Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 104

Eran las dos con trece minutos en Italia. Los desvelos de Ciro ya se habían convertido en costumbre, asimismo, su gusto por el licor. Estaba en la bodega de su casa bebiendo del anís siciliano cuyo sabor amargo llegaba acompañado de recuerdos igualmente amargos que revivían el momento en el que su propio hermano, sangre de su sangre, le manifestaba que había embarazó a su esposa, la mujer de su vida. Si se embriagaba no era para olvidar, nunca entendió a las personas que bebían para olvidar sus penas, él las mantenía frescas en su mente, lo hacía para poder conciliar el sueño. Utilizaba el licor como sustancia soporífera.

El silencio de su soledad fue rasgado por el timbre de llamadas de su celular. Tomó el aparato con su manos libre, sin soltar la copa de anís, ojeó el identificador notando una llamada de uno de sus lacayos. Presionó el botón verde y llevó el celular a su oído, al tiempo que acercaba la copa a su boca.

-Señor, acaban de informarme que el detective norteaméricano fue arrestado en Alemania. Investigué, lo han trasladado a Estados Unidos. –por su melancólico estado, casi adormecido, fue incapaz de entender la gravedad del asunto. Solo sentía ira al ser mencionado ese personaje. Su eficiente trabajo le había dado las últimas piezas del puzle a su Bethany, por él la había perdido.

-Llama a nuestra gente en los Estados Unidos, diles que se encarguén del problema. Que no quede más que un triste recuerdo. –después de dar la orden, colgó. Se regocijaba en la dicha de culpar a alguien más por sus malas decisiones.

Terminó su copa de una sentada, sin embargo, seguía sin ser suficiente, no paraba hasta haber caído adormilado en contra de su voluntad, como si perdiera la conciencia. Se levantó y rellenó la copa, el líquido amarillento y de olor nauseabundo rozaba el bordillo. Mientras que regresaba a su asiento dejó la copa a la mitad de su contenido. El sabor ya no le parecía tan amargo, solo dejaba un hormigueo en su garganta. Otra vez su celular timbró, esta vez advirtiéndole una notificación en su bandeja de entrada de su cuenta e-mail. Había dado una cuota inicial para comprar una hermosa cabaña hecha con madera de roble a las afueras de Moscú, a orillas del lago vlazhnyy, y le solicitaban una confirmación de compra. Era el lugar al que tenía planeado mudarse con Anne, una réplica casi perfecta del jardín del Edén, rodeado de un jardín provisto de colores y variedades floreles, con árboles frutales donde las avecillas se posaban para entonar una alabanza a la naturaleza. Ciro se había permitido fantasear con cómo habría sido su vida allí, junto a la mujer que amaba. Se despertaría temprano, a las siete, quizás antes, para apreciar a su esposa dormir a su lado y esperar a que los rayos del sol entraran por los cristales del balcón y acariciaran su piel desnuda. Prepararía un rico desayuno, no era bueno cocinando, pero por Anne aprendería y le prepararía las mejores comidas. Luego saldrían a pasear y recorrer las hectaréas, conocerían a los vecinos y caminarían un poco más antes de volver a casa. Almorzarían al aire libre y pasarían el resto del día tumbados en el sofá viendo una película, o jugarían algún juego de mesa tendidos en el césped verde y fresco del patio. Y al caer la noche se encontrarían ambos bajo las sabanas de seda haciendo el amor hasta qudar dormidos entre los brazos del otro. Le habría dado una maravillosa vida.

Ignoró la notificació y volvió a guardar el celular. El anís amargo se deshizo de sus dulces pensamientos. Si sus plans hubieran resultado a su favor, a esa hora estaría camino a Rusia acompañado por el amor de su vida, donde los espera un”felices para siempre.” Maldijo a Brahim, el monstruo de su cuento de hadas.

El licor empezó a surtir efecto, sus parpados empezaban a sentirse pesados. Se levantó y tomó la botella de anís, por si llegara a necesitarla. Dejó su aparato móvil sobre la mesa para evitar nuevas interrupicones, no quería hablar con nadie, tampoco deseaba enterarse de nada. La vida había perdido sentido para él. Subía las escaleras y bebió un trago largo de Anís, estuvo cerca de atragantarse, aunque logró resistirse al impulso de escupirlo todo. Cuando estuvo en la planta inferior, notó que la puerta principal se abría de sorpresa dándole el paso a un alterado Brahim.

-¿Qué haces aquí? –le preguntó de mala gana Ciro, aún no levantaba la orden de restricción.

-Estamos en problemas. –adivirtió el menor de los hermanos. Su voz sonaba con un matiz entre la ira yla angustia. –Los federales allanaron mi departamento.

El panorama se abrió para Ciro, notó sus vestiduras desaliñadas y rasgadas, y su respiración estaba agitada. Pero lo más claro eran sus manos teñidas de rojo carmesí, era sangre.

-¿Qué fue lo que pasó? –inquirió Ciro despertándose por completo. Ya no había licor que adormeciera sus sentidos.

-Yo estaba dormido cuando escuché de pronto un fuerte golpe que derribó la puerta. –empezó narrando, tartamudeando en ocasiones. Estaba nervioso. –Corrí a la cocina, tenía planeado huir por las escaleras de emergencia, pero un agente me lo impidió. Conseguí soltarme de él clavando un cuchillo mondador en su cuello. –tragó saliva mientras que sus ojos iban frenéticos de un lado a otro, recordando la escena. –Creo que le llegué a la yugular, brotaba demasiada sangre. A penas pude llegar aquí.

-¡Maldición! –espetó Ciro llevándose las manos a la cabeza. Lo entendió de pronto. –El detective privado, lo arrestaron en Alemania. Seguramente fue él quien los llevó hasta tu departamento.

-Y vendrán aquí también. Tenemos que largarnos cuanto antes. –Ciro estuvo de acuerdo.

-Ve por el ordenador portátil de mi oficina y cualquier dispositivo de almacenamiento que encuentres. Yo iré por Anne. –ordenó el mayor. Lo que no sabía era que Anne estaba oculta en las escaleras, siendo testigo muda de la conversación. Los federales, no tenía duda de que estaban allí por ella. Regresaría a Estados Unidos, finalmente, podía recuperar su verdadera vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.