James estaba recargado sobre la pared con los brazos cruzados mirando pasmado la contestadora. Había escuchado el mensaje ya tres veces sin poder creérselo todavía. Se acercó y por cuarta vez reprodujo el audio:
-Grabo este mensaje para quien pueda interesarle: Soy Bethany Carter, o eso creo. Estoy atrapada en Italia y necesito ayuda para regresar a Estados Unidos.
Golpeó la mesita de madera con su mano hecha puño. No tenía dudas, era la voz de Anne. Había sucedido mucho tiempo desde la última vez que la escuchó, pero nunca la olvidaría. Incluso en sus sueños podía distinguirla tan claramente que era como si la tuviera frente a él. Ese melódico tono que durante años hizo sonar su vida.
Un mar de sentimientos arribó su interior. Ira, emoción y nostalgia ondeaba en su turbulenta alma, al final no sabía por qué lloraba. Tal vez por culpa de la impotencia, puesto que nadie le creía aun cuando tenía la razón. Su amada Anne seguía viva.
Se obligó a recomponerse, no era el momento oportuno para desmoronarse. Echó un rápido vistazo al reloj colgado en la pared, Lauren estaría en el colegio, así que se apresuró a salir de casa. No tomó nada, tampoco se cambió su empiyamado aspecto. Solamente se preocupó de llevar consigo aquella nota grabada.
Consiguió que el sedán alcanzara velocidades nunca antes logradas lo que le valió un par de multas, pero eso no lo frenó. Se plantó frente a la puerta del departamento de Jonas y golpeó con furia. No se detuvo hasta haber obtenido la atención del policía quien, asustado y prevenido, abrió.
-¡Qué rayos sucede contigo! -lo regañó. James con su acostumbrada insolencia, pasó al interior del departamento empujándolo.
-Tienes que escuchar esto. -le dijo mientras ponía a reproducir el audio.
-Grabo este mensaje para quien pueda interesarle: Soy Bethany Carter, o eso creo. Estoy atrapada en Italia y necesito ayuda para regresar a Estados Unidos. –Jonas fue recorrido por un escalofrío que le irguió la espalda. Oír la voz de su amiga fallecida le asombró tanto como a James.
-¿De dónde has sacado eso? -murmuró como si las paredes pudieran rumorear sus secretos.
Los federales guardaban todos los archivos de operaciones, incluso las que fallaron, pero lo que James le acababa de mostrar no figuraba en posesión de ellos. Era la primera vez que lo oía.
-Recibí una llamada que provenía de Italia, si no contesté fue solo porque no me encontraba en casa en ese momento.
-Gracias a Cristo no respondiste. -alagó Jonas que ya estaba alterado. Sus manos estaban puestas en su cintura y se paseaba de un lado al otro. Pensando qué haría. Internar a James en un manicomio era una de las variantes a considerar.
-Esa es Anne y sigue con vida. -dijo con descuido en su tono, no le importaba. Que se enterara el mundo entero que la mujer que amaba seguía viva y él lo supo todo el tiempo.
Jonas, en cambio le instó que moderase su brusco tono, precisamente, porque no todo el mundo tenía razones por las que enterarse, Lauren, por ejemplo, quien motivada por el bullicioso de su papá abandonó el encierro en su habitación.
-¿Mamá está viva? -preguntó confundida. En sus ojos brillaba un atisbo de esperanza.
Entonces, James se sintió el hombre más estúpido que hubiera existido, aunque optó por culpar a Jonas con una mirada inquisidora.
-¿Debería estar en el colegio? -acusó en dirección al policía. Jonas se encogió de hombros.
-Mamá está viva. -repitió esta vez con más seguridad, acercándose a ellos.
-Aguarda un poco Lauren. Lo que tu padre ha traído es evidencia circunstancial.
-Pero podría suceder. -dijo la chica con prisas. Buscaba respuestas, no conjeturas.
Los hombres intercambiaron miradas y mientras que uno aniquilaba al otro, James pedía perdón. En definitiva, no quería someter a su hija al mismo martirio que él mismo se impuso.
-Iré a la estación y le llevaré esto al jefe de la operación. -dijo el policía adueñándose de la grabación. Estaba disgustado, pues tenía la certeza de que regresaría con desalentadores noticias para su ahijada. Para ella sería como escuchar por segunda vez que su madre había muerto.
Jonas subió a su vehículo particular y enfiló su rumbo a la estación en la que trabajaba. A una velocidad moderada, por supuesto. No había poder humano que lo hiciera quebrantar la ley.
Las teorías paranoicas de James habían superado los límites, aunque lo que más le enfureció es que hubiese involucrado a Lauren en todo. Claramente no creía en la posibilidad de que Anne estuviera viva, por mucho que lo deseara. Anne había sido más que una compañera, se había convertido en su confidente. Ella había dejado una huella en él. Era su hermana de diferente sangre. Y lo atormentaba suponer cuál habría sido su final. Se rehusó a ver el cuerpo sin vida, pero le habían hecho la horrible mención de que era irreconocible.
Se culpaba a sí mismo por no haber actuado a tiempo. Debió haber llevado a James de la mano directo al psicólogo o mejor al manicomio. No lo hizo y ahora temía que hubiera hecho enfurecer a algún peligroso criminal en Italia.
Una vez llegado a la estación prosiguió con mucha cautela. Ese día no estaba de servicio y aquel no era un centro de reuniones. Lo que hacía ponía en riesgo su carrera. El de Anne, era un caso ya cerrado, aparecerse un día cualquiera mostrando un archivo tan comprometedor meritaba reaperturar el caso, y desempolvar carpetas era un oficio que el Teniente Maddox encontraba incómodo. Maddox era un hombre de cuarenta y cinco años, pero que fácilmente se hacía pasar por uno de más edad. Calvo y con sobrepeso, había sido atropellado por la vida, aun así se mantenía activo en el labor.
-Oficial Dean. -saludó simpático haciendo vibrar su desgastada voz. -Podría mencionarte a muy pocos oficiales que quieran venir al trabajo, pero he aquí uno que incluso en sus días libres viene.
-Tengo razones para estar aquí. -le dijo Jonas temiendo arruinar su buen humor. En efecto, sucedió, en cuanto terminó de contarle los acontecimientos. Se aseguró de señalar a James como el culpable de todo.