Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 66

Llegaron al Paste Rich, una de las propiedades de Voslov en Italia. Era un restaurante de amplías dimensiones y acabado moderno con tintes góticos que no agradaba a cualquier comensal, menos a los supersticiosos y los fervientes creyentes; cuya cultura podía notarse como desafiada con los adornos de Lucifer y estrellas de David exhibidas como pinturas de Picasso. Era una interpretación abierta de lo que rondaba en la mente del dueño del restaurante.

La feliz pareja llegaba tomada de la mano y robándose la atención de muchos de los presentes quiénes veían al primogénito de Sandro, por primera vez desde que éste pereció, siendo el cabecilla de una de las organizaciones más temida de Europa. Debatiendo si estaría a la altura de su padre o si el trono le habría quedado demasiado grande.

-Bethany, necesito que hagas algo por nosotros: por mí, por Brahim y por ti misma. –Dijo Ciro sosteniendo con fuerza la mano de su esposa. –Necesito que olvides el odio que sientes hacia mi hermano y hacia a mí y que finjas ser la mujer más feliz del mundo.

-¿Por qué? –Dijo Bethany deteniéndose, Ciro se posicionó frente a ella. No le diría la verdad: que Voslov esperaba quitarle la vida si llegara a verla de actitud extraña o distante con él. Si sospechara que es consciente de la realidad.

-No quisiera que ninguno de estos hombres piense que tiene alguna oportunidad contigo. Te juro que si alguno se te acerca con dobles intenciones lo mataré. –Añadió esto último en voz baja. Para Bethany resultaba intrigante notar cómo su comentario lejos de causarle risa, le erizó la piel. Sabía que no estaba bromeando, que era capaz de hacerlo.

-No tienes de qué preocuparte. Luciré mi anillo con mucho orgullo. –Ciro le sonrió con limitada felicidad. Acarició sus brazos a la altura de sus hombros y le dio un casto beso en la frente.

-Vaya, vaya, vaya. Miren quiénes han decidió aparecer finalmente. –Retumbó la horrorosa voz de Voslov a espaldas de Bethany. El italiano, que ya lo había visto venir, colocó a Bethany detrás de él, protegiéndola. En los ojos de Volsov podía divisarse las impetuosas ganas que tenía de acabar con ella por el simple placer de poder hacerlo. –Pensé que no llegarían. Estaba a punto de ir directamente a su casa.

-Y no teníamos en mente venir, la verdad es que debajo de las sábanas estábamos más a gusto, pero al final el compromiso apremia. –Se precipitó Bethany a las excusas de su esposo saliendo de la espalda de éste. El ruso levantó las cejas ante su sugerente comentario.

-Más les vale no desgastarse tan pronto, les queda el reto de la vida al lado del otro. Le dijo a Bethany.

-Suena bien para mí. -Aseguró Bethany tomando la mano de Ciro, su esposo la apretó en señal de aprobación. Estaba muy complacido, pero sobretodo aliviado de su buena actitud. Aunque no dejaba de dolerle el hecho de reconocer que su enamoramiento era falso.

-Seguro que sí. -Dijo el ruso entre dientes con mirada asesinadora. Chasqueó la lengua y se marchó llamado por alguien más. Y cuando estuvo suficientemente lejos, la dama de fuego se soltó de Ciro.

-Te quemaba, eh. -Espetó el italiano viéndose la mano con desdén y alargando una deprimente sonrisa.

-Un poco. -Replicó sintiéndose mal. Ciro era un hombre estoico y de coraza dura, verlo triste no era común, por eso las veces en que lo estaba era genuino.

Estaban cara a cara sin tener nada qué decirse. Ciro la contempló un momento y despojó de su rostro los cabellos que lo cubrían. Maldecía en sus adentros haber coincidido con ella en esa vida. Si tan solo el destino se hubiera tomado las cosas con calma y hubiera retrasado su encuentro para la siguiente vida, donde él fuera otra persona y no un hombre de la mafia y ella pudiera ser la misma sin tener que encubrirlo.

-¿Quieres bailar? -Preguntó de repente. Bethany echó ojo hacia las personas que bailaban abrazadas y acarameladas en la pista.

-Supongo que estará bien. -Respondió pensando en la coartada. Emprendió su caminata hacia la pista de baile, no obstante, Ciro la retuvo y volvió a preguntar:

-¿Quieres bailar? -Enfatizó con ímpetu la primera palabra. -Estaremos muy juntos, con nuestros cuerpos rozándose, no quiero que te sientas incómoda, mucho menos obligada.

-Si digo que no Voslov podría...

-Espero que aparentemos ser una pareja real y funcional, no perfecta, así podríamos tumbar nuestro propósito rápidamente porque el único amor perfecto es el de las películas y allí todo es actuado; falso. -Le hizo saber.

Bethany volvió a perder la mirada en las parejas que se contoneaban al son de una música lenta. A todas se les veía muy feliz. Lo debatió por algunos instantes, desviando a penas su mirada hacia Ciro.

-Sí, quiero bailar contigo. -Se decidió por fin. Ciro fue sobrecogido por una inmensa felicidad que supo ocultar bajo un austero carácter.

La llevó de la mano hasta la pista y se mezclaron entre la muchedumbre. Pronto empezaron a contonearse al suave ritmo de una balada española. Bethany rodeó su cuello con sus delgados brazos, pasando su mirada por encima de su hombro. Podía sentir que era el centro de toda la atención de Ciro a quien el mundo del exterior había desaparecido en su totalidad. Solo quedaban él y su amada.

-Nunca me cansaré de decirte lo hermosa que eres. –Murmuró el italiano para la dama de fuego. Bethany se tensó un poco. Su seductora voz, sus fornidas manos afirmadas sobre sus caderas, su exquisito perfume y sus cuerpos al sutil contacto del roce; era la receta de la tentación.

-No lo hagas, por favor. –Pidió Bethany.

-¿El qué?

-No actúes como inocente sabiendo que no lo eres. –Dijo sonando más ruda de lo que esperaba.

-¿Es lo que crees? –Preguntó, quizás un poco confundido. La giró apremiando el instante indicado para enseguida colocarla de nuevo pegada a su pecho. –Porque desde luego que no es lo que yo pretendo. Ya me quitaste el traje de oveja y no tengo manera de encubrir al lobo que en verdad soy. Solo quiero que tengas muy claro que a pesar de todo, lo que yo siento por ti es real.




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