Los Hijos de Ipswich El lado oscuro del pacto

Capítulo 3 – Sombras en el Aula, Luz en el Corazón

**Los días siguientes transcurrieron con una calma traicionera.**

En Spencer Academy, la rutina aparentaba normalidad: clases, pasillos plagados de rumores, exámenes, risas contenidas. Pero para Caleb, Pogue, Reid y Tyler, nada era igual.

Selene Belial ya no era solo la chica nueva.

Ahora era un enigma. Una figura inquietante. Una posibilidad peligrosa.

Y estaban decididos a descubrir qué escondía.

La seguían con una vigilancia discreta, Caleb y Pogue registraban cada detalle: sus horarios, sus conversaciones, sus silencios. Reid, aunque incrédulo, participaba con su sarcasmo habitual y mirada incisiva. Incluso Sarah y Kate comenzaban a notar ese cambio invisible que flotaba en el aire.

—¿Por qué están tan pendientes de ella? —preguntó Sarah una tarde, cruzándose de brazos con inquietud.

—Es... complicado. Pero te juro que te lo diré cuando pueda —respondió Caleb, sin dar más explicaciones. Luego la besó en la frente con una ternura que ocultaba preocupación.

—Está bien —susurró Sarah—. Confío en ti.

Mientras tanto Selene, sentía el cambio en el ambiente.Lo percibía en las miradas, en los murmullos que cesaban al pasar. Aunque no decían nada, sus ojos se volvieron más cautelosos. Más opacos.

Excepto con Tyler.

Una tarde, después de clases, Tyler la encontró en el invernadero. El sol descendía lento, filtrándose entre los cristales, pintando las hojas en tonos ámbar y jade.Selene estaba sentada, encorvada sobre una libreta que no escribía. Solo la contemplaba, como si esperara que las palabras surgieran solas.De pronto, su teléfono vibro sin más levantó el teléfono. Era un mensaje de Demioz que iluminó la pantalla:

*El tiempo corre, mea bella smaragdi.*

Cuando lo leyó. La angustia se apoderó de su rostro. Sin más dejó el teléfono boca abajo sobre la mesa, se frotó la frente con desesperación.Tyler, desde la entrada, notó el temblor en su gesto. Se acercó con cautela.

—¿Puedo sentarme? —preguntó, en un susurro que no rompiera el momento.

Ella alzó la vista.Por un momento hubo un destello de querer huir en su mirada, pero también algo que la detuvo. Asintió en silencio.

—Adelante.

Tyler se acomodó a su lado, sin invadir el espacio. El invernadero se volvió un lugar suspendido. Todo parecía contener el aliento.

—¿Estás bien? —se atrevió a decir.

Selene cerró los ojos, apenas un segundo. La pregunta había tocado algo profundo, algo que estaba a punto de resquebrajarse.

—No lo sé —murmuró, con la voz quebrada.

Tyler observó el temblor de sus manos sobre la libreta. No había juicio en su mirada, solo un cuidado silencioso.

—¿Quieres hablar de eso?

Ella tragó saliva. Su voz se aferraba al borde del abismo.

—No puedo. No debería.

—¿Por qué?

Selene lo miró. Y por primera vez, Tyler vio más allá del misterio.Vio miedo. Culpa. Vio a una chica que llevaba consigodemasiadas sombras para su edad. Una carga que no podía poner en palabras.

Selene apartó la mirada.

—Porque si lo hago... podrías odiarme.

Tyler negó suavemente con la cabeza, sin apartar los ojos de ella.

—No creo que eso me sea posible.

Ella bajó la vista. Una lágrima silenciosa cayó sobre la hoja en blanco.

—No soy quien crees que soy, Tyler. No soy una buena persona.

Tyler se inclinó un poco más. No la tocó, pero su cercanía era un refugio.

—Entonces muéstrame quién eres. No tienes que enfrentarlo sola.

Selene lo miró, con los ojos enrojecidos, y por un instante pareció a punto de abrirse por completo. Pero algo dentro de ella se quebró.Se inclinó hacia él. Apoyó la frente en su hombro.Y Tyler la rodeó con los brazos, en silencio.No había juicio. No había promesas vacías. Solo un abrazo capaz de contener una tormenta.

**No necesitaba respuestas en ese momento.**Solo necesitaba que ella supiera que no estaba sola.

Desde el pasillo exterior del invernadero, ocultos tras una columna de piedra entrelazada de hiedra, Caleb y Pogue observaban en silencio.El cristal empañado por la humedad distorsionaba ligeramente la escena, pero no lo suficiente para ocultar el significado.Tyler estaba sentado junto a Selene. Ella tenía la cabeza apoyada en su hombro, y él la abrazaba con delicadeza. No hablaban. No se movían. Solo compartían el silencio.

Pogue frunció el ceño, incómodo.

—¿Estás viendo lo mismo que yo?

Caleb asintió lentamente, su mandíbula tensa.

—Sí. Y no sé si eso es bueno... o muy, muy peligroso.

—¿Crees que lo está manipulando?

Caleb vaciló.

—No lo sé. Pero sea lo que sea, Tyler ya está demasiado cerca... y eso lo vuelve vulnerable.

Pogue se cruzó de brazos, inquieto.

—¿Y si Tyler tiene razón? ¿Y si no es una amenaza, solo una chica... rota y perdida?

Caleb no respondió de inmediato. Su mirada seguía fija en Selene, en el modo en que se aferraba al silencio, en cómo Tyler la envolvía sin exigirle nada.

—Incluso si está rota —dijo por fin—, eso no significa que no sea peligrosa.

Selene seguía inmóvil. Las palabras se le agolpaban en la garganta como espinas. La culpa, el miedo, la sombra constante de Demioz... todo eso la aplastaba desde adentro, silenciándola.

Pero Tyler no la presionaba.No intentaba reparar lo que no comprendía.Solo estaba ahí.

Su mano descansaba sobre su espalda con una quietud que ofrecía refugio. Su respiración, tranquila, parecía intentar marcar un nuevo ritmo para ella. Un compás más lento. Más humano.

—No tienes que decir nada —susurró él, su voz casi disuelta en el aire—. Solo... quédate. El tiempo que necesites.

Selene cerró los ojos. Por un instante, se permitió creer que aquello era posible. Que podía quedarse ahí, en ese diminuto rincón de paz. Sin secretos. Sin misiones. Sin sangre.

Pero sabía que era solo eso: un instante.

Sabía que el reloj no se detenía.Que el silencio tenía un precio.Y que su sombra podía alcanzar a quienes menos lo merecían.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.