Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 44

La ceremonia seguida a la boda se realizó en uno de los muelles más grandes y bonitos de Florencia que no solía ser utilizado para ese tipo de eventos, sin embargo, no había nada que el dinero no pudiera solucionar. Luego de cortar la tarta y posar para las fotos junto a cada uno de los invitados, llegó el momento del baile; situación que puso a Bethany desazona. Todas las miradas estaban encima de ellos mientras que ella estaba entre los brazos de un asesino de quien solo sabía mentiras. Sus manos no rodeaban su cuello como lo hacían durante los ensayos, sino que estaban puestas en su fornido pecho queriendo conservar aunque sea una mínima distancia, Ciro lo notaba. No era la misma Bethany sonriente que lo abrazaba durante los ensayos y el beso que selló su unión fue el detonante. Pero no comentaría nada al respecto, al menos frente a los invitados. Ya habían tenido suficiente espectáculo con la demora de la novia.

-Te amo. –Murmuró el italiano a su oído esperando cambiar su fría actitud. Lo que consiguió, sin saberlo, fue que a su esposa se le erizara cada vello de su piel. Su voz retumbaba en sus oídos y ella solo podía escucharla en aquella horrible conversación.

“Pero tienes que saber que el día en que ella no te ame más y te deje o si decidiera no casarse, terminaré con lo que empecé hace seis meses y la asesinaré, igual que a Anne Johnson.” La maldita voz de Brahim hizo un murmuro en su oído como estuviera justo detrás de ella. Se agarró del saco de Ciro buscando protección y sus parpados se cerraron.

“Terminaré con lo que empecé hace seis meses y la asesinaré” repetía incesante en su cabeza. Hacía seis meses que ella sufrió aquel presunto accidente de auto. ¿O no había sido un accidente?

La música paró de sonar y fueron arropados con un manto de aplausos acompañados de caras sonrientes. Ciro quiso hablar con ella, pero antes de pronunciar una palabra, Bethany se apartó de él y caminó fuera, haciéndose paso ante los espectadores.

Llegó a la arena sin acercarse tanto al mar, y respiró aire fresco. Las lágrimas se hacían insostenibles. Se preguntaba en silencio qué había hecho para terminar en con aquella vida. ¿Quién era?

-Hija ¿estás bien? –Preguntó Red que llegaba a acompañarla. Le posó una mano en su espalda. Era imposible disimular sus ganas de llorar. Se detuvo a mirar a su padre. A este punto dudaba incluso de él y de Caitlin, y tenía razones que la justificaban. Después de todo servían de espías llevándole sus confidencias al italiano.

-Por supuesto. Es… la emoción. –Dijo limpiándose una lágrima que resbaló por su mejilla. Con su voz rota añadió: -Me casé, papá. ¿Puedes creértelo?

-Oh cariño. –Dijo Red con alegría y acurrucándola en sus brazos. Claro que se creía que estuviera llorando de la emoción. Él era menos suspicaz que Caitlin. Además Ciro, a lo largo de los años, le había dado muestras de confianza, más de las que Caitlin hubiese recibido de su parte. –Deberías venir adentro.

-Quizás en un rato. Quisiera tranquilizare primero. –Dijo Bethany separándose de su padre y secándose los ojos.

-De acuerdo, te espero allá adentro. –Fue despedido con una sonrisa carente de alegría.

Bethany lo vio alejarse hasta que se perdió en el caos de la fiesta. Se giró hacia la marea y se dejó caer sentada sobre la arena, importándole tan poco poder dañar el vestido o ensuciarse. Suspiró pesadamente.

La marea se levantaba haciendo olas grandes y ruidosas que chocaban en la orilla. La mujer anhelaba ser llevada por esas olas y que desembocaran en otra realidad; una en la que ella pudiera reconocerse.

-¿Le molestaría un poco de compañía, señora de Tonali? –Preguntó una voz varonil que tomó desprevenida a la novia y la hizo sobresaltarse. Bethany miró a su lado un par de mocasines color gris y de allí fue subiendo hasta encontrarse con el rostro pasible de Derek.

-No en lo absoluto. -Accedió la novia. Derek no podía ser parte de la red de mentira tejida por los hermanos Tonali. Era a penas un conocido, además no se olvidaba de la manera poco educada con la que Ciro lo trató aquel día que lo encontró sentado en su sala de estar, timándolo con una serie de mentiras. Eso debió ser el indicio que la despertara. ¿Cómo no fue capaz de verlo?

Derek se sentó a su lado tirando primero su saco para evitar ensuciar sus pantalones.

-No es común ver a la novia a orillas del mar, perdiéndose de su gran noche. -Opinó Derek.

-Bueno, no soy una novia común.

-¿Por qué lo dices? -Inquirió el hombre de facciones oscuras. Bethany esbozó una amarga carcajada.

La confianza del cabellero que tenía junto a ella no era la suficiente como para sincerarse y decirle lo que le estaba pensando.

-¿Alguna vez has sentido que eres un extraño en tu propia vida? ¿Te has levantado y desconocido a la persona del otro lado del espejo? -Dijo pensativa. Refugiando su mirada en el vaivén de la marea.

-Quizás en menor medida. -Fue breve. Él sabía que aquella mujer había despertado de un coma con amnesia retrógrada, pero no lo sabía de su boca. Tenía que ir despacio, si llegara a revelarlo de sorpresa podría romper ese pequeño vínculo que había formado. -¿Te has sentido así?

-Sí. -Respondió de inmediato. Derek esperó un momento antes de volver a hablar.

-¿Lo has comentado con tu esposo? -A él no le pasó desapercibido cómo se le tensionaron las facciones e incluso, un efímero mohín de desagrado inmutó su rostro.

-No sé si lo entienda. -Fue todo lo que dijo, quedándose ampliamente corta en consideración a sus gestos.

-Habláme de él. ¿Es esta su primera boda? -Escudriñó el detective.

-No lo sé.

-¿No conoces ninguna mujer de su pasado? -Estaba perdiendo la sutileza para averiguar en la vida de su presa.

-Me comentó que estuvo saliendo con una mujer cuando me conoció. No sé mucho más. -Dijo sin mostrar interés.

-Ya veo. -Lo apuntó en una nota mental.




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