Los hijos de Imperium

07 | El inicio de la caída

El invernadero de Imperium Academy nunca estaba del todo vacío, pero sí lo suficientemente apartado como para que la mayoría fingiera no saber de su existencia.

Adrien había llegado antes que Leyla, como siempre.

No por impaciencia, sino por costumbre. Acomodado junto a una mesa de jardinería, hojeaba distraído un cuaderno de piel que alguien había dejado olvidado, mientras deslizaba un dedo sin apuro por el tallo de una planta carnívora.

La humedad en el aire hacía que las hojas relucieran bajo la luz que entraba por los ventanales empañados. Todo parecía estar en su sitio. Artificial, sí, pero controlado.

Cuando escuchó los pasos de Leyla, no levantó la mirada de inmediato. Se tomó su tiempo.

—Estás puntual —comentó con una calma casi aburrida, cerrando el cuaderno con un leve chasquido—. No esperaba menos.

—No vine por cortesía —respondió Leyla, cruzándose de brazos mientras lo observaba con expresión neutra. Había aprendido a leer entre líneas en Imperium, pero con Adrien siempre era un juego de paciencia.

Adrien sonrió, breve. Un gesto más mecánico que genuino.

—Nunca vienes por cortesía —asintió, dejando el cuaderno a un lado—. Pero bueno, aquí estamos.

Ella no contestó, esperando que él fuera al grano. Adrien, en cambio, ladeó la cabeza como si estudiara una planta enredada entre las macetas.

—Estaba pensando —empezó, en tono de conversación ligera—. ¿Te has fijado cómo algunas de estas flores necesitan espacio para crecer? Pero claro, hay otras que… simplemente no saben detenerse.

Pasó la yema de los dedos por una enredadera que empezaba a trepar fuera de su maceta. La apartó con descuido, como quien señala algo obvio.

Leyla mantuvo el silencio, aunque su mandíbula se tensó por un instante.

—¿Esto es una lección de jardinería o piensas llegar a algo concreto? —preguntó sin emoción, sin darle la satisfacción de reaccionar.

—Ah, hermana… —Adrien soltó una pequeña risa nasal, sin mirar directamente—. Todo en Imperium es una lección. Solo depende de quién esté prestando atención.

Sus ojos, por fin, buscaron los de ella. No había amenaza explícita, pero sí esa chispa que conocía bien: juego de poder encubierto en charla inofensiva.

—Me dijeron que tienes cierta cercanía con Bolton —comentó como quien habla del clima—. Curioso, ¿no crees?

Leyla, firme, no parpadeó.

—No tengo cercanías. Ni con ella ni con nadie —respondió seca.

—Claro —murmuró Adrien, como si aceptara la respuesta, aunque su tono no delataba si le creía o no—. Pero ya sabes cómo es esto. Las malas hierbas se enredan rápido.

Hizo una pausa, como si dejara flotar sus palabras en el aire húmedo del invernadero.

—A veces, si dejas que una crezca, terminas teniendo que arrancar de raíz todo el jardín.

Leyla bajó la mirada hacia la planta que él había apartado momentos antes.

No respondió. No lo necesitaba.

Adrien sonrió con desgana, notando su silencio como la confirmación que buscaba.

—No te preocupes —añadió, como si cerrara un tema trivial—. No vine a pedirte explicaciones. Solo pensé que tal vez… te gustaría estar al tanto.

Leyla soltó una risa breve, sin humor.

—Qué atento —respondió, con una ironía seca.

Adrien dejó que la respuesta cayera entre ellos. No era necesario apretar más.

Se apartó de la mesa, caminando despacio entre las macetas alineadas. Su voz se escuchó mientras se alejaba, con la ligereza de una charla cualquiera:

—Algunas flores no sobreviven al invierno, Leyla. Pero las que lo hacen, suelen ser las más interesantes.

Y sin esperar respuesta, desapareció entre las sombras del invernadero, dejando tras de sí el eco de una advertencia que nunca había pronunciado del todo.

Leyla se quedó en silencio, con la humedad del lugar pegada a la piel y un nudo en la garganta.

No tenía dudas de a qué se refería Adrien.

Pero, como siempre, no decir nada era lo más seguro.

La academia continuaba su curso como si nada hubiera ocurrido, pero las piezas sobre el tablero ya habían empezado a moverse.
Mientras Leyla salía del invernadero, la vida en Imperium parecía seguir su danza perfecta: risas forzadas en los corredores, pasos apresurados, rumores que corrían más rápido que las noticias oficiales.

Sin embargo, lejos de esa superficie inquieta, en el corazón oculto de Imperium, el escenario era otro.

La suite privada de la Cúpula parecía un santuario dentro del caos de la academia. No había rastros de la agitación estudiantil, solo lujo y decadencia.

El mármol negro relucía bajo la luz cálida de las lámparas colgantes, mientras el cristal de las copas tintineaba con cada movimiento perezoso. El aroma de una mezcla exquisita de tabaco suave y velas caras flotaba en el ambiente, denso pero familiar.

Xander estaba apoyado contra la barra, revolviendo el hielo en su vaso sin real interés, mientras Jiah hojeaba una revista de alta gama, como si el mundo exterior no existiera.

No existía, en realidad. No dentro de esas paredes.

Ahí, el tiempo se medía de otra forma.
No en clases ni en campanadas, sino en caprichos satisfechos y sentencias selladas con una sonrisa.

—Los Vellacourt están arruinados —comentó Jiah con desdén, pasando de página con una manicura impecable—. Uno de los sirvientes de mi madre lo confirmó ayer. Aparentemente, un escándalo financiero bastante… jugoso.

—Bah —replicó Xander, sin levantar la vista del vaso—. Ya era hora. Los Vellacourt siempre fueron un espectáculo barato con fachada de realeza.

—Aun así, será divertido ver cómo suplican por alianzas —añadió Sienna, tomando un sorbo de vino desde su lugar en el sofá más amplio—. Cuando el dinero desaparece, la dignidad es lo primero que se vende.

La conversación flotaba entre ellos como una danza ensayada. Vacía de esfuerzo, llena de veneno educado.

Dorian, apartado junto a una estantería de licores importados, deslizó los dedos por el cuello de una botella sin abrir, ausente, pero escuchando. Había algo en la calma del grupo que siempre le parecía artificial. Demasiado perfecto.



#263 en Joven Adulto
#372 en Detective
#299 en Novela negra

En el texto hay: romance, academia, elite

Editado: 28.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.