Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 79

Todo era confuso. En su mente pasaban recuerdos relámpagos donde estaba corriendo, mirando hacia atrás constantemente. Tropezó y lo siguiente que tomaba un poco de fuerza en sus memorias era la punzada en su cabeza al sentir un contundente golpe. Mientras caía, recordaba haberse despedido de quienes amaba.

Cuando empezó a tener conciencia de los hechos, lo primero que notó fue que su cuerpo estaba inmovilizado. Sus brazos y sus piernas estaban amarrados y muertos a su voluntad. Enseguida alguien le retiró la bolsa de tela que cubría su cabeza. Tardó algunos minutos en adecuar su vista a la luz, parecía tener un faro puesto justo frente a él.

-Buongiorno. –Escuchó una voz. Había pasado mucho tiempo investigando e inmiscuyendo en la vida de los Tonali para saber que se trataba de Brahim.

Éste estaba parado muy cerca a Michael mientras que Ciro estaba un poco más retrasado, lo miraba con furia. Y alrededor había cinco hombres vestidos de negro. El detective se fijó en que estaban en la casa que le había comprado a Bethany, en el dormitorio principal, para ser más exactos. –Me había asustado. Pensé que te había golpeado con mucha fuerza.

-Y te preocupó haberme matado ¿cierto? –Ironizó Michael que se mostraba muy tranquilo aun siendo prisionero de unos de los mafiosos más peligrosos de Europa.

-No específicamente, pero es más divertido cuando se hace lentamente. –Explicó perverso. Michael sonrió y asintió, mientras torcía sus muñecas, era imposible soltarse, lo único que conseguiría sería lastimarse.

-¿Por qué has estado detrás de mi esposa todo este tiempo? –Preguntó Ciro tomando el protagonismo. Brahim se iba por las ramas. Michael se relajó en la silla, se rehusaba a pasar los últimos instantes de su vida con zozobra en medio de llantos y suplicas.

-Antes dime qué recibiré a cambio. –Preguntó osado. Brahim alzó las cejas reconociendo y tal vez admirando su valor. Su hermano lo tomó de peor forma y se precipitó a bofetearlo. El ruido de su palma rebotó en las paredes y la mejilla le ardió.

-Y peores cosas te haré si no respondes. –Michael contenía muy bien el dolor, a pesar de que en sus adentros lloraba a mares a causa del terrible ardor.

-Quiero hacer un trato.

-¿Eres idiota naturalmente o acaso el mazazo que mi hermano te dio te dejó así? –Dijo Ciro. –No somos la policía. No aceptamos negociaciones.

-Me conformaría con unos doscientos mil euros, y les diré todo en lo absoluto. –Espetó Michael. Aunque tenía un espíritu osado, no se atrevería a levantar la mirada del suelo, hacerlo implicaría un desafío directo. Entonces a los hermanos le importaría muy poco la información que tenía guardada, lo acabarían al instante.

-No recibirás ni un solo euro.

-Por favor, qué son doscientos mil euros para unos sujetos que tienen más del triple. –Ciro deseó propinarle otra bofetada, seguramente más dura, pero Brahim lo frenó en seco.

-Bien, tendrás tu dinero. –Se rindió. No pasaría así el resto de la noche. Ciro estuvo en desacuerdo y se lo hizo saber lanzándole una feroz mirada a la que su hermano respondió encogiéndose de hombros. –Ahora dinos ¿qué quieres de Bethany?

-Yo nada. Soy detective privado en Estados Unidos y un hombre de Washington me ha contratado para descubrir el paradero de Anne Johnson. –Ciro sintió que el piso se le movía, como si un pedazo de su alma estuviera siendo arrancado.

-¿Cuál es su nombre?

-James Beghe. –Dijo sin titubeo. El primogénito de Sandro exclamó una maldición, la desgracia le soplaba en la nuca.

-¿Qué le has dicho? –Volvió a preguntar Ciro. El rehén se removió nervioso en la silla, sus declaraciones tenían peso.

-Solo le he revelado que una mujer llamada: Bethany Carter, sigue viva.

-¿Solo eso? ¿Le has mandado fotografías o algo más?

-No, todavía.

-¿Todavía?

-No soy tonto. Me aseguré de enviar toda la información a una tercera persona quien tiene órdenes específicas de entregársela a James en el hipotético caso de mi repentina muerte o bien paradero. –Brahim sonrió, maravillado del ingenio de aquel sujeto. No se le escapaba nada.

Ciro se dio un minuto para reflexionar: ese hombre había desentrañado todos sus secretos y estaba a un respiro de mandar todo su mundo al caño. Si la información recopilada llegaba a Estados Unidos, en cuestión de minutos la interpol estaría encima de ellos. Por mucho que lo odiara, que lo odiaba, tenía que dejarlo vivir.

-Muy bien. Te soltaremos en este mismo instante y tú correrás a enviarnos toda tu estúpida investigación, luego recibirás tu dinero. –Dijo el mayor sin pedir opiniones de Brahim.

-¿Y qué nos garantiza que no está mintiendo? Quizá sea un cebo y en realidad no tiene nada. –Cuestionó junior.

-Revisen dentro del colchón. –Dijo Michael hablando muy bajo. Los hermanos se miraron confundidos. Ciro miró a uno de sus guardaespaldas y cabeceó dando una orden que el hombre entendió. Trabajar para los hermanos Tonali implicaba interpretar señales tan vagas y generalizadas como esas, y más le valía atinar con la petición deseada.

El hombre se movió de su estado y se aproximó hacia el colchón, lo levantó y se fijó que en un costado había una considerable rasgadura. Introdujo su mano y luego de moverla por todos lados sin hallar más que relleno y resortes, sintió un sobre de papel que no dudó en extraer para entregárselo a Ciro.

-¿Qué significa esto? –Preguntó mirando con escrupulosidad el paquete.

-Algunas de las fotografías que le hice a su esposa. Se supone que las enviaría a James, solo si duplicaba mi presupuesto inicial, tal se ve que no lo hizo. –Explicó con tranquilidad el rehén.

Ciro procedió a ojear el contenido bajo la insípida expectación de su hermano que estaba hostigado y con un deseo ferviente de marcharse a su casa. En cuanto Ciro sacó el material, sus parpados cayeron y su expresión facial se endureció, tanto que las venas de su frente y su cuello se marcaron. Había descubierto algo horrible.




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