Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 57

Bethany había quedado a verse con el doctor Lamberti quien la citó en un recóndito lugar de Florencia, a altas horas de la noche. La aturdida mujer necesitaba más y mejores explicaciones de su accidente y los correos se hacían ineficaces para saciar su curiosidad.

-Ese día usted fue llevada al hospital por los paramédicos que acudieron al lugar del accidente. Sus signos vitales eran débiles, literalmente estuvo a un suspiro de la muerte. Pero el choque en el auto no le causó más que fisuras y heridas superficiales. Su verdadero problema estaba en su cabeza, una bala que se encajó en la parte inferior de la nuca. -Bethany inconscientemente se llevó una mano a esa zona sintió las puntadas. -Fue un milagro que la operación haya salido también como resultó. Como se estipula en el reglamento: cualquier herida de bala debe ser reportada a las autoridades. Pero antes de que pudiera dar aviso, su esposo llegó a mí amenazándome con herir a mi familia si lo reportaba. Me sugirió que lo más conveniente para mí era entregar el caso a otro doctor con los datos alterados y olvidarme del asunto. No le temía hasta que supe quién había sido su padre, y quién era él.

-¿El doctor Vitto es cómplice o víctima? -Preguntó con voz taciturna.

-Ninguno de los dos. Elegí darle el caso a él porque sabía que no se interesaría en hacer más pruebas ni analices que corroboraran mis apuntes. A final de cuentas no tenía por qué dudar de mi habilidad. Soy bastante bueno en lo que hago. -Hizo una pausa. -Si algo malo llegara a pasarle, señorita, me mortificaría el resto de la vida, por eso decidí salir de mi caparazón y comentarle la verdad, pero debo suplicarle que no mencione mi nombre a nadie. Esta conversación nunca tuvo lugar.

-Lo entiendo y le doy mi palabra que nadie lo sabrá. -Aseguró Bethany prolongando un poco más el tiempo de vida del hombre frente a ella.

El doctor partió del sitio a toda velocidad. Bethany, en cambio, decidió sentarse en la acera abrazándose a sus piernas con sus rodillas pegadas al pecho.

"Terminaré lo que empecé hace seis meses y la asesinaré y está vez no fallaré" Habían sido las palabras de Brahim el fatídico día que unió su vida a la de Ciro. Era víctima de un fallido intento de homicidio de su cuñado. Con diferente suerte corrió Anne Johnson.

Su celular móvil timbró en su bolsillo, lo extrajo y respondió el llamado de su madre. Respiró hondo para ahogar el llanto latente.

-Hola, hija. ¿Cómo has estado? -Dijo Caitlin del otro lado de la línea. A Bethany se le comprimió el corazón sabiendo que no podía ser honesta con su madre pues está había traicionado su confianza en repetidas ocasiones sirviendo de mensajera para Ciro.

-Estoy bien. -Suspiró apesumbrada. -Mamá, he estado considerando la posibilidad de viajar de nuevo a Estados Unidos. Las cosas entre Ciro y yo no han marchado del todo bien y creo que lo mejor es tomarnos un tiempo alejados.

-Querida, no han llegado ni siquiera al primer mes desde que se casaron y ya tienen problemas, y por lo que me dices no es cualquier tontería. -Esperó un segundo a que se explicara, pero como no fue así, la motivó: -¿Quieres contarme más?

-No hay mucho qué contar. Solo quiero saber si puedo ir.

-Por supuesto, sabes bien que siempre eres bienvenida en casa. -Le dijo Caitlin.

Luego de un rato colgó, y esperó un poco más para retornar a la mansión de sus pesadillas.

Estaba todo oscuro, ni siquiera los perros salieron a recibirla, estaban dormidos. Bethany hizo el menor ruido posible, quería pasar a su habitación ahorrándose las explicaciones. Para su desgracia, estaba siendo esperada.

-¿Dónde estabas? -Resonó la varonil voz de Ciro en medio de la oscuridad de la sala principal. Bethany se sobresaltó. -Son las dos de la mañana.

-No podía dormir y salí a despejar mi aturdida mente. -Dijo tranquilamente. Se armó de fuerzas para continuar: -Ciro las cosas entre nosotros no están marchando bien, así que me iré unos días a Estados Unidos con mis padres.

-No, no, no... -Se negó de inmediato, frotándose la frente. Solo Dios sabía el autocontrol que lo mantenía sereno. -Debes reconsiderar ese disparate. Entre nosotros no ocurre nada, la única que tiene un problema eres tú y por más que quiera explicarme tú sencillamente no quieres entenderme.

-Ciro no estaba pidiendo tu permiso, solo quería informarte. -Debatió Bethany y continuó hacia su habitación con paso lánguido como si esperase oír más objeciones de su esposo, pero éstas nunca llegaron.

Le pasó el seguro a la puerta y se pegó de espaldas a ella, sintiéndose a salvo. Luego de los recientes hallazgos de su esposo prefería mantenerse aparatada de él y todo su entorno. No dejaba de pensar que su boda fue un enjambre de asesinos y otros criminales.

Se quitó el abrigo y lo dejó caer al suelo, luego se lanzó a la cama que ya había perdido la esencia matrimonial. Era lecho de una sola persona. Con su laptop en mano accedió a sus diferentes perfiles de redes sociales y ojeó cada uno de los contenidos allí publicados. Eran fotos de ella en playas, museos y demás lugares, todas databan de antes del accidente. Pero ¿Cuánto de eso era real y cuánto era falso? No se equivocaba si decía que era contenido manipulado por Ciro.

Entró al sitio web de la Academia Standard de Washington donde presuntamente estudió. Miró las imágenes del instituto y todo lo relacionado, sin poder reconocer nada. Nada de lo que veía se asimilaba a sus pocos recuerdos. Presionó en la sección de estudiantes egresados encontrándose con un listado de años. Ingresó en el año en el que ella se había graduado esperando verse en el anuario escolar, no obstante, no apareció en ninguna fotografía. Se buscó más de dos veces, detallando cada uno de los estudiantes. Ella no era parte del grupo. Salió de su año y accedió al de Simon siendo la fotografía de su hermano la primera que cayó ante sus ojos. "Simon Collins" citaba al pie de la fotografía. Bethany arrugó el ceño, no era su apellido... ¿O sí?




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