Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 85

Ese mismo día, más tarde, Bethany intentaría por enésima vez salir de la casa. Adentro de la mansión Tonali todo estaba rigurosamente vigilado. La privacidad era limitada, casi inexistente, así que debía ir a un lugar que estuviera lejos del control de su esposo, que para su suerte no se hallaba en casa en ese momento. Su principal problema era el vigilante que prácticamente daba la bienvenida a la mansión. El corpulento sujeto no salía del pequeño cuartito junto al inmenso portón de hierro para nada, ni siquiera para comer. Tan solo abandonaba su puesto cuando requería utilizar el sanitario que era una pequeña estancia en el interior de su casilla de vigilancia.

Bethany jugaba con los perros en el amplío porche de áreas verdes haciéndose la disimulada ante el vigilante que ni siquiera sospechaba de sus intenciones, lo que le daba tranquilidad para ojear su aparato celular. La angustia que en ese momento la dominaba manipulaba su percepción del tiempo de forma cruel haciéndole creer que en sesenta minutos transcurrían decenas de horas, y el vigilante se mantenía firme en su posición, como si estuviera atornillado a su silla.

Finalmente, sucedió: el hombre se levantó y se encerró en el sanitario. Bethany corrió hacia la casilla y presionó un pequeño botón verde que abrió la puerta para peatones y sin medir las consecuencias salió. La travesía que la esperaba sería casi un martirio, pues la mansión Tonali estaba perdida en la periferia de la ciudad de Florencia. Concurrirían muchas horas de caminata hasta llegar a la civilización, y encima de todo debía caminar a orillas de la carretera, oculta entre la maleza por si Ciro regresara a bordo de su mustang.

Los planes de Bethany no eran huir. Aunque era lo que más deseaba en esos instantes, no contaba con lo necesario para salir del país o si quiera de la ciudad. Todos sus documentos de identificación estaban en posesión de Ciro desde su carta de identidad hasta su pasaporte. Además corría el grave delito de falsedad de documento, puesto que hasta donde las autoridades sabían ella estaba muerta, al parecer.

Dos horas fue el tiempo exacto que le tomó a Bethany llegar a la ciudad de Florencia. Estaba exhausta y sus pies ardían, aunque no quiso pensar mucho en eso. Como tampoco tenía dinero, tuvo que continuar caminando hasta que encontró una cabina telefónica en un pequeño y vistoso parque de recreación. Echaba la vista atrás en más de una ocasión, sintiéndose perseguida o vigilada todo el tiempo. Quizás su esposo había adivinado sus intenciones y tan solo estaba poniéndola a prueba. Aunque todo esto no era más que retorcidas bromas que su mente le jugaba.

Ingresó a la cabina con los pálpitos de su corazón desbocados. Levantó la bocina y colocó el auricular en su oído. Marcó el número que había memorizado, el que encontró en el android de Derek.

Aguardó intranquila mientras que oía el tono de marcaciónque sonaba y sonaba hasta que cayó la contestadora. Elevó una plegaria al aire en lo que marcaba por segunda vez el mismo número, sin obtener un resultado diferente. Sus esperanzas iban en declive. Lo intentó una tercera vez.

-Grabo este mensaje para quien pueda interesarle: Soy Bethany Carter, o eso creo. Estoy atrapada en Italia y necesito ayuda para regresar a Estados Unidos. –dijo para la contestadora. Una vez finalizada la llamada dejó la bocina en su sitio y salió de la cabina a sentarse en una banca en el parque.

El cielo estaba teñido de arrebol, mientras que el solo iba despidiéndose de Florencia. Bethany observaba el panorama natural con ojos de cristal. No lloró, por mucho que lo quisiera. Había arriesgado tanto para nada. Tenía la certeza de que a estas alturas del día, Ciro ya tenía una legión de guardaespaldas buscándola. Y su relación con él cambiaría drásticamente.

Se inclinó hacia al frente, apoyando los codos en sus rodillas y cubriendo su rostro con sus manos. Se había ilusionado con que esenúmero sin identificar en el celular del detective privado sería su boleto dorado a la libertad. En cambio, recibió nada. Probablemente era un número que ya no pertenecía a nadie. Volvía a sentir sola y sin esperanzas.

Por largo rato estuvo sentada en esa banca, cabizbaja y pensativa. Sin ganas de regresar a la mansión de su esposo, precisamente para no tener que encararlo. No por temor, ni ira, sino por lástima; una lástima que ablandaba su corazón y que la hacía vera Ciro con otros ojos, distorsionado su imagen del enemigo. Si hubiera podido, se habría alojado en un hotel, pero no tenía tarjetas de crédito ni efectivo.

La situación en la que estaba era terrorífica, y encima de todo estaba esperando un bebé. ¿Cómo podía cuidar de su hijo siendo la esposa y la amante de unos hermanos de la mafia?

-Señorita Carter. –Bethany levantó la mirada abruptamente encontrando frente a ella a un hombre alto y musculoso, vestido de traje negro. A espaldas de él estaba estacionada una camioneta Ford con vidrios polarizados. –Tiene que acompañarme.

-Ciro lo has enviado ¿o me equivoco? –dijo certera.

-El señor Tonali está realmente preocupado por usted. –Dijo pretendiendo pintar la figura de su jefe como que estuviera afligido.

-Ya lo creo que sí. –Dijo sin disimular su escepticismo. Se levantó de la banca y acompañó a aquel sujeto hasta la Ford. Se sentó en el asientoposterior quedando en medio de dos grandes hombres, se habrían creído que se lanzaría del auto en movimiento. El lado positivo de la situación era que, por lo menos, no tuvo que andar otras dos horas de regreso a casa.

El auto atravesó la ciudad y Bethany notó que estaba infestada de camionetas negras, idénticas a la que ella andaba. A medida que su camioneta avanzaba, el conductor les hacía una señal con las luces de los faros a los demás vehículos los cuales se iban colocando detrás del suyo hasta haberse formado una impresionante hilera de más de veinte camionetas negras que no pasaba desapercibido para los transeúntes quienes quedaban anonadados. Era una pequeña muestra de la magnitud del poder que residía en manos de su esposo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.