Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 64

Cuando Ciro llegó al lugar pautado para su encuentro con Voslov, éste no se hallaba, en cambio había un séquito de sus hombres en el lugar. El italiano conservó la compostura y prosiguió.

Esperó por el ruso por más de dos horas hasta que por fin apareció arrogante como de costumbre. El odio que Ciro sentía hacia él no podía esconderse, aunque al ruso poco le importaba.

-Mi estimado socio, no puedes imaginarte las ganas que tenía de volver para decirte lo agradecido que estoy por tu generoso trato. Mi comercio aflora en tus tierras. -Dijo Voslov solamente para conseguir irritar a su similar italiano. Ciro quiso no tirar de ese hilo y matar el tema antes de que se extendiera más. El hombre que tenía en frente intentó quitarle la vida a la mujer que ama el día de su boda, ésa era una cuenta aún sin resolver. Así que lo mejor y más sabio era evitar que los ánimos se caldearan.

-¿Para qué me has llamado? -Aceleró Ciro los motivos de la reunión.

-Porque he querido celebrar un festejo en honor a nuestra sociedad, para hacerlo oficial. Licor, comida y mujeres; la definición precisa del paraíso. -Dijo cerrando con un carcajeó.

-Me parece bien, solo que tendrás que festejar por mí porque no pienso asistir. -Esto no hizo muy feliz a Voslov cuyas facciones ganaron rudeza.

-Si prefieres podemos organizar otra cena en tu casa. Yo me ocuparía de todo. -Más que una propuesta fue una amenaza. -¿O qué ocurre? ¿Acaso tu querida esposa ya se reveló?

-No la metas a ella en la conversación. -Dijo Ciro con la mandíbula apretada y sus puños cerrados inertes a sus costados. Los más de treinta escoltas que los observaban cohibían a Ciro de partirle la nariz de un puñetazo.

-Elige asistir: comes, brindamos y te marchas. Será mejor que tenerme en tu casa y lo sabes. -Ciro bufó, encendido en cólera. No tuvo más remedio que aceptar la fiesta.

-Sin mujeres, que sea algo más casual.

-Convenido. Por cierto, ya que hablamos de la dama de fuego ella tiene que acompañarte. -Ciro tuvo un instante de felicidad cuando se permitió imaginar las cientos de atrocidades que le haría a Voslov el día que pudiera tocarlo.

-¿Por qué?

-Porque quiero saber si puedo confiar en ti. Si has logrado mantener a tu esposa domada en tu utopía. -Dijo con brusquedad. Bethany no le daba un buen presentimiento a Voslov. Sus intenciones eran evaluarla y atacar de ser necesario. Había algo más en riesgo que la asociación, también su propio imperio y reputación. Y no permitiría que todo eso se fuera por el caño por el idílico amor de un hombre.

Ciro no esperó a mucho más para regresar a casa. Se le ocurran menos formas en las que la dichosa cena podría salir mal que bien, sin embargo, las posibilidades de que ocurriera lo primero eran más pesadas. Maldijo a Voslov más de una vez camino a su mansión y era un largo camino.

Se calmó cuando vio el Roll Royce de Brahim estacionado todavía a las afueras de la casa. No lo creyó capaz de estarse en casa hasta su regreso. Afortunadamente se equivocó. Le debía dos besos.

Entró en la casa que a primera vista se veía vacía, a penas se encontró con dos empleadas que lo saludaron muy serias. Siguió al saloncito dónde el televisor sonaba con fuerza y allí encontró a su hermano, sentado en el sofá viendo una película y a su lado estaba Bethany, igual de amena que él. Cuando su esposa cayó en cuenta de su presencia, cambió su apacible semblante y se levantó del sofá.

-Me marcho. -Se despidió de Brahim.

-Aguarda un segundo. -Le pidió Ciro que se había clavado en el umbral de la entrada decido a no dejarla pasar. Brahim se estiró para alcanzar el mando de la televisión y apagarlo. Lo que presenciaba en vivo y en directo era más interesante.

-¿Cómo estuvo tu reunión con Voslov? -Inquirió Brahim desde el sofá.

-Pudo haber sido peor. -Dijo Ciro con mala cara. Cambió su atención hacia Bethany y continuó: -Tendrás que acompañarme a una cena mañana por la noche.

-Claro que no. -Se opuso de inmediato.

-No lo estaba preguntando. -Dijo con una autoridad que Bethany no reconocía.

-El día que yo salga de esta casa será para no volver.

-Escúhame Beth, nunca te he obligado a nada, pero si ahora lo hago es por una razón importante. -Dijo casi suplicando.

-No quiero ir.

-Vamos. -Habló a sus espaldas Brahim. -Yo puedo acompañarlos si lo prefieres.

-¿Él puede ir? -Le preguntó a su esposo. Ciro frunció el ceño e intercambio su mirada entre ambos. Luego de una inquisidora pausa volvió a hablar:

-Voslov pretende celebrar nuestra asociación así que supongo que también espera verlo a él.

-Bien. Siendo así entonces sí. -Dijo al final. Se abrió paso a la fuerza para poder pasar por el lado de su esposo que abarcaba casi por completo la entrada.




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