Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 106

La inmensidad del bosque quedaba reducida a los pies de Ciro, lo conocía como la palma de su mano, y no era para exagerar. Él había crecido allí, había jugado numerosas veces a las escondidas con Brahim, también lo había caminado con su padre buscando fauna que cazar. Nunca habría imaginado que en un futuro cazaría a su esposa. Fue cuando entendió que él no era dueño de su destino, lo que más miedo le causaba.

-¿A dónde me llevas? –preguntó Anne calmando el llanto por fin. Caminaba por delante de Ciro, sujetada por una de sus manos que se aferraban a su delgado cuello, mientras que en la mano libre sujetaba el arma en la zona de su espalda baja.

-Brahim nos está esperando. –fue todo lo que dijo.

Sentía su corazón estrujándose, oponiéndose a este acto de crueldad para con su esposa, la mujer de su vida. La había encontrado oculta detrás de la roca mucho antes de que lo hiciera el agente y se quedó tieso, viéndola aterrada. Quiso dar media vuelta e irse, llegar con Brahim y mentirle, que no la había encontrado. Creyó que tenía el valor para dejarla ir, pero cada vez que intentó moverse sus pies se resistieron, como si hubiesen estado anclados al suelo. Cuando el agente la encontró y se dispuso a llevársela, un dolor más fuerte que el puntapié en su entrepierna golpeó su pecho y encendió su ira. No podía ser aquella su despedida, así que salió y le disparó al agente.

-Ciro, hablemos por favor. –pidió Anne, caminando a la voluntad de su esposo. –Déjame ir, prometo que no revelaré nada de ti y de tu hermano a los federales. No me importa, solo quiero que esto acabe.

-¿A qué te refieres con “que esto acabe”? ¿Lo nuestro? –su voz perdió intensidad, casi se asemejaba a la voz quebradiza de Anne.

-Lo nuestro no es real, acéptalo, por favor. –las lágrimas se asomaron en los ojos de Ciro. Para él sí era real, era lo más real que había sentido en su vida.

-Si supieras la clase de poder que tienes sobre mí, entendieras qué tan real es lo que tenemos. –dijo entredientes. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

A medida de que avanzaban el bosque perdía espesor, era más frecuente ver claros donde la luz natural arremetía de lleno. La esperanza fue desvaneciéndose en Anne. No había manera de que S.W.A.T hiciera el recorrido que ellos acababan de hacer sin al menos perderse una vez.

Finalmente, llegaron a un claro, libre de árboles y demás flora, era un espacio librado de obstáculos, tan alto que la bruma que flotaba en la superficie no era niebla sino nube. Habían llegado a la cúspide.

Había un helicóptero estacionado en el medio del claro, y Brahim estaba recargado en él, usando unos anteojos oscuros. Era el plan B que siempre tuvo respaldado a Sandro, aunque el patriarca nunca se vio en la necesidad de usarlo.

-Hubieses tardado diez minutos más y me habría largado de aquí. –dijo Brahim llegando al encuentro de los otros dos. Sonaba muy calmado, era más una broma que un reproche.

-¿Sabes pilotar esa cosa? –cuestionó Anne mirando la máquina de hélices. Brahim viró la mirada, luego la regresó a ella.

-Hace mucho tiempo que no lo hago, pero lo que bien se aprende jamás se olvida. –sus ojos descendieron hacia su vientre. Ansiaba verlo pronunciado, que su embarazo fuera notable para todos. -¿Cómo te sientes? –Anne se maravilló por lo absurdo de su pregunta. Se sentía terrible, estaba en medio de una guerra siendo el trofeo de un par de asesinos y encima fue testigo de un asesinato. La sangre del agente se secaba en su piel.

-Vámonos. No perdamos más tiempo. –dijo Ciro haciéndose el oídos sordos a la pregunta de su hermano.

Guardó el arma y rodeó con su brazó la cintura de Anne, interponiéndose en medio de ella y de su hermano, estaba celoso.

La mujer se frenó en medio del camino hacia el helicóptero. No estaba amarrada, correr sería fácil, pero ellos tenían armas, si quisieran pudieran dispararle una pierna e inmovilizarla, suponiendo que estuvieran tan cansada de ella que ya no valdría ni el matrimonio ni el embarazo.

-No iré con ustedes a ningún lado. Si quieren subirme a esa cosa tendrán que disparame. –se opuso. Los hermanos se volvieron para mirarla. Intercambiaron miradas, acordando telepáticamente estar en disconformidad con ella.

-Si quisiéramos dispararte ya lo habríamos hecho. Anda sube, desde arriba la vista es muy hermosa. –dijo Brahim como si ofreciera un servicio de turismo. Pero Anne no se movió, de hecho retrocedió unos cuantos pasos con cuidado. El corazón de Ciro estaba desagrrado a la mitad viendo sus ojos avellanas llenos de terror.

-No compliques más la situación. Estarás bien. –pidió su esposo con serenidad, estaba cansado de obligarla a hacer cosas en contra su voluntad, una vez más tendría que hacerlo.

-Por favor, hermano, no tenemos tiempo, pronto oscurecerá. –se quejó Brahim desde atrás.

Ciro se lanzó hacia Anne y la abrazó por la espalda, usando sus brazos como una especie de camisa de fuerza. La levantó del suelo con la ligereza de una pluma, sus músculos duplicaban su tamaño y fuerza.

-Enciende el helicóptero. –dijo Ciro por encima de los gritos de Anne. Lanzaba patadas y forcejeaba intentando soltarse de los brazos de su esposo. Brahim se apresuró en subirse al lado del piloto.

Anne se resistía con todas sus fuerzas, sabiendo que una vez estuviera dentro del helicóptero en marcha, perdería para siempre su verdadera vida. Las hélices empezaron a girar y Anne ya estaba a un empujón de entrar. No obstante, colocó uno de sus pies en el suelo de la máquina y empujó echándose hacia atrás. El equilibrio de Ciro vaciló y cayó sobre su espalda, Anne quedó encima de él, por fin libre. Sintió un tirón en la bota de su pantalón cuando quiso levantarse lo que la dejó de vuelta en el suelo. Lanzó una patada que quebró el tabique nasal de Ciro haciéndolo retorcerse del dolor, mientras que la sangre percudía su rostro.

El arma cayó de su espalda y Anne se apresuró a tomarla. Podía correr devuelta a donde el bosque se volvía tupido, pero no tenía ningún caso, no mientras que los hermanos siguieran detrás de ella. Se plantó con los pies firmes apuntando hacia Brahim que ya había bajado para echarle una mano a su hermano.




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