Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 78

A Bethany se le había antojado un café latte, por eso decidió bajar de la habitación a la cocina. Ciro hacía un largo rato que se había ido a dónde no sabía, y aún no llegaba.

Entró a la cocina que estaba completamente sola, las mujeres del servicio ya se habían marchado a sus respectivos hogares, cuando dieron por terminado su horario de trabajo. Se preparó su bebida con mucha lentitud, no quería que las prisas estropearan su buen sabor. El café del latte era su preferido. Su sabor le traía recuerdos familiares que llegaban a alborotar su sentido nostálgico. Lo bebía a fuerza de una especie de masoquismo.

Hizo una mueca de disgusto cuando vio a Brahim entrando, creyó que estaba sola. El hombre recargó su hombro derecho contra el borde de la entrada y se dispuso a mirarla con ínfulas seductoras. Al ver que Bethany no se inmutó de su afán, tomó la iniciativa de acercase y apartó uno de sus mechones del rostro.

-¿Qué crees que haces? -Preguntó ella como si fuera lo más raro que alguien le hubiera hecho.

-¿Qué parece que estoy haciendo? -Respondió con un tenue tono de voz. Inclinó su cabeza para acercarse a sus labios, pero Bethany retrocedió, impidiendo el beso.

-Mátame, lo lamentarías menos que acostarte conmigo. -Le reprochó. Brahim bufó.

-Por favor. Ahora vendrás a ofenderte por eso.

-Sí, ahora me ofende. Porque a pesar de saber tus intenciones desde el día de mi boda, duele que me lo hubieses dicho a la cara, sin que te importara qué podía sentir. -Se deshagó Bethany muy cerca del llanto, pero se resistió cuánto pudo. Se vería patética, y pensaba que los hermanos ya se habían burlado de ella lo suficiente.

-A veces hablo sin pensar. -Se excusó Brahim con talante manso, que recién conocía a esta Bethany vulnerable. Siempre fue con una actitud empoderada, incluso diría que agresiva. Pero está vez estaba muy lejos de su esencia.

-¿Si te digo que no quiero acostarme contigo, me matarías? -Brahim hizo el amague a decir algo, al final se contuvo y solo negó con la cabeza. -No quiero acostarme contigo. -Dijo por último. Se sirvió café y pasó a un lado del italiano, evitando cualquier clase de contacto.

Brahim permaneció en silencio, suspendido en un sentimiento que no podía describir. No se suponía que le afectara tanto el mal de Bethany.

Su celular timbró despertándolo del letargo.

-¿Qué ocurre? -Preguntó tosco. El identificador marcaba "Ciro"

-Te necesito conmigo.

-¿Dónde estás?

-En el nigth club en el que tu amiguita de cama trabaja.

(...)

Las horas habían transcurrido más rápido de lo que a Karla le hubiese gustado, en una noche donde se encontró más torpe que nunca. Su falta de destreza era apremiante a los nervios que la dominaban. La sorpresiva visita de un hombre de la mafia producía ese efecto, más cuando se está consciente que tenía cuentas que saldar.

Alargó su turno limpiando mesas y fregando inodoros. Lo que fuera necesario para retrasar su hora de salida.

-Karla, ya te vale. No te falta más que quitar y volver a colgar los cuadros. -Le dijo un compañero, asombrado de su extrema eficiencia. Nadie solía quedarse tiempo extra a sabiendas que no sería recompensado. -Vete a descansar.

-No, está bien. Puedo quedarme otro rato si aún me necesitan. –Insistía la muchacha. Su compañero fue más obstinado y la alentó a irse. Antes de que pudiera decir algo, una conocida vo pronunció su nombre.

-Karla. –La mujer volvió su cabeza para ver a Brahim acercándose hacia ellos, con una petulante sonrisa y aires vanidosos. Cuando ya estuvo a centímetros dijo, de manera encantadora: -Me hubieras dicho que trabajabas hasta tarde. Llevó dos horas esperándote, me tienes como un tonto.

-Venga, los dejo solos. –Se despidió el chico a quien Brahim le pareció un hombre sencillamente encantador. Sin embargo, fue cuestión de marcharse para que el rostro de Brahim se tornara amargo.

-Ya le dije a tu hermano que no sé dónde está Michael… ¡Derek! –Se corrigió de inmediato. El otro levantó las cejas con mucha sorpresa. Le gustaba tanto cuando sus problemas se encaminaban por propio a una solución.

-Michael, eh. –Repitió sin terminar de creerlo. –Me has tenido engañado todo este tiempo ¿cierto?

-Llamaré a la policía. –Amenazó ella, cabizbaja.

-Te doy su número si quieres. Tengo grandes amigos allí que vendrían enseguida. –Karla no dijo nada más. Se arrepentía enormemente por no haber obedecido a Michael cuando éste le advirtió del riesgo que corría al involucrarse en una relación sexual con un mafioso. Fue tan tonta al creer que sería divertido. –Salgamos. Afuera tendremos más privacidad.

-No iré contigo a ningún lado. –Se resistió Karla soltándose de su intentó por sacarla. Brahim la obligó a levantar el rostro y sostener la mirada por más fría y aterradora que le resultara.

-No podrás vivir aquí el resto de tu vida. Cuando salgas habrá alguien esperándote allá afuera para llevarte con mi hermano, y si me haces enfadar seré yo mismo el que te espere y entonces desearás haber venido conmigo en este preciso momento. –Dijo reduciendo su tono de voz sin dejar de oírse escalofriante. Karla no tuvo más remedio que salir agarrada de su mano. Brahim se despidió con una gran sonrisa de su compañero, insipiente de la situación

No la llevó lejos del club. En la parte trasera del sitio yacía Ciro con cara alargada. La veía con mucho desprecio. Karla agachó la cabeza, esa actitud vencida sería la que mantendría todo el tiempo.

-Te tengo una noticia: nuestro apreciado amigo Derek, en realidad se llama Michael. –Dijo a toda voz con diversión, a Ciro no le causó ni una chipa de gracia. No se había equivocado ni un segundo con ese sujeto.

-Muy bien. Esto pasará de dos formas; la primera será rápida y fácil: nosotros te haremos un par de preguntas y tú respondes con la verdad, luego nos iremos y podrás regresar a tu vida. La segunda forma es que tú nos mientas y nos dejes sin otro medio que llevarte a una de nuestras cámaras de tortura donde te sacaremos la verdad a punta de dolor y suplica. Y lo próximo que sepan de ti es que falleciste en circunstancias extrañas. –Dijo Ciro cuando Karla yacía en medio de él y de su hermano. La piel de la mujer se erizó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.