Los Hijos de Ipswich El lado oscuro del pacto

Capítulo 6 Parte ll– Ecos bajo el agua

El grupo se dirigió al área de entrenamiento acuático entre risas, bromas y el eco húmedo de pasos descalzos. Las luces del recinto dibujaban destellos sobre la superficie inmóvil de la piscina, como si el agua conservara secretos silenciados. Afuera, los cielos comenzaban a cerrarse: la tormenta prometida se insinuaba con un zumbido lejano y eléctrico.

Selene, Sarah y Kate tomaron asiento en las gradas. Estaban rodeadas por el murmullo despreocupado de otros estudiantes, pero Selene mantenía la guardia alta. Aunque fingía relajarse, sus hombros permanecían tensos, y su mirada volvía, incesante, al vaivén del agua...

Las palabras de Demioz seguían resonando en su mente. No eran solo recuerdos: palpitaban como un eco oscuro, reverberando en lo profundo.

Tyler apareció primero, con su andar firme y desenfadado. Caleb lo siguió con su elegancia discreta, y luego Reid, cuya actitud despreocupada parecía desafiar a todos los presentes. Los tres llevaban el uniforme del equipo de natación de Spenser, provocando un súbito revuelo entre el público femenino.

—Debo admitir que mi chico se ve demasiado bien en traje de baño —dijo Kate con tono de propiedad, entre picardía y orgullo.

—Yo diría que Caleb luce mejor —añadió Sarah, soltando una risilla traviesa.

—¿Y tú, Sel? —intervino Kate, con una sonrisilla provocadora—. ¿Quién te parece más atractivo?

Selene no respondió de inmediato. Sus ojos seguían fijos en el agua, como si algo invisible llamara desde las profundidades. Su expresión era impenetrable, distante. Luego, apenas giró el rostro hacia ellas, como si recordara que estaba rodeada.

—Difícil decidir… el agua tiene más presencia que cualquiera de ellos hoy —murmuró, con una media sonrisa en los labios, aunque sus ojos permanecían sombríos.

—Está más que claro a quién estás mirando con tanto embeleso… —murmuró Sarah con tono travieso, entre divertida y provocadora.

—¿Perdón? ¿Qué decían? —preguntó Selene al volver en sí, parpadeando con un leve desconcierto que le arrebataba por un momento su compostura habitual.

—Solo queremos saber tu opinión sobre el encanto visual de estos tritones —respondió Sarah, burlona, con una mirada cómplice hacia los chicos.

Selene desvió la vista, obligándose a salir del trance. Sus ojos se posaron en Tyler. La intensidad de su mirada no fue inmediata, pero duró unos segundos más de lo esperado. Luego, una sonrisa suave se dibujó en sus labios, entre sorpresa y aceptación.

—Diría que... Ty —susurró, como si la revelación la tomara por sorpresa.

Kate y Sarah estallaron en carcajadas cómplices.

—No cabe duda de que solo tienes ojos para él —bromeó Kate, dándole un codazo suave y cálido.

Justo entonces, Tyler, de pie al borde de la piscina, se pasó una mano por el cabello húmedo. Su gesto fue natural, pero la sonrisa que le dedicó a Selene cargaba una complicidad casi descarada.

—¿Lista para quedar impresionada? —dijo, mirando directamente a sus ojos.

Selene soltó una risa breve y relajada, como si por fin se permitiera flotar en ese instante.

—No me decepciones, estrella.

El silbato del entrenador cortó la tensión con un sonido agudo.

—¡Simms! ¡Deje de flirtear y al agua de una vez! —gruñó desde la orilla, sin ocultar del todo la resignación ante el carisma natural del chico.

—Sí, entrenador —respondió Tyler con su sonrisa intacta, mientras se desplazaba hacia el punto de partida.

Reid se volvió hacia Selene con una mirada pícara y le guiñó un ojo.

—Prepárate, bella Sel. Hoy vas a ver al verdadero rey del estilo libre.

Y con una zambullida teatral, se lanzó al agua, salpicando a varias chicas cercanas. Algunas rieron, otras lo aclamaron entre aplausos.

—¡Atención todas! ¡El campeón ha llegado! —exclamó con su arrogancia encantadora, empapada en exageración.

Caleb se aproximó en silencio. Su entrada al agua fue sobria, casi ceremonial: cada movimiento tenía propósito, control, armonía. Su presencia no necesitaba gestos grandilocuentes, bastaba con su calma.

Pogue apareció poco después, con su físico marcado y postura relajada. Saludó a Kate con una seña discreta, luego comenzó a estirar con elegancia informal. Su seguridad no requería demostraciones: se intuía.

Tyler ajustó sus gafas, inhaló hondo y se lanzó. Su cuerpo se volvió parte del agua. Cada brazada era fluida y precisa, como si supiera dialogar con el ritmo mismo de la piscina. Selene lo observaba en silencio, no por atracción superficial, sino porque algo en él brillaba diferente. Mientras nadaba, parecía desprenderse de lo mundano. Nadaba como si allí, bajo la superficie, se revelara una verdad que lo conectaba con su esencia más pura.

Kate se inclinó hacia Selene, bajando la voz:

—¿Sabías que en competencias suelen ganar por milésimas? —susurró con aire conspirativo.

—Ahora lo entiendo —murmuró Selene sin apartar los ojos del agua, como si esos segundos determinaran mucho más que una victoria.

En la piscina, Caleb y Tyler iniciaron una carrera improvisada. No era enemistad lo que latía entre ellos, sino una rivalidad natural entre dos líderes que rara vez compiten por simple deporte. Las gradas estallaron en gritos y vítores, el aire cargado de entusiasmo.

Al terminar, Tyler emergió junto a Caleb. Se quitó las gafas con un movimiento seguro y tomó aire con fuerza. Habían empatado.

—¡Buen trabajo, Ty! Estás mejorando —dijo Caleb con una sonrisa genuina, palmeando con respeto el hombro de su compañero.

—Ja, lo hizo solo para impresionar a Selene —soltó Reid con tono burlón, sacudiendo el agua de su cabello—. Pero admito que no estuvo nada mal.

Tyler nadó con calma hasta el borde, justo frente a Selene. El agua resbalaba por su piel como un reflejo líquido de su concentración. Su mirada, intensa pero cálida, se encontró con la de ella.

—¿Qué te pareció? —preguntó, con una sonrisa que no ofrecía respuestas fáciles.




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