A la mañana siguiente, Selene despertó acurrucada en el sillón, con una manta a medio caer sobre sus piernas. El aire olía a café y a algo dulce que no lograba identificar de inmediato.
Una sonrisa perezosa se dibujó en sus labios.La noche anterior aún flotaba en su memoria, ardiente y hermosa: una noche de pasión y ternura compartida con Tyler.
Estiró el brazo, tanteando en busca de él… pero el espacio junto a ella estaba vacío.Frunció ligeramente el ceño y, al intentar incorporarse, se enredó con las sábanas.
—¡Ay! —exclamó justo antes de caer al suelo con un suave golpe sordo.
Desde la cocina, Tyler alzó la vista de la sartén.—¿Todo bien?
—Nada... Solo me caí —respondió Selene desde el piso, haciendo un puchero—. Y no te vallas a reir.
Tyler soltó una risita contenida mientras se acercaba.
—Lo siento… pero fue un poco gracioso.
Le ofreció la mano y la ayudó a ponerse de pie con delicadeza. Selene lo miró con una ceja levantada.
—Gracias, Ty. Pero se nos hará tarde para la academia. ¿Por qué no me despertaste?
Tyler le acarició la mejilla con el dorso de la mano.
—Bueno te veías hermosa dormida... Y no tuve el corazón para despertarte.
Selene entrecerró los ojos, sonriendo con ironía dulce.
—Claro. Te busqué, pero no estabas.
—Me levanté temprano —dijo él—. Y… te hice el desayuno.
Selene lo miró con sorpresa.—¿En serio?
—Claro —respondió, tomándola de la mano—. Ven.
La condujo a la cocina y le señaló la mesa. Selene se sentó y sus ojos brillaron al ver lo que había preparado: panqueques con fruta fresca, café humeante y huevos revueltos con especias.
—¡Vaya, Ty! No tenía idea que sabías cocinar.
Tyler se encogió de hombros con modestia.
—Otra de mis habilidades secretas. A veces ayudaba a mi madre cuando era niño.
Selene sonrió con ternura.—Eso es adorable.
Tyler.— Ay más,Cierra los ojos un momento.
—Selene ¿Por qué?
—Vamos, confía en mí, Belle.
Ella soltó una risita, pero obedeció.—Está bien…
Tyler se alejó un segundo y volvió. Colocando algo suave entre sus dedos.
—Bien ahora ábrelos.
Selene abrió los ojos, y en sus manos había una rosa blanca, fresca y delicada, con gotas de rocío aún temblando en sus pétalos.
—Es hermosa… ¿De dónde la sacaste?
Tyler sonrió con picardía.—Es un secreto.
—¿Fue de mi jardín?
—Podría ser…
Selene soltó una carcajada, genuina, alegre, y sin decir más lo besó con dulzura.
—Gracias, Ty. De verdad.
—No es nada —respondió él, aún sonriendo—.Ahora come… o vamos a llegar tarde a la academia.
Luego del desayuno, Selene se vistió rápidamente. Su uniforme de la academia le quedaba impecable: elegante, sobrio, con un toque personal en los detalles—un prendedor de luna plateada en el cuello de su chaqueta y un delineado sutil en los ojos, que resaltaba su mirada esmeralda con un destello felino.
Tyler la esperaba afuera, apoyado contra su auto. Su expresión era tranquila, pero el brillo en sus ojos lo delataba: no dejaba de mirarla.
—¿Qué? —preguntó Selene con una sonrisa, cerrando la puerta tras de sí.
—Nada —respondió él, alzando las cejas—. Solo confirmando que, definitivamente, eres la chica más guapa de Ipswich.
Selene rodó los ojos, divertida.
—Admítelo... solo lo dices porque soy tu novia.
Tyler fingió pensarlo un momento. Sin más, la atrajo por la cintura hacia él y respondió:
—Tal vez si lo digo porque eres mi novia... pero en serio, Belle lumière, eres la chica más hermosa de Ipswich.
—¿Solo de Ipswich? —replicó ella, alzando una ceja.
—Bueno... de todo el mundo —añadió Tyler con una sonrisa, y sin decir más, la besó.
Selene soltó una pequeña risa.
—No lo hago —dijo él, mirándola con sinceridad.
Selene, aún riendo, comentó:—Bueno, vamos, o se nos hará tarde.
Y sin más, ambos subieron al auto.
El trayecto hacia la academia fue breve, envuelto en una conversación suave, música baja y miradas cómplices. Al llegar, el ambiente era el de siempre: estudiantes charlando, otros corriendo porque ya iban tarde, y ese murmullo constante que llenaba los pasillos de Ipswich como una melodía de rutina.
Pero algo en el aire se sentía distinto.
Selene lo percibió al instante: un ligero escalofrío en la nuca, una presencia. Como si alguien la observara desde la sombra de los corredores.
Tyler también lo notó. Su sonrisa se desdibujó sutilmente, y su cuerpo se tensó apenas.
—¿Lo sientes? —murmuró, sin dejar de caminar.
—Sí… —respondió Selene en voz baja—. No es energía humana.
Al doblar el pasillo, Selene y Tyler se encontraron con Reid, apoyado con descaro en su casillero, jugueteando con su inseparable encendedor Zippo. Al verlos, alzó una ceja con una sonrisa pícara.
—Vaya, vaya… por fin llegan los tortolitos —dijo con tono burlón, haciendo girar la tapa del encendedor.
—Buenos días, Reid —respondió Selene, con un sarcasmo envuelto en cortesía.
—Buenos días, belle Sel... aunque no lo son para todos —murmuró Reid, apagando el encendedor con un chasquido seco—. Pogue está como perrito abandonado. Terminó con Kate.
—¿Qué? —Tyler frunció el ceño—. No tenía idea. ¿Por qué terminaron?
Reid se encogió de hombros.—Ya sabes... el secreto del Pacto.
Selene lo miró con seriedad.—¿Le dijo la verdad?
—No. Y por eso terminaron.
—Debe ser difícil para ambos —dijo Tyler en voz baja.
—Sí… —Reid suspiró y luego se giró hacia él—. Por cierto, Ty, Caleb quiere hablar con nosotros. Dijo que sintió que alguien usó los poderes del Pacto anoche. Y por más raro que suene… no fui yo.
—Yo menos —aseguró Tyler, pensativo—. Supongo que más tarde nos reuniremos.
—Reid Sí, seguro.
—¿Y si fue la magia de Demioz? —preguntó Selene, con la mirada atenta—. ¿Podría ser eso lo que Caleb sintió?
—No lo creo —negó Reid—. Solo podemos percibir la energía del Pacto. La magia de Demioz… o la tuya, no la sentimos.
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Editado: 14.08.2025