Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 98

Durante el paso sobre las escarlatas aguas del atlántico, Álvaro vivió los cinco mejores días de su vida; bebiendo ilimitadas cantidades del más exquisito licor, fumando uno tras otro, el mejor tabaco; y probando a las mujeres que quisiera. Todo eso lo alternaba con juegos de cartas, dardos y billar. El embarque en Reino Unido hacia Le Havre, en Francia fue la parte más divertida para Álvaro, no había querido que el ferry llegara nunca. Los dueños de estos barcos de carga solían acumular exageradas deudas con los hermanos Tonali por lo que los embarques de su mercancía era una forma de retribución.

La carta, en todo momento estuvo guardada en el bolsillo interno de su chaqueta, no había confiado en dejarla en otro sitio, ni a ninguna otra persona, incluso cuando regresó a tierra firme, manejando un nuevo camión, la tuvo allí. Solo la policía sueca le había dado importancia a ese sobre, por lo demás la habían ignorado.

Arribó en Estados Unidos, por la costa de Nueva York, exactamente una semana después de su partida de Italia. Llegó en sintonía con el alba que recién le daba los buenos días a los ciudadanos de la gran manzana. Según su basta experiencia como transportador de las empresas Tonali, era la mejor hora de arribar a un nuevo país. Al amanecer, los policías parecían más simpáticos, incluso abiertos a una que otra broma.

-Good morning. -dijo a la policía que lo retuvo en el punto fronterizo, era una mujer de cabello negro y estatura baja, que le respondió el saludo con una brillante sonrisa, todo en ella era opuesta a la sueca con infulas alemanas.

-Papeles, por favor. -pidió dulcemente la policía. Álvaro le combinó su licencia y los documentos del vehículo, y aguardó paciente a que los leyera. No solía ponerse nervioso en los retenes, y ésta no era la excepción, menos cuando sentía en su bolsillo ese sobre blanco que, según él, lo sacaría de aprietos y aburridas formalidades.

-Muy bien, todo en orden. Ahora, por favor, baje del vehículo y abra la parte trasera. -dijo la sonriente mujer. Álvaro extendió una sonrisa aún más amplia, casi soberbia y sacó el sobre de su bolsillo.

-Me dieron esto para usted, creo que entenderá de qué trata. -le dijo extendiendole la carta, la policía abrió el sobre y la leyó, a medida que avanzaba sobre las letras negras imprentas en el papel su sonrisa iba desvaneciéndose y una mueca de preocupación turbó sus facciones. Enseguida, sacó su arma y apuntó al chófer.

-¡Baje del vehículo! -ordenó pareciéndose más a la sueca alemana. Álvaro, asustado, alzó ambas manos y se echó hacia atrás. Los compañeros de la oficial salieron a su refuerzo y lo obligaron a descender.

-Comunícate con los federales, ésta carta es para ellos. -dijo la mujer a uno de sus compañeros.

"Me han restringido la comunicación, y no encontrando otra manera he decidido utilizar este arcaico método, esperando que funcione. Soy Anne Johnson y estoy secuestrada en Florencia, Italia por los hermanos de la mafia: Ciro y Brahim Tonali, quiénes planean llevarme a Rusia para desconectarme del resto del mundo. Necesito que este mensaje llegue al centro de comandos del FBI y que aceleren los planes de extradición. No sé cuánto tiempo tengo, pero sé que se está agotando.

Para comprobar la veracidad de esta carta, sugirió revisar a fondo el camión en el que se traslada. Encontrarán cargamentos de drogas, camuflada en latas de fórmula para bebés."

La carta fue trasladada en helicóptero y llevada al centro de manera inmediata. El Tenientede la policía de Nueva York la entregó, personalmente, al mismísimo Maddox quién encontró gozo al leerla. Ya habían establecido comunicación con Anne, y se preocuparon cuando no respondió.

-¡Maldición Walter! Una de nuestras agentes está en situación crítica en un país Europeo y tú sigues trazando líneas. -regañó Maddox al Teniente de la división de SWAT. Había cerca de treinta policías, de diferentes rangos y divisiones, en torno a una gran mesa sobre la que había una especie de plano de la ciudad de Florencia.

-Estoy marcando las coordenadas de ubicación de la mansión Tonali, no es sencillo. -se explicó Walter queriendo no sonar tan rústico como su semejante, aunque lo sacara de sus casillas.

En su primer hecho de comunicación, Anne les había dado una ubicación poco precisa acerca de la mansión, sin embargo, no iba más allá de una vaga supocisión.

Por largos días, haciendo jornadas de veinticuatro horas, el comando SWAT había estado trazando líneas y marcando puntos, pero las coordenadas eran tan ofuscadas que en uno de sus intentos habían marcado la ubicación en medio de una corriente de río.

Jonas había leído la carta y se había alterado más que cualquier otro en la sala, sintiéndose inútil, impotente. En seguida pensó en James quien, de llegar a saberlo, armaría un caos y arremetería contra la ineficacia de los federales en su siguiente artículo.

-¿Te encuentras bien? -se interesó la técnica, combinándole una taza de té.

-Por supuesto que no. -fue sincero. Recibió el té y bebió de él con prisas. -Anne está en peligro y SWAT continúa en un punto muerto.

-Lo sé, pero no puedes culparlos, están ciegos. No pueden ver Florencia encerrados en una oficina en Nueva York, tendrán que enviar a alguien que pise Italia, solo así encontrarán lo que buscan. -ésto fue tan poco reconfortante para Jonas que bufó desesperado. Lo que decía tenía sentido, pero implicaría prolongar todavía más la operación, además de que podrían a los hermanos en sobre aviso.

-Eso llevaría mucho tiempo. ¿Qué me dices del chófer? Tiene que saber dónde se esconden.

-No hablará. Prefiere ser enviado a una celda norteamericana que traicionar a los hermanos Tonali. -dijo hundiendo cada vez más las esperanzas de Jonas. -Quizás, podamos encontrar a alguien más que ya haya estado allí. No sé, otro traficante, un socio o algún detective. Los hermanos Tonali seguro habrán tenido varias visitas de la policía.




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