Horas después, fueron abandonados en la casa de Caleb.Aún débiles, sin recuerdos del trayecto, pero vivos… al menos por ahora.
La droga finalmente comenzaba a perder efecto. Caleb fue el primero en abrir los ojos, y tras él, los demás: Pogue, Tyler y Reid.
Tyler se incorporó bruscamente, con el rostro encendido de angustia.—¡Selene sigue con ellos! Tenemos que ir por ella ya.
Caleb se frotó el rostro, intentando despejar el entumecimiento mental.—Tranquilo... Ahora no podemos usar nuestros poderes. Esa droga nos los bloqueó… están inactivos por el momento.
Pogue asintió, su expresión endurecida.—Y no solo eso. Están armados con tecnología creada especialmente para neutralizarnos.
Reid apretó los puños, con la rabia pulsando en cada músculo.—Nos sometieron como si fuéramos humanos comunes. La impotencia… es insoportable.
Caleb exhaló con fuerza, luchando contra la frustración.—Lo sé. Pero lanzarnos sin pensar solo empeoraría las cosas. Selene nos necesita con cabeza fría.
Tyler dio un paso al frente, su voz cargada de urgencia.—Y nos necesita ahora. No sabemos lo que podrían hacerle… quizás ya sea demasiado tarde.
Mientras tanto, en los calabozos ocultos de la mansión de los cazadores,Selene yacía entre sombras. Su cuerpo, lacerado por cortes y golpes, respiraba con dificultad. Cada movimiento le costaba.
Helio la observaba desde la penumbra, con una sonrisa glacial.—¿Crees que Demioz tardará mucho? Necesito su sangre para sellar a Belial y Neberius antes de que llegue.
Selene, apenas consciente, murmuró:—No lo sé… quizá no venga.
Zac, la mano derecha del director arrogante como siempre, se acercó con aire despreocupado. —Vendrá. Dudo que abandone a lo único que alguna vez llamó “familia”. Incluso un psicópata como él debe sentir algo.
Selene alzó la mirada con desprecio.—Escucha, soldadito… si no estuviera atada con estas cuerdas que bloquean mis poderes, y si no me hubieran drogado, tú y tu patético director Hellio ya estarían muertos.
Zac soltó una carcajada burlona.—Sigue soñando, linda. Sabes nunca vi a alguien del aquelarre Belial… Me pregunto si tu sangre será especial por ser mitad demonio.
Sin previo aviso, deslizó la hoja de su cuchillo sobre su abdomen. Selene gritó, el dolor fue agudo y despiadado.
Zac contempló la herida con morbosa curiosidad.—Hmm… parece bastante normal. Supongo que no eres tan diferente. No es personal, ¿sabes? Pareces buena chica… pero ya sabes, mitad demonio. Solo cumplo órdenes.
Se inclinó, su voz convertida en susurro venenoso.—Espero que ese arrogante de Demioz sienta tu dolor. Escuché que están vinculados… así que si te lastimo, él también lo siente. Aunque más leve, claro. Pero aun así… ¡resiste, linda! Si te desmayas, se pone aburrido.
Selene respiraba con dificultad, deslizándose entre la consciencia y la oscuridad.
Zac murmuró, entusiasmado:—¿Ya se y si te cuento una historia? Tal vez así no te duermes…
Pero Selene no respondió. Y sin más, perdió el sentido.
Zac chasqueó la lengua.—¿En serio? ¿Tan pronto?
Sin más se alejó y volvió con una cubeta de agua helada. La arrojó sobre ella. Selene despertó de golpe, jadeando.
—Perfecto… ¿en qué iba? Ah, sí. Mi historia.
Selene murmuró entre dientes:—No me interesa.
Zac sonrió con malicia.—Yo creo que sí. Hace tiempo, un joven cazador vivía feliz en Sanctus Aquila Aurea. Era como su única familia…
Selene lo interrumpió con tono sarcástico.—Déjame adivinar. Ese cazador eras tú.
Zac se abalanzó y presionó su herida sangrante con fuerza.—Es de mala educación interrumpir.
Selene soltó un grito ahogado.
Zac continuó, sin pestañear:—Un día, lo enviaron a capturar a un adolescente pelirrojo, mitad demonio. Dominaba sus poderes como nadie. Lo encontramos en una choza. Era de noche. El líder ordenó neutralizarlo. Uno de los nuestros lo intentó… pero el chico reaccionó. Sus ojos se volvieron azules, como vacíos. Con un gesto, le rompió el cuello a uno, las piernas a otro, y a la chica simplemente la desmayó.
Mi hermano, Liam, intentó ayudar. Pero el pelirrojo abrió el gas de la cocina… desde afuera, hizo volar la cabaña. Todos murieron. Excepto Liam. Logró volver a la sede, con el cuerpo lleno de quemaduras. Alcanzó a contar lo que pasó… antes de morir.
Selene bajó la mirada, afectada.—Lo siento mucho...
Zac soltó una risa seca.—Claro que lo sientes. El asesino fue Demioz. Lo mató a él y a todo su escuadrón.
Selene susurró:—No lo sabía...
—Seguramente él te lo ocultó. Después de todo, te considera lo más importante en su existencia. Pero el director siempre supo que, algún día, tú lo dejarías. Y nosotros te atraparíamos. Para destruirlo.
Sin más, Zac suspiró y se alejó.—Descansa por ahora. Volveré más tarde.
Mientras tanto, en algún lugar de Ipswich,Demioz salía de la ducha cuando sintió un ardor punzante en el abdomen. Se llevó la mano al torso.Aunque no había herida visible, un hilo de sangre escapó entre sus dedos.Su rostro se endureció.—Selene...
Sin perder un segundo, se vistió apresuradamente, salió de su apartamento y subió a su auto. La preocupación lo impulsaba como fuego. Su primer destino: la casa de Selene.
Al llegar, la encontró vacía. El silencio era opresivo.De pronto, otro corte invisible apareció en su brazo.Frustrado, apretó la mandíbula y murmuró entre dientes: —Carajo...
Volvió a su auto sin pensarlo. Solo quedaba una opción: Caleb.
En la casa de Caleb,Pogue, Tyler, Reid y Caleb estaban reunidos, planeando desesperadamente el rescate de Selene.
Tyler cruzó los brazos, tensos como un escudo.—¿Cómo se supone que la rescatemos? La mansión debe estar llena de cazadores, y tienen esa droga que anula nuestros poderes.
Pogue asintió, pensativo.—Sí, pero su efecto no es permanente. Solo los bloquea por un tiempo… eso podría jugar a nuestro favor. Aun así, seguro hay demasiados cazadores.
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Editado: 13.08.2025