Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 50

Las bolas de billar chocaban entre sí produciendo una acústica agradable para Brahim. Cumpliría poco más de una hora jugando en la mesa de tapiz verde, solo. Se había encerrado en esa estancia anhelando no seguir escuchando a los recién casados tendiendo sexo. Imaginarse a Bethany desnuda lo enfermaba y oírla alcanzar el éxtasis no era mucho mejor. Lo de él era como cuando eran pequeños, siempre envidiando y deseando lo que era de su hermano. En la infancia fueron sus juguetes, en la adolescencia eran sus amigos y ahora, adultos ya, su mujer. Podía explicarse como un minúsculo, pero latente complejo que lo hacía sentirse inferior con respecto a su hermano. Suficiente tenía con la edad.

Un ruido lo hizo mirar hacia la entrada y vio a su fruta prohibida ingresando. Sus cabellos rojizos destilaban gotas de agua evidenciando que salía de la tina.

-¿Y Ciro? -Preguntó de inmediato.

-Duchándose.

Brahim se inclinó sobre la mesa a golpear con su taco la bola blanca esperando que en cualquier momento su cuñada se marchara. Para su sorpresa, Bethany tomó otro de los tacos y se hizo con el siguiente turno logrando encajar dos bolas en un tiro.

-Cuéntame acerca de Anne Johnson. -Brahim quedó de piedra tras oír ese nombre saliendo de sus labios.

-¿Dónde oíste ese nombre? -Habló después de una dramática pausa. Lo había escuchado el día de su boda en la misma conversación en la que decían que la asesinarían, pero era un detalle que se reservaría.

-Me habías dicho que la odiabas ¿por qué? –Eludió los preámbulos. El otro chasqueó la lengua con su mirada perdida.Le gustaba el tema de conversación.

-Porque ella era una mala mujer; fría y calculadora que todo lo que quería era arruinarnos a mi hermano y a mí. Por fortuna la desenmascaramos a tiempo. –Al terminar se preparó para golpear otra bola. No encajó ninguna. Bethany hizo posesión de su turno y se acomodó para quedar de frente a la bola blanca, golpeó y consiguió ensartar aquella que Brahim no pudo.

-Te refieres a su fortuna. –Dedujo ella, nunca más lejos de la verdad. A pesar del gran desacierto, Brahim le concedió la razón. –Y crees que yo soy igual, que estoy tras su dinero.Después de todo me habías confesado que yo te la recuerdo.

-Yo no me refería en ese sentido.

-¿En cuál entonces? –Exigió saber sin demora. El italiano apretó el taco en su mano. Su lengua vacilaba con descarrilarse y hablar incluso de lo que no podía, pero su cordura la mantenía atada.

-En el aspecto. Ella era estadounidense igual que tú, sus ojos eran como los tuyos y su cabello también era rojo, aunque pudo ser teñido, no lo sé. Todo en ella era mentira, un gran paripé que engatusó al ingenuo de mi hermano. –Explicó Brahim que se había apoyado de manos en el bordillo de la mesa, pensándola.

-¿Tienes una foto? –Preguntó. Él negó con la cabeza. -¿Sabes en dónde está ella ahora? –Él giró la cabeza despacio para verla. La piel de Bethany se erizó, juraba que ya había visto esa aniquiladora mirada en sus sueños, minutos antes de despertar.

-No, no lo sé. –Dijo en un suspiro. Se reincorporó y dejó el taco sobre la mesa para enfilar una lenta caminata hacia su cuñada a quien le empezarona temblar las piernas. Bethany deseó no corresponder a su impulso de echar a correr y permaneció firme en su posición sujetando fuertemente y con ambas manos el taco de madera que se había trasformado en su arma de defensa. Cuando Brahim estuvo muy cerca de ella, preguntó casi susurrándole al oído. -¿Por qué preguntas por ella?

-Quiero conocer más acerca de mi esposo, y saber de sus antiguas mujeres se incluye. Yo supongo que él sabe de mis antiguas parejas. –Dijo ella manteniéndose firme ante la imponente presencia de Brahim parado a su lado, tan cerca que sus cuerpos alcanzaban a rozarse. -¿No lo crees? -Preguntó obligándose a mirarlo

-No, no lo creo. Mi hermano no es de los que buscan en el pasado. Podría apostar que no conoce a ningún otro hombre que te hubiera besado, que te hubiera tocado... -Susurró. Apartó un mechón rojo de su rostro e inclinó la cabeza con pretensiones de besarla. Cuando su boca estuvo a milímetros de la de ella, Bethany giró la cabeza hacia al frente.

-Soy la esposa de tu hermano. -Le recordó en un mascullo. Le enseñó el dedo en que figuraba la piedra brillante que sellaba su compromiso. -Este anillo me da más poder del que tú quisieras, ya te lo había dicho. Si quisiera pudiera echarte de aquí y más nunca regresarías.

-¿Y qué conseguirás con eso? -Dijo desafiante. -A ti y a mí nos une mi hermano y por más que quisieras no podrías separarme de él. Si nuestra aventura no pudo hacerlo nada podrá, y te aseguro que si volviéramos a caer en la tentación, Ciro me perdonaría con la misma facilidad de la primera vez.

-No lo creo.

-Hagamos la prueba. -Dijo indecoroso. Bethany se movió antes de que sus labios tocaran la piel desnuda de su cuello. Se posicionó en un costado de la mesa para jugar. Otra bola fue ensartada.

Detestaba los incesantes intentos de Brahim por seducirla, pero no podía negar que temía que su afán por revivir a aquella Bethany con la que traicionó a su hermano de pronto diera resultado. Ella no se sentía capaz de burlarse en semejante modo de su esposo, pero ya había antecedentes que evidenciaban que sí era posible.

-¿Cómo pasó? -Preguntó llamando de nuevo la atención de Brahim. Redujo el tono de su voz en lo siguiente: -¿Fue solo una vez que tuvimos sexo?

-Fueron varias veces, muchas veces. En diferentes lugares y poses. -Respondió siendo excesivamente detallista. Bethany sintió asco de sí misma.

-¿Fui tan débil como para caer en tus juegos? -Brahim soltó una carcajada.

-Fuiste tú la que tuvo la iniciativa. -Esto la dejó atónita. -Siempre fuiste tan coqueta y seductora. Una vez mi hermano había salido de la ciudad a hacer unos negocios y tú me llamaste diciéndome que no podías dormir sola, yo entendí el mensaje y por supuesto que no me hice rogar. Ese fue un fin de semana muy largo entre las sábanas. A ninguno de los dos nos sentó bien la idea de dejarlo en una vez, después de todo teníamos claro que no fue un error. -Pausó un rato. -Echo de menos a esa Bethany.




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