Pero entonces, el cuerpo de Selene comenzó a temblar.
Sus ojos se abrieron de golpe, brillando con un rojo intenso. La energía oscura dentro de ella se activó como una llamarada.
Demioz sonrió con satisfacción, su silueta bañada en sombra.
—Ah… por fin despiertas. Ahora te unirás a mí para acabar con los Hijos de Ipswich.
Selene respiró con dificultad. Su mirada, por un momento, estuvo perdida en la oscuridad. Pero cuando vio a Caleb, Pogue, Reid y Tyler heridos, algo dentro de ella se encendió.
Su expresión se endureció.
—No… —susurró.
Demioz frunció el ceño.
Selene se incorporó lentamente. Aunque su cuerpo seguía débil, su voluntad era férrea.
—No voy a dejar que los mates. Ya no estaré de tu lado… ya lo hice por demasiado tiempo.
Demioz soltó una risa seca, apenas disimulando una punzada de dolor.
—No puedes detenerme. Eres parte de mí ahora, cariño.
Selene lo miró, desafiante.
—Entonces moriré deteniéndote.
Él rio, divertido por su determinación.
Pero no por mucho tiempo.
Selene atacó.
Con un movimiento rápido, desató una ráfaga de energía oscura. Pero no contra los Hijos de Ipswich…
Sino contra Demioz.
El impacto lo hizo retroceder, su expresión transformándose de sorpresa a furia.
—¡¿Qué estás haciendo?!
Selene respiró con dificultad, pero no titubeó.
—No les harás daño.
Caleb, Pogue, Reid y Tyler la miraron con asombro.
Selene iba a luchar contra Demioz.
Y esta vez, no estaba sola.
Los Hijos de Ipswich se unieron, lanzando sus poderes contra Demioz con toda la fuerza que les quedaba.
Pero entonces, algo terrible sucedió.
Cada golpe que recibía Demioz… también lo sufría Selene.
Tyler se acercó, alarmado.
—¡Selene! Estás escupiendo sangre…
Ella se sostuvo en pie con dificultad, su cuerpo temblando. Pero su mirada no había perdido firmeza.
—Estoy bien…
Caleb la observó con preocupación.
—Parece que no podemos romper el vínculo.
Demioz rio con indiferencia.
—Eso es obvio. Solo yo puedo romperlo.
Selene apretó los dientes.
—No importa. Sigan atacándolo.
Los Hijos de Ipswich dudaron por un instante.
Sabían que cada golpe contra Demioz también se reflejaba en el cuerpo de Selene.
Pero si no lo detenían ahora… nadie sobreviviría.
Con el corazón encogido, continuaron la batalla.
La pelea fue brutal. Los hechizos se cruzaban como relámpagos. La oscuridad temblaba en el aire.
Demioz comenzaba a mostrar signos de agotamiento. Pero aún era peligroso. Implacable.
Selene, en cambio, estaba al borde del colapso.
Su cuerpo temblaba. Su respiración era errática.
Finalmente, cayó al suelo, escupiendo sangre.
El vínculo la estaba matando.
Tyler, Caleb, Pogue y Reid se acercaron enseguida, angustiados.
—¡Selene! —exclamó Tyler, arrodillándose junto a ella.
Selene apenas lograba respirar. Su piel estaba pálida, su mirada desvanecida.
Caleb giró hacia Demioz, encendido por la ira.
—¿Acaso no te importa Selene? ¿Quieres que muera?
Demioz suspiró con desgano, como si la escena le resultara molesta. Entonces, sin previo aviso, alzó una mano y lanzó una ráfaga de energía que arrojó a los Hijos de Ipswich contra el suelo.
Y de pronto, como si algo dentro de él se quebrara, se acercó a Selene.
Su andar era lento, inquietante. Se inclinó y le acarició la mejilla con una reverencia inquietante, como si el aire entre ambos respondiera a un conjuro dormido. Su mirada se debatía entre la admiración acumulada por años… y la frustración de no poder doblegarla otra vez.
—Sí que eres terca… —susurró con una ternura inesperada—. ¿Darías tu vida por ellos, sabiendo que no podrán salvarte?
Selene quiso hablar, pero su cuerpo era ruinas. Un suspiro apenas rozó sus labios.
Demioz se inclinó más, y en ese instante suspendido entre sombras ancestrales, la besó.
No fue un gesto violento. Fue lento. Doloroso. Cargado de resignación. Sus labios rozaron los de Selene como quien se despide de algo que creyó eterno. Lo sostuvo un instante más de lo necesario, como si una parte de él se resistiera a soltarla.
—Por ahora me iré, *mea bella smaragdi* —susurró al retirarse. Su voz, quebrada por una emoción que ni él parecía comprender—. No importa lo lejos que corras. Lo que somos… está entretejido en la sangre.
Su tono cambió. Se volvió frío, ceremonial.
—El ritual no fue solo para obtener poder e inmortalidad. Fue el principio de la resurrección. Fue para despertar a nuestros aquelarres. Cuando nuestros padres, Belial y Neberiuz, regresen... traerán más que caos. Será la destrucción total.
Se incorporó con gracia sobrenatural. La oscuridad pareció reverenciarlo.
—Prepárate. Estás marcada, como lo estuve yo.
Y se desvaneció. No dejó chispa ni eco. Solo un aire espeso y un silencio invocado por el beso.
Los Hijos de Ipswich la rodearon, heridos y temblando.
Todas las miradas se dirigieron hacia ese horizonte invisible que Demioz había anunciado.
Una única pregunta ardía en el aire:
**¿Cómo iban a detener lo que se avecinaba?**
---Selene se mantuvo sentada, respirando con dificultad. Sus manos temblaban, no por miedo, sino por el esfuerzo sobrehumano de haber resistido. A su alrededor, los Hijos de Ipswich compartían su agotamiento, pero también su determinación.
El silencio era denso. Ninguno hablaba. Todos sabían que lo más difícil aún no había comenzado.
—¿Estás bien? —preguntó Caleb, acercándose con cautela.
Selene asintió apenas, su voz todavía atrapada en el peso de la sangre derramada.
Reid se dejó caer a su lado, observándola como si hubiera cambiado ante sus ojos.
—Eso fue más que resistencia, Selene. Nos salvaste.
Pogue, aún con un brazo herido, miró el lugar donde Demioz se había desvanecido.
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Editado: 13.08.2025