Los Hijos de Ipswich El lado oscuro del pacto

Capítulo 2 parte II Noche de Fuego y Sombras

La tensión no desapareció de inmediato. Aunque el oficial había dado permiso para marcharse, el ambiente seguía cargado, como si el aire mismo se negara a volver a la normalidad. Poco a poco, los estudiantes comenzaron a dispersarse, algunos en silencio, otros murmurando teorías en voz baja.

Reid chasqueó la lengua con fastidio.

—¿Un asesinato? ¿Y por eso tenían que arruinar la fiesta?

—Reid, esto es serio —dijo Caleb con el ceño fruncido—. No bromees.

Pogue soltó una risa breve.

—Solo está enojado porque Tyler le quitó a la chica.

Reid rodó los ojos, sin responder.

Tyler se acercó, con una expresión tranquila pero firme.

—Vamos, hermano. No estás molesto de verdad... ¿o sí?

Reid lo miró con una mezcla de resignación y orgullo herido.

—¿Tú qué crees?

Tyler suspiró.

—Escucha, Reid. Eres mi mejor amigo, así que te seré sincero. Selene me atrae de una forma que no sé explicar. Me gusta... y hace mucho que nadie me hacía sentir así. Pero si tú realmente sientes algo por ella, me haré a un lado. Aunque me cueste.

Reid lo observó en silencio por unos segundos. Luego suspiró, bajando la mirada.

—Está bien, Ty. Sé que estaba molesto, pero... no significa que hayas ganado. Ella debe elegir. Si te elige a ti, lo entenderé. Además, no es la única chica en el mundo.

Tyler sonrió y le dio un codazo amistoso.

—Eso suena más a ti.

Ambos rieron, disipando parte de la tensión.

A unos metros de distancia, Selene sintió la vibración de su teléfono en el bolsillo. Al mirar la pantalla, su expresión cambió. Se alejó unos pasos, buscando un rincón más apartado entre los árboles antes de contestar.

Era Demioz Neberiuz.

Del otro lado, una voz grave y calculadora se deslizó por la línea, fría pero con un matiz seductor.

—Y dime... ¿ya cumpliste lo que te pedí?

Selene exhaló lentamente, conteniendo el nerviosismo.

—No. Aún no. Apenas llegué. Por favor, dame tiempo. Necesito ganarme su confianza. Sé que no te defraudaré.

Hubo un silencio tenso antes de que Demioz respondiera, su tono endurecido.

—Claro. Pero no tenemos tiempo, y lo sabes. Gánate la confianza de los Hijos de Ipswich... o seguirán apareciendo más cadáveres. Hazlo por las buenas, como tú quieras. O yo iré... y lo haré por las malas. ¿Entendido?

Selene apretó la mandíbula, su mirada clavada en la oscuridad.

—Entendido.

Sin más, colgó la llamada.

A unos metros, Caleb la observaba. Había notado cómo se alejaba, cómo su postura se tensaba al hablar por teléfono. Y ahora, al verla guardar el móvil con un gesto nervioso, algo en su interior se encendió. No era solo preocupación. Era sospecha.

Reid se acercó con una sonrisa despreocupada, ajeno a lo que acababa de ocurrir.

—Bueno, ¿y si vamos al Barr de siempre y seguimos divirtiéndonos?

Caleb asintió, sin dejar de mirar a Selene.

—Claro. Avísale a Selene.y a las chicas Tyler, tú también ve.

Ambos asintieron y se dirigieron hacia ella, sin saber que la noche apenas comenzaba a revelar su verdadero rostro.

Mientras los demás se preparaban para marcharse, Caleb se acercó a Pogue y le susurró con discreción:

—¿Lo notaste? Se puso nerviosa por esa llamada. Y justo cuando aparece... vuelve a morir un estudiante. ¿No te recuerda a lo que pasó con Chase Collins?

Pogue frunció el ceño, incómodo.

—Sí, es curioso. Pero seguro llamó a un familiar. ¿No crees?

—No lo creo —respondió Caleb, serio—. No con esa expresión. Además, desde que llegó siento algo... un mal presentimiento. Una energía extraña que no logro identificar.

Pogue suspiró, resignado.

—Está bien. ¿Qué propones, Cal? Solo espero que tus sospechas no sean ciertas. A Tyler y a los demás les agrada. A mí también, si soy honesto.

—Lo sé. Pero si no me equivoco, nuestros amigos podrían estar en peligro otra vez. Especialmente Sarah... y Kate.

—Sí. Lo sé.

Caleb bajó aún más la voz, su mirada fija en Selene a lo lejos.

—Bien. Pongámosla a prueba. Hagamos que ocurra un “accidente” en el restaurante. Si tiene poderes como nosotros, tal vez reaccione. Eso explicaría la energía que siento a su alrededor.

Pogue dudó un segundo, pero finalmente asintió.

—Claro... aunque lo dudo. Solo las cuatro familias poseen el poder. Y solo los primogénitos. Pero bueno, confiaré en ti. En fin... en marcha.

Todos subieron a sus autos y se dirigieron al restaurante.

El lugar era una especie de caverna moderna, con mesas de billar, dardos, luces tenues y música alternativa. Era el sitio favorito de los estudiantes de Spencer Academy para relajarse después de clases o fiestas.

Al llegar, Caleb, Pogue, Tyler y Reid se acercaron a la barra para ordenar algo. Mientras tanto, Sarah, Selene y Kate se sentaron en una mesa cercana al ventanal.

Kate miró a Selene con una sonrisa cómplice, apoyando el mentón en la mano.

—Sabes... es obvio que le gustas a Reid y a Tyler. Deberías elegir. Tyler es tranquilo, dulce. Reid... bueno, es el típico chico problema. Pero es tu decisión.

Selene sonrió con calma, sin alterarse.

—Gracias por tu opinión, Kate. Lo tendré en cuenta.

La conversación derivó en temas más triviales: moda, clases, anécdotas del internado. Rieron, compartieron bromas, y por un momento, todo pareció normal.

Pero en la barra, Pogue miró a Caleb y murmuró:

—Bueno... pongamos en marcha el plan.

—Yo sugerí algo más ortodoxo —respondió Caleb, cruzado de brazos—. Pero si esto no funciona, haremos lo mío.

Pogue sonrió con picardía.

—Claro.

Sin más, cerró los ojos un instante y canalizó su poder. Su energía se deslizó sutilmente por el local, hasta alcanzar a un chico que jugaba en la mesa de billar. Manipuló su voluntad con un leve empujón mental, apenas perceptible.

El chico dejó el taco de billar, tomó su bebida y se dirigió tambaleante hacia la mesa de las chicas… con una actitud que no prometía nada bueno.




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