Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 62

Bethany estaba sentada sobre la cama con la espalda recargada en el cabezal de madera y sus piernas estiradas. Todo lo que se oía en la habitación era su aquietada respiración y el viento que de vez en cuando hacía bailotear las cortinas del balcón. No hacía mucho más durante el resto del día. Solo salía de la habitación cuando tenía la entera seguridad de que Ciro no estaría, y que además tardaría en llegar. Encararlo se hacía cada vez más difícil.

Escuchó que llamaban a la puerta y se levantó suponiendo que se trataba de Silvia quien amablemente le llevaba la cena. Era así como habían funcionado los últimos días. Abrió la puerta y se encontró con Ciro. Quiso cerrar de inmediato, pero el italiano se interpuso.

-Te invito a cenar. -Dijo Ciro.

-Contigo no iría ni a la vuelta de la esquina. -Se rehusó con hostilidad.

-Lo sé, por eso organicé una pequeña velada aquí. Solo tienes que bajar al comedor.

-Ciro tú...

-Insisto. -Vociferó anticipándose a sus pretextos. Bethany exhaló con hastío. Lo pensó unos minutos. Ciro no aceptaría un "no" como respuesta y se estaría allí de pie molestándola hasta que se decidiera a bajar. Cualquier objeción sería retrasar lo inevitable, así que se decidió por complacerlo. Mientras más pronto termine la cena, más pronto regresaría a su refugio.

Ciro caminó detrás de ella asegurándose de que no se regresaría en un descuido suyo.

El comedor estaba vestido de gala con un par de cortinas rojas, una ligera intensidad de luz y docenas de velas colocadas en torno. Solo hizo falta una melodía clásica que terminara de completar el aura romántico que impregnaba una estancia ordinaria. Bethany, atragantada de orgullo, se reservó sus halagos y procedió a sentarse con prisas. Ciro sintió su indiferencia, no le creería si le dijera que él mismo había preparado cada rincón del lugar y había encendido cada vela. Trató de no darle importancia y se acomodó en la otra silla, frente a ella.

Uno de los empleados hizo el rol de camarero y no esperó a nada para servir la comida. A Ciro le habría gustado decir que él también cocinó, pero sería mentir. Nunca en su vida había cocinado, no sabía ni siquiera cómo encender la estufa.

-¿Qué significa esto? -Preguntó la mujer antes de probar la comida.

-Un intento de reconciliación. -Respondió resuelto.

-Las reconciliaciones son para parejas que discuten por una nimiedad. O en el peor de los casos para las que sufren una infidelidad. Lo que pasa entre tú y yo es más grave. -Dijo Bethany que todavía no había probado un bocado de su plato. En cambio Ciro ya tenía la boca llena. Por educación aguardó a tragar antes de hablar.

-En realidad no. Tú entraste en mi vida por propio pie ¿Lo recuerdas? -Su silencio le dio la razón. Bethany podía narrar con exactitud el día que se conocieron y de no haber sido por su atrevimiento no estuvieran en donde están. -Sabías quiénes éramos mi hermano y yo; conocías todo nuestro antecedente familiar y eso no te detuvo.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-Porque no es fácil decirle a la persona que amas que eres parte de la mafia, menos cuando no recuerda nada de su propia vida. La amnesia retrógrada ya tiene sus propios problemas y decir algo así solo hubiese complicado la situación.

-Y supusiste que era mejor idea mentirme. -Analizó sarcástica. Ciro se encogió de hombros rendido. -La primera vez que me llevaste a mi empresa noté que todo estaba sin estrenar: las sillas, los escritorios, las puertas. Todo. Así que también te inventaste que era agente de bienes raíces.

-No lo inventé. Tú me habías dicho que lo eras, pero debo admitir que nunca me mostraste nada que lo confirmara. -Dijo Ciro y una vez más los vagos recuerdos de Bethany lo apoyaban. Recordaba el día que se fotografió para el gafete y los folletos de publicidad. Y todas las noches que estudió del tema. -Y ya que tocas el tema aprovecho para decirte que tienes que volver a “Bienes raíces, Carter” y hacerte cargo detu negocio.

-Eso no sucederá. -Dijo contundente. Ciro le dedicó una mirada ardida. -Dime de mis padres, los verdaderos. ¿Quiénes son?

-Tú nunca me los presentaste, pero me decías que eran buenas personas. Que tu madre era enfermera y tu padre un ingeniero jubilado.

-Describes a Caitlin y Red, al menos lo que les dijiste que me dijeran. -Pronunció Bethany con un acusador tono.

-Eso fue lo que me dijiste tú a mí. -Contestó Ciro, con la tranquilidad propia de saber que decía la verdad. -Piensas que yo inventé toda tu vida, pero te equivocas. Yo solo la hice real porque todo cuanto tú me habías dicho era mentira.

-¿Por qué le mentiría a un extraño? -Ciro se limpió la boca con una servilleta ya habiendo acabado su comida. Tenía la respuesta a eso, pero se la reservaría.

-Eso no viene a discusión. Está fue la vida que decidiste vivir y no puedes cambiarlo.

-Ciro no voy a quedarme aquí con los brazos cruzados. Buscaré la manera de huir y saber quién soy. -Ciro alargó un suspiro con desánimo. Si tan solo pudiera hacer que entrara en razón. Lo que hacía era por su bien, por más difícil que fuera de creer.

-Come. El segundo plato espera. -Le dijo apacible.

El resto de la velada se dio en silencio. El italiano no lograba iniciar una conversación que no se desviara al tema anterior, así que se conformó con compartir una comida con su amada.




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