Capitulo 72

En las tres horas (y un poco más) en las que Ciro investigó a Derek, no había encontrado nada en lo absoluto de él, era un fantasma. Le aliviaba en cierto punto saber que no pertenecía a ningún cuerpo policiaco, pero aún quedaba la latente la posibilidad de que fuera miembro de alguna banda de crimen organizado. Quizás era un lacayo de Voslov que lo había enviado para investigar más a fondo a su preciosa Bethany y ésta pudo haber desahogado sus penas con él, posiblemente hasta le hubiese contado la verdad en un intento de ayuda.

Cerró con fuerza la tapa de la laptop y despojó de su mente esa catastrófica idea. Voslov no podía ser tan idiota como para retar a los hermanos Tonali; empezando por la vida.

-Ciro. -Llamó su esposa desde la entrada a su oficina. El aludido levantó su mirada hacia ella. -¿Puedo entrar? Quiero hablar contigo.

-Claro, adelante. -Concedió el italiano esforzándose por atenuar su carácter.

Bethany penetró a la estancia con paso suave, sintiéndose impotente. En esa oficina estaban las respuestas a todas sus dudas, pero su esposo se había asegurado de que no volviera a poner un pie allí sin que él estuviera presente. El archivo del doctor Lamberti había sido lo último que logró sacar de la habitación de los secretos, y Ciro nunca lo supo o eso suponía debido a su falta de reclamo.

-Quiero el divorcio. -Dijo sin preámbulos extendiendo sobre la mesa escritorio los papeles de dicho trámite. Ciro sintió una punzada justo en su corazón mientras tomaba entre sus manos los documentos y los hojeaba. En un arrebato, rompió las hojas de un solo tirón. Bethany quedó boquiabierta.

-Me sorprende la agilidad que tienes para sacar este tipo de cosas sin que yo me entere. -Dijo el italiano volviendo a abrir la laptop.

-Hablo en serio, Ciro. No quiero seguir casada contigo. -Insistió Bethany. Se sobresaltó cuando su esposo golpeó fuertemente la mesa con su puño. Estaba teniendo un mal día y la visita de su esposa a su oficina solo terminó de estropearlo.

-No dormimos en la misma cama, tampoco hacemos el amor. A penas y me diriges la palabra ¿qué diferencia habría si nos divorciamos? -Dijo en un fuerte tono de voz que camuflaba su deshecho corazón.

El dolor de Ciro se hacía evidente para su esposa, quien no entendía su afán por seguir haciéndose daño.

-Por qué no simplemente me dejas ir y reconstruyes tu vida con otra mujer; con una a la que no tengas que mentirle.

-Porque no existe otra mujer con la que yo quiera estar. -Vociferó sin pensarlo demasiado. Hablaba desde el corazón. -Tú eres la única con la que quiero compartir mi vida. Y lamento mucho que tenga que ser a base de mentiras, pero fue así como tú lo propusiste.

-No me culpes de estar en esta situación. -Lo regañó Bethany. No era justo que lo hiciera si ella no lo recordaba.

-Te pido, por favor que no vuelvas a traerme papeles de divorcio porque no los firmaré. Si a fin de cuentas, y obviando los hechos, no soy un mal esposo. -Dijo Ciro, escapándose un poco de la modestia. -Pídeme lo que quieras que te lo daré. No puedo bajarte la luna, pero si quisieras puedo llevarte a ella. Volaríamos todo el espacio y conoceríamos cada estrella antes que Musk.

-Quiero algo más simple que un tour intergaláctico. Quiero la verdad, saber quién soy. -Ciro la miró con ojos oscuros. En sus instante más descabellados consideraba decirle la verdad, pero era solo cuestión de recordar las consecuencias que traería y recuperaba la cordura.

Desvió su atención de ella y se enfocó en la pantalla del portátil. Lo último que quería era discutir, aunque Bethany se lo estaba dificultando.

-Para mí es más simple llevarte a conocer el espacio. -Dijo con voz ronca, casi ignorándola. Bethany apretó los descansa brazos de la silla.

-Quiero el divorcio ¿también es más complicado que un viaje al espacio? –Preguntó Bethany ante la indiferencia de su esposo que no se molestó en responder. Con un tono de voz más sutil, la mujer añadió: -No quiero terminar como Anne Johnson. –Esto sí logró llamar la atención de Ciro que cerró sus puños con fuerza.

-Quieres dejar de mencionarla. –Le pidió con la mandíbula apretada. –Ni siquiera sabes quién era.

-Sí lo sé, es solo que no lo recuerdo.

-Suficiente. –Se quejó Ciro echándose hacia atrás en su asiento, y cubriéndose el rostro con las manos. Imploraba a cuantos dioses existieran que lo regresaran a los tiempos en los que era feliz con Bethany. Cuando una visita en su oficina termina encima de la mesa con la ropa de ambos tirada por todo el suelo.

-Mio caro, te pido por favor que te marches de mi oficina. –Dijo apuntando hacia la salida. No estaba molesto, más bien melancólico. –Si crees que me duele que no me hables, me duele más que discutamos. Y no quiero convertirlo en una rutina, así que si no tienes nada mejor de qué hablarme, preferiría que te quedes callada.

Antes de que su esposa pudiera pronunciarse en su defensa, Brahim se hizo presente. Su paso seguro y confiado, tambaleó cuando se percató de Bethany quien también se fijó en él.

-¿Me habías llamado? -Le preguntó a su hermano, importándole bastante poco interrumpir un momento de privacidad.

-Así es. -Confirmó Ciro, lanzando una clara indirecta a la mujer. Tenía que irse. Bethany frunció sus labios, frustrada. Quiso oponerse, sacar a Brahim a puntapiés de la estancia, pero qué propósito tendría. Ciro era una tumba, no le diría nada, tampoco le daría el divorcio.

Se levantó y salió sin prisas que la acompañara. Pasó por un lado de su amante, ignorándolo con facilidad. Hubiera deseado quedarse a averiguar qué tenían que conversar, pero Brahim, astutamente, aseguró la puerta cerrada. Desde el otro lado no se oía nada en lo absoluto, así que no tenía caso pegarse a la puerta.

-¿Qué ocurre? -Dijo Brahim dejándose caer sobre la silla que antes ocupó Bethany.

-Este sujeto, Derek no sé qué, me trae un mal presentimiento. He estado investigando acerca de él y no encuentro nada. Es como si la tierra lo hubiese escupido de pronto. -Espetó Ciro queriendo recuperarse del mal sabor que le dejó su aún amada esposa.