Ciro, sintiéndose en mejor condición, estaba de pie frente a las botellas de licor, tan variadas, que guardaba en su bodega, sin conseguir elegirse por una. Tomó una pequeña botella con forma casi cuadrada y la ojeó, era un vodka Absolut. Pensó por un momento y luego la regresó a su puesto, en su opinión era una bebida que tomarían para pasar un buen rato, y esta no era dicha ocasión.
-¿Me llamaba, señor? -hizo acto de presencia una de las empleadas domésticas. Ciro apenas apartó los ojos de las estanterías.
-Sí. Tráeme a Brahim, tenemos asuntos que tratar. -ordenó inexpresivo.
Rodeó la mesa redonda del centro y se posó frente a otra estantería. Vio vinos y cocteles, licores que tampoco tenían mérito en la reunión de hermanos, eran bebidas muy suaves, para adormecer sus sentidos y Ciro necesitaba tener los cinco vivaces. Entre los licores suaves había una botella larga y más estrecha de lo habitual que quedaba en desarmonía con el resto de la categoría, era un Anís Siciliano, el indicado para la reunión. Tenía un sabor amargo y fuerte apremiante a los estímulos que encendía en el cuerpo humano, la suficiente para derribar a un toro salvaje. Ciro la agarró y le retiró el corcho, lo olfateó impregnándose de su olor que en abundancia llegaba a ser nauseabundo.
-Ciro. -dijo Brahim llegando a la bodega. El mencionado no se molestó en girarse. Agarró dos pequeños vasos de cristal y se colocó entorno a la mesa redonda donde ya lo esperaba Brahim. Sirvió del Anís en cada uno de ellos y lo compartió.
La reunión dio inicio, pero ninguno tomaba la palabra, solamente bebían en silencio. Ciro no perdía la atención sobre su hermano, lo tenía sometido a una inquietante mirada que Brahim prefería no corresponder, no porque no pudiera sostenerla, menos por temor; sino que era una muestra de respeto, se lo debía después de lo ocurrido.
-Marcela me ha dicho que las cargas que enviaste han sido entregadas satisfactoriamente. -comentó el mayor. Brahim no se esperaba que iniciara con preámbulos, obviamente aquello era un tema trivial comparado a todo lo que tenían por hablar.
-Es pronto para cantar victoria, todavía falta un par de entregas por confirmar. -respondió quitándose méritos.
-Con honestidad, es más de lo que esperaba que hicieras. Reconozco que te he subestimado. -Ciro bebió un largo trago de Anís resistiéndose a los gestos con los que su fuerte sabor querían demorfar su seriedad. -Saber que eres capaz de llevar el negocio solo me deja tranquilo para mi mudanza.
-¿Continuarás con eso?
-Por supuesto que sí, con más razón ahora que diste tu primer golpe. -respondió tranquilamente, ahogando el cólera que desde adentro surgía.
-Debiste haberme dicho que Anne ya había recuperado la memoria. -le recriminó entre dientes. Una mujer no podía interponerse entre un lazo sanguíneo.
-Ella no ha recuperado la memoria, todo lo que sabe es por una exhaustiva investigación, pero en realidad sigue sin recordar algo de su vida. Por eso tengo que llevármela de aquí, esta casa tiene muchos secretos colgando de sus paredes.
-Tendrás que replantearte esa idea. -fue todo lo que osó a decir.
-No te atrevas a amenazarme, no estás en condiciones para hacerlo, y ya puedes ir dejando a un lado tú idea de convertirme en viudo porque no volverás a acercarte a mi esposa. -dijo Ciro hablando muy enserio, su hostilidad lo confirmaba. Brahim levantó las manos como si se rindiera.
-Puedo asegurarte que ya lo dejé a un lado. -volvió a bajar las manos. Su bebida ya se había calentado así que no se la terminaría. -No puedes imaginarte lo cerca que estuve de lastimarla, tampoco creerías las razones por las que no estás viudo.
-Sorpréndeme, hermano. ¿Por qué no la mataste? -preguntó Ciro haciéndose suposiciones que estaban lejos, muy lejos de la realidad.
A pesar de su orgullosa y prepotente personalidad, Brahim no estaba preparado para confesarle tan cruel verdad a su hermano, después de todo era su esposa, la mujer que amaba con locura. Ésta sería, sin dudas, la puñalada más fuerte que Ciro recibiría por parte de él. Tomó una bocanada de aire que dejó escapar lentamente y confesó:
-Anne está embarazada. -el suelo bajo lo pies de Ciro se sacudió con furia y la habitación de pronto sucumbió a una pesada oscuridad. Su mirada se había convertido sombría, no lo miraba con ojos de hermano sino como miraría a un traidor, y eso era Brahim.
-Lo lamento mucho en verdad, tienes que creerme, no planeé que esto sucediera, tampoco lo esperaba. -se excusó Brahim ante su falta de razonamiento. Continuó con mucha cautela, no tenía intenciones de agravar la situación. -Entenderás que no puedo dejar que te la lleves a otro país, no mientras que mi hijo siga en su vientre.
Lo que sucedió a continuación ocurrió en un efímero instante, casi tan rápido como el pestañeo. Ciro rodeó la mesa hasta alcanzar a su hermano, lo agarró de su camiseta y lo llevó hacia atras tan fuerte que al golpear su espalda contra la estantería algunas botellas cayeron al suelo rompiéndose. Brahim no tuvo oportunidad de defenderse de su hermano que golpeaba su rostro a puño cerrado, y aunque hubiera tenido la oportunidad no lo haría, su falta debía ser castigada y él lo aceptaría. Quizás para Ciro habría sido más reconfortante que intentara defenderse, pues no se sentía bien golpear a alguien sumiso, tenía que parar o lo mataría.
-¡Ciro! -gritó asustada Anne llegando a la bodega. Brahim estaba cubierto de sangre. Entró a la pequeña jaula en la que los hermanos estaban e hizo su mayor esfuerzo por detenerlo. Afortunadamente, consiguió que soltara a Brahim quien cayó como un saco de boxeo que se desprende de su cuerda.
-Perdóname, hermano. -balbuceó Brahim escupiendo sangre, increíblemente no había perdido la conciencia.
Anne no necesitaba explicaciones para entender qué sucedía. Subió su mirada del hombre ensangrentado del suelo hacia su esposo quién la miraba con desprecio y enojo, como pocas veces había hecho.