Capitulo 99

Aunque hubiera querido no decirle nada a James acerca de la carta, Jonas no encontró otra alternativa, por eso viajó hasta la casa del periodista y le explicó la situación en la que SWAT se hallaba, ese punto ciego del que no avanzaba, y la solución que había aprobado como efectiva.

-El detective privado que contrataste, probablemente hubiese encontrado la casa de estos dos delicuentes. -dijo Jonas. -Si me das la información que recolectó tal vez encontremos alguna dirección.

-Ese maldito detective resultó ser un estafador.

-¡Qué!

-Lo que oyes. Me pedía más, muchísimo más de lo acordado a cambio de lo que había descubierto. Hace semanas que le perdí la pista, no volví a saber nada de él. -Jonas escuchó atento, pensativo. No era una opción descartada.

-Pásame sus datos y todo lo que sepas, o creas saber de él, lo encontraremos de algún modo. -y así hizo James. Michael no era un personaje oculto ni misterioso, todo lo contrario, sus perfiles en redes y otras fuentes de contacto estaban dispuestos al público. Encontrarlo no sería difícil para agentes competentes.

De vuelta en la sede del FBI, el equipo de técnicos buscaba en la base de datos el nombre del detective privado, adjunto a un cargo policíaco, incluso una multa de tránsito serviría para precisar su ubicación actual. Aunque el proceso resultó ser más retardado de lo esperado, en el ambiente aún se respiraba la esperanza. Finalmente, la convicción de lo que hacían fue recompensada.

-¡Lo tengo! -dijo uno de los técnicos al desaire del suspenso. -Michael Upton, detective del sector privado tiene varias denuncias y cargos por allanamiento de la privacidad.

El eufórico técnico resaltó la fotografía de Michael en la gran pantalla, dejando a la vista de todos a un hombre de piel oscura y cabello afro de bajo corte siendo enmarcando por las autoridades.

-Sí, es ese. -corroboró James cuando vio la fotografía en la pantalla. Sintiendo una especie de satisfacción, aún no ovidaba que tenía un asunto sin resolver con aquél sujeto. Lo mejor era que la policía lo tarerían frente a él sazonado en bandeja de plata.

El técnico continuó en su labor y buscó datos de su actual actividad, sabían que había estado en Italia, lo que pretendían averiguar era si seguía en Italia o si había tomado otro rumbo. No les llevó mucho tiempo descubrir que tras dejar Italia viajó a Alemania.

-Muy bien. Davies. -buscó Maddox a su agente entre la multitud, cuando lo hubo encontrado siguió: -Comunícate con la embajada alemana y pide una orden de captura para este norteamericano, explícales que es una situación de mucha severidad así que procedan con cuidado.

-Enseguida, señor. -dijo el agente y así actuó. Otro de los agentes que estaban al telefono se dirigió al superior Maddox

-Señor, las autoridades fronterizas quieren saber bajo qué cargos procesar al chofer.

-Cierto, el muchacho, lo había olvidado por completo, avísales que lo liberen.

-Pero me han advertido que encontraron…

-Bla, bla, bla. –dijo Maddox incapaz de soportar las replicas. –Sé qué es lo que hago, que lo suelten de inmediato, ordeno. –el agente, aprendido de su error, pasó el mensaje a quiénes estaban del otro lado de la línea.

La experiencia había aportado mucho poder analítico y estratégico al Viejo agente, le era conocido por sobrado cómo se manejaba la mafia. Si el product no llegaba a su destino daban por sentado que el transportador había caído, y era una noticia que corría como polvora quemándose entre los malchores. La retención del chófer advertiría a los Tonali que estaban bajo la lupa de los federales y empezarían a moverse como cucarchas escurridizas.

Todos en la sala estaban laborando en pro del rescate, desde el official más Novato hasta el más experimentado, por lo que una persona estática en una esquina era fácil de notar. Maddox se acercó a James, su mirada estaba pérdida igual que su mente.

-Oye, no había tenido la ocasión de preguntarte: ¿cómo está tu hija? No puedo imaginar el sinfín de emociones que debe de sentir una chica de su edad al saber que después de todo, su madre está viva. –Maddox sonó genuinamente amable, no obstante, James, que no confiaba en lo absoluto en aquel hombre. Demoró un par de segundos buscando dónde estaba la malicia. Al final dejó su orgullo a un lado.

-No se lo he dicho aún, temo ilusionarla antes de lo debido.

-Tonterías, hombre. Anne sigue viva y no la perderemos, ve a casa y dile a Lauren que pronto podrá ver a su madre. –dijo el veterano agente palmeando su espalda. James no supo explicarse el “por qué,” pero aquellas palabras soplaron de su alma las dudas que por naturalidad albergaba, fue aliviador escuchar el aliento de un hombre tan poco onírico como lo era Maddox. Así, movido por esa descarga de esperanza, James salió de la sede del FBI y corrió hasta el departamento de Jonas a esperar que su hija regresara del colegio.

Cuando los dorados rayos del sol emprendían su despedida, padre e hija disfrutaban de una tarde escapa de de la rutina. Estaban en un parque de atracciones jugando tiro al blanco y subiéndose a las diferentes máquinas de atracción. Una tarde que reconfortó a Lauren quien había tenido la vehemente impresión que había perdido a su padre el mismo día que a su madre. Volver a oír la risa de éste la lleno de vida y le devolvió el trozo de juventud que había perdido. Para James fue una experiencia similar, aunque tener en mente la obligación de decirle a su hija que su madre no había muerto le impedía alcanzar el gozo. Temía su reacción, que se ilusionara demasiado o que lo tomara por un demente, tenía razones para creerlo así.

Pausaron la emoción para comer con un sandwich de helado, sentados en una de las bancas de madera puestas frente a las azules aguas del océano que en el horizonte acariciaba el cielo, teñido de su reflejo azul. James se armó de toda la fuerza que sentía en su interior y empezó a hablar: