Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 65

Ciro, sentado en los últimos escalones de la escalera de marfil, miraba la hora en su Rolex original cada cinco minutos. Ya estaban sobre la hora para la cena y él empezaba a impacientarse. Mientras que más pronto llegaran más pronto regresarían, además a Voslov no se le daba bien esperar.

Suspiró con pesadez y miró hacia arriba esperando ver a su esposa lista para marcharse, pero no pasó de ser una esperanza. Bufó. Lo que más temía era subir a la habitación y encontrarse con una Bethany en estado de anarquía, negada a ir con él. Tal y como sucedió el día de su boda. Sentía melancolía cada vez que recordaba ese día. Entendía que más tarde que temprano Bethany tendría que descubrir un ápice de la realidad, pero odiaba que hubiese sido ese día precisamente.

Rendido a la desesperación, emprendió su caminar escaleras arriba. Ni siquiera se fijó en que su traje de algodón se había arrugado debido al largo tiempo que pasó sentado. Tocó a la puerta con el corazón precipitado.

-¿Bethany? -Dijo. Le sabía mal llamarla por su nombre sin ningún adjetivo de cariño que lo acompañara. No obtuvo respuesta. -Voy a entrar. -Avisó. Esperó algunos instantes y penetró a la estancia.

Lo primero que vio fue la decena de vestidos tirados sobre la cama, en segundo plano, vio a su esposa de pie frente al espejo viendo meticulosa la blusa de pashmina color índigo que cubría su cuerpo y los pantalones de jeans que llevaba.

-Vamos tarde. -Le hizo saber con tranquilidad, guardándose las manos en los bolsillos del pantalón.

-No sé qué ponerme. -Expresó Bethany volteando la mirada a sus opciones de la cama.

-A ti todo te queda bien. Cualquier corte y color. -Opinó Ciro en un susurro. Bethany lo pensó. La primera cita luego del hospital fue él quien había escogido su atuendo y no podía negar que había acertado. Se había sentido cómoda, bonita y elegante.

-Elige tú mi ropa. -Le dijo. Ciro se sorprendió. Si hubiera una tercera persona con ellos habría pensado que se dirigía a esa tercera.

El italiano se acercó a la cama y empezó a tomar un vestido a la vez, siendo escrupuloso con cada aspecto del mismo: color, corte, atavíos etc. No dudaba que se vería hermosa con cualquiera de las prendas de la cama, no obstante, el reto era combinar el vestido con la ocasión.

-Este creo que está bien. -Pronució entregándole un vestido de corte largo y escote no tan pronunciado de color anaranjado. Uno de los aspectos que lo hicieron decantarse por dicho vestido fue lo recatado que era. Se enfermaba a rabiar cuando los ojos de los más insolentes hombres caían en su mujer.

-Me gusta. -Dijo Bethany teniendo la prenda entre sus manos. Procedió a quitarse la blusa que tenía puesta, entonces Ciro se giró dándole la espalda; un acto de caballerosidad que Bethany no se esperaba. -Mira si quieres. No hay nada nuevo que no hubieras visto ya.

-Mejor que no. -Se rió sutilmente con picardía. Y con voz seductora añadió: -No me gusta mirar nada más.

Bethany se abstemio al silencio entretanto se cambiaba las vestiduras, imaginándose a Ciro tocando su cuerpo. Era un buen amante. A ella tampoco le gustaba que solo la mirara. Se sonrió, pero pronto volvió a endurecer su carácter.

Tomó la cremallera de sus pantalones con las yemas de sus dedos y la deslizó hacia abajo ruidosamente, inconscientemente quería provocar a su esposo y lo estaba logrando. Ciro de cara a la puerta solo podía perderse en la fantasía de desnudarla y hacerla suya en simultáneo que se entregaba a ella.

Su pulso estaba acelerado y las llamas empezaban a encenderlo, mientras oía el tortuoso proceso de Bethany quitándose cada prenda. Bufó.

-Te espero afuera. No demores más, por favor. -Dijo Ciro con la poca cordura que aún le quedaba. Salió de la habitación deseoso. Y Bethany se sintió victoriosa.

Sonrió con melancolía. Cómo le habría gustado que ese tipo de juegos con su esposo se dieran en una mejor relación. No era fácil ignorar el hecho de que estaba secuestrada, viviendo una gran y perturbadora mentira.

Se vistió y se maquilló sin darse mucha prisa, no quería asistir, así que poco le importaba la puntualidad.

Extrajo de un pequeño cofre de cristal su anillo de boda y lo colocó en su dedo viéndolo con tristeza. Dejó de usarlo desde que se enteró del secreto familiar de los Tonali. No quería estar relacionada con un legado criminal tan pesado. Ahora entendía por qué su casa estaba tan escondida y la razón de su fortuna.

Al cabo de un rato, descendió de su habitación sosteniendo su vestido para evitar pisárselo.

-Ya estoy lista. ¿Nos vamos? -Pronunció Bethany asomándose en el saloncito donde su esposo aguardaba. Ciro la recibió de pie, admirándola de los pies a la cabeza. La dama de fuego estaba más ardiente que nunca.

-Estás... Eres... Te vez hermosa. -Tartamudeó. Las palabras se anudaron en su garganta. No existían expresiones que definieran a su diosa Venus.

-Gracias. -Dijo tímidamente. Permanecieron un largo rato en silencio, él mirándola con admiración y pesar, mientras que los ojos de ella estaban cargados de decepción. -¿Nos vamos?

-Sí claro. -Dijo saliendo del encantamiento de su mujer. Tomó las llaves de su auto y salieron de la casa.

Iban a bordo del Mustang con una emisora local puesta abriendo una grieta en el silencio. El timbre del celular de Ciro retumbó notificando que había llegado un mensaje: "¿Dónde rayos se han metido? Voslov está haciéndome muchas preguntas."

El italiano dejó su celular sobre el tablero y pisó el acelerador.

-Es Brahim, dice que Voslov se está impacientando. -Le informó a su compañera a quién no pareció interesarle. -¿Por qué querías que Brahim asistiera? Si él no hubiera ido, es seguro que tú tampoco.

-Solo quería asegurarme de que no te equivocaras en pensar que esto es una salida romántica, y qué mejor forma que compartir la velada con mi amante. -Ciro golpeó con fuerza el volante llamando la atención de su esposa que se sobresaltó en su asiento. Esos arranques de ira no eran comunes en Ciro.




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