Los hermanos Tonali: Atractivos y Peligrosos.

Capitulo 107

Una vez más, Bethany se despertaba en una insípida y fría cama de hospital, pero esta vez no era en Florencia, y tampoco se llamaba Bethany, sino Anne. En cuanto arribó a tierras norteamericanas sintió un inmenso alivio, por fin dejaría de pelear por su vida. Fue trasladada a un hospital que ofrecía servicios exclusivos a agentes de la ley, veteranos y sus familiares. La sometieron a diferentes pruebas, desde sanguíneas hasta un estudio psicológico. Finalmente estaba sola, tumbada sobre su espalda mirando a través de la ventana una luna que estaba a un par de noches en llenarse, era igual de bonita que en Italia. Pensaba en Brahim, si había llegado a tiempo a un hospital o se habría muerto en el helicóptero. Y pensaba también en Ciro, en esa última promesa que le había hecho. No quería obsesionarse, pero era casi imposible. Si algo había aprendido de Ciro Tonali era que es obstinado, haría lo posible por hacer valer su palabra. “Bethany” le había dicho, nunca pudo aceptar la realidad.

La puerta se abrió interrumpindo sus pensamientos. Una mujer alta de cabello negro y tez bronceada penetró la estancia. Tenía una amplía sonrisa que dejaba en descubierto su dentadura perfectamente blanca. Por sus vestiduras se aclaraba que era una doctora.

-Hola Anne. –dijo la mujer, a Anne le pareció que debía recordarla, pero su mente no podía asimilarla con algo del pasado. -¿Cómo te sientes?

-Cansada. –dijo con un desganado tono de voz.

-Puedo imaginarlo después de todo por lo que has pasado. –su sonrisa desapareció y sus facciones se transformaron en seriedad, empezó a vacilar intentando buscar las palabras adecuadas para informarle algo, aunque Anne no estaba asustada. Había pasado por tanto que ya no tenía razones para temerle a nada.

-¿Cómo está el bebé? –preguntó demasiado cansada como para expresar emoción. La doctora la miró notoriamente sorprendida.

-¿Sabes que estás embarazada? –cuestionó a penas eludible. Anne asintió con la cabeza. -¿Quieres contarme cómo pasó?

-Es una larga historia, quizás otro día. –dijo dándole largues al asunto. -¿Cómo está?

-En perfectas condiciones, el feto no presenta ninguna anomalía. –nada diferente a lo que el doctor Lamberti le había dicho.

Anne regresó la mirada a la luna. Aún no había decidido qué hacer con su embarazo, ahora tenía la opción de decidir.

-El embarazo es viable para practicar una interrupción del desarrollo fetal. –dijo la doctora como si adivinara sus pensamientos. Anne lo sabía, pero eso no hacía más fácil la decisión. Brahim daría por sentado que lo interrumpiría y eso era un punto a su favor. Sacudió la cabeza, no era el momento para pensar en ello.

-Lo tendré en cuenta. –resumió volviendo a mirar a la doctora. Está le dejó saber que podía acudir a ella por cualquier consulta. Lo dijo con un tono de amabilidad, no era un comentario arbitrario de doctor a paciente. La doctora se refería a cualquier cosa que necesitara, dentro o fuera del hospital. Definitivamente, Anne debía recordarla.

-Afuera hay algunas personas que quieren pasar a verte, si deseas, puedo decirles que vuelvan luego.

-No, está bien. –concedió Anne. Prefería terminar con los interrgatorios y todo lo demás de una vez, luego podría descansar a gusto.

Se reincorporó en la cama quedando sentada. La doctora salió y por la misma puerta ingresó un señor entrado en edad, de contextura gruesa que sonría con menos amplitud que la doctora, pero igualmente feliz.

-Agente Anne Johnson, mi nombre es Peter Maddox y soy Teniente de la divisón del FBI. –dijo extrechando su manos. –Entiendo que aún tiene varias cosas que procesar, solo quería prestarle mis servicios en su recuperación.

-Lo aprecio. Y quería agradecerle por rescatarme, me ha salvado la vida. –Maddox levantó las manos rechazando sus adulaciones.

-Yo no hice nada, todo el mérito le pertenece a usted. –se apoyó en la barandilla inferior de la cama. –Necesito saber qué pasó con los hermanso Tonali.

-No lo sé. Me llevaron a orillas de un río y quisieron dispararme en la cabeza, alcancé a arrojarles una roca y escapé. –mintió hábilmente. Le había dicho a Ciro que nos los delataría y no pensaba defraudar su palabra. Maddox asintió, imaginándose la escena y exaltando más aun su valor.

-Cuando se sienta lista puede hablar conmigo todo cuanto recuerde de su estadía en Italia, es para sumarlo al archivo. –dijo sin poner presión. Anne estuvo deacuerdo.

Salió de la habitación. No sabía cuándo iba a tener que plantarse frente a ese señor y narrarle lo que pasó en Italia, pero sabía que la verdad tenía puntos negros que no confesaría. La puerta volvió a abrirse, está vez para darle paso a un hombre de tez oscura. Su rostro hizo en Anne una chispa y por primera vez recordaba a alguien.

-Soy Jonás, fuimos…

-Jonás. –dijo Anne emocionada, era ese el nombre que recordaba vagamente, no se equivocaba en la incial con la que empezaba. Aquel rostro fue el primero en darle sentido a su vida.

-¿Sabes quién soy? –inquirió incluso más emocinado que ella.

-Sí, sí sé quién. Te recuerdo. –dijo extendiendo sus brazos para recibir un edificante abrazo. Jonás se inclinó sobre la cama y la apretujó entre sus brazos, feliz de tener de vuelta a su mejor amiga. Sus ojos amenzaron en llorar, aunque se resisitió. A penas se deslizó una lágrima que limpió rápidamente. Anne en cambio, no quería llorar. Quería reír y rió con muchas ganas. Recordando los tiempos de la academia y los días en que ambos fueron patrulleros en las calles, atrapando delicuentes menores hasta que ella deseó subir el desafío a su vida y se presentó para la unidad de inteligencia.

Con ayuda de Jonás, fue recordando gradualmente el resto de su vida, en especial su juventud. Sus padres estaban divorciados desde que ella tenía quince años, aunque sostenían una buena relación por el bien de sus tres hijas, ella era la menor. A su familia se sumaban cinco sobrinos a los que recordaba con mucho aprecio.




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