethany solo podía pensar en lo que había descubierto; en los asesinos que estaban a su lado. Y se preguntaba quién más era parte del engaño: ¿El diácono? ¿La dama de honor? ¿Todos los invitados? Entonces su mente se inundó de ansiedad. Tal vez, era una gran función de teatro y ella era la protagonista de una terrorífica historia como "Boda sangrienta" o "La invitación" películas que ella habría etiquetado como falsa hasta que se encontró en semejante papel.

-Oh, Dios. -Masculló por lo bajo, inclinando su cabeza. Ciro giró la cabeza para verla.

-¿Que sucede? -Susurró el italiano amablemente. Bethany resistió su impulso de romper en llanto y lanzó una de sus manos al traje de Ciro sintiendo que se caería en cualquier momento.

Ya era suficiente. Ya había levantado muchas intrigas. Justo a su lado estaban los hombres que amenazaron con apagar su vida si se negaba a convertirse en una Tonali. No podía continuar.

Se pusieron frente a frente. Lorient se adueñó del ramo para que pudieran tomarse de las manos cómodamente. Las de ella temblaban.

-Bendice Señor, estas argollas, que Ciro y Bethany se entregan, y derrama sobre ellos la abundancia de tus bienes. –Se colocaron los anillos mutuamente. –Ciro Tonali ¿Aceptas a Bethany Carter como tu legítima esposa, para tenerla y cuidarla, desde este día en adelante, en las buenas y en las malas, en la riqueza y en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, para amarla y cuidarla hasta que la muerte los separe?

-Sí, quiero. -Dijo el italiano sin pensarlo dos veces. Mirando a sus dos ojos tristes.

-¿Y tú, Bethany Carter? ¿Aceptas a Ciro Tonali como tu legítimo esposo, para tenerlo y cuidarlo, desde este día en adelante, en las buenas y en las malas, en la riqueza y en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, para amarlo y cuidarlo hasta que la muerte los separe? -Volvió a decir está vez en dirección de Bethany. Un suspiró llenó sus pulmones y el sosiego impregnó la estancia.

Si decir "sí quiero" era difícil cuando no sabía qué quería, era imposible decirlo cuando sabía qué no era lo que quería. Sus ojos se pasearon en Ciro y viajaron más allá de él, a sus espaldas, donde Brahim estaba de pie viéndola con la mirada entornada, ya sospechaba.

-Aceptó. -Dijo por fin, rindiéndose a su destino. Todos los presentes liberaron una exclamación de alivio y cortaron las brumas de suspenso con un aplauso.

-Puede besar a la novia. -Autorizó el diácono. Ciro no necesito una segunda vez para hacerlo. Unió sus labios a los de ella sellando un acuerdo de presunto amor. Bethany no le correspondió con la misma pasión lo que le dejó un amargo sabor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.