Los Hijos de Ipswich El lado oscuro del pacto

Capítulo 11 – Parte I: El Silencio que Arde

Al día siguiente Las tenues luces del amanecer se filtraban por la ventana, dibujando líneas doradas sobre las sábanas.Selene se estiró con pereza, dejando escapar un suspiro mientras buscaba su teléfono.La pantalla iluminó su rostro y un mensaje apareció:

Tyler: “Buenos días, ma Belle lumière.”

Una sonrisa leve se dibujó en sus labios. Tecleó una respuesta rápida:

Selene: “Buen día también para ti, Ty.”

Sin más, dejó el móvil a un lado y se levantó. Se dió una ducha rápida, el vapor impregnando la habitación, y en pocos minutos ya vestía el uniforme, ajustando el brazalete de esmeralda en su muñeca, que como siempre usaba.

Bajó a la cocina, dispuesta a desayunar… pero se detuvo en seco.

Demioz estaba sentado a la mesa, sosteniendo una taza de café negro. Sus ojos, azules y tranquilos, se alzaron hacia ella con una chispa divertida.

Selene, pensando dos veces, murmuró:—Mejor… comeré algo de camino a la academia.

Él arqueó una ceja, esbozando una media sonrisa.—Ni un buenos días, mea bella smaragdi…

Ella rodó los ojos, cruzándose de brazos.—Buenos días, Demioz.Y dime tu odioso amigo Chase ya no está aquí, ¿cierto?

Demioz apoyó la taza con calma, sin dejar de mirarla.—No… se fue anoche. ¿Por qué? ¿Acaso te interesa? Porque si es así… me pondré celoso.

Selene soltó una risa seca.—Te aseguro que ni tú ni él son de mi interés.

Él fingió un gesto herido, llevándose la mano al pecho.—Auh, eso dolió. Tú y yo sabemos que hubo un tiempo en que sí… que te interesaba.

—Pasado pisado —replicó ella, con firmeza.

Demioz se levantó despacio, acortando la distancia entre ellos.Su voz se volvió un murmullo cargado de picardía.—Por cierto… amor. Te sienta bien el uniforme.

Selene lo miró con fastidio y señaló la puerta.—Genial. Ahora hazte a un lado.

Pero él no se movió.—y le dijo Solo… ten cuidado.

Ella entrecerró los ojos, desconfiando.—¿Desde cuándo te preocupa mi seguridad?

Demioz sonrió de medio lado, bajando la voz.—oh Cariño… siempre me he preocupado por tu bienestar. Además, ese parásito anda suelto por las calles de Ipswich. Así que, por favor… sé precavida.

—Claro —respondió ella, aunque su tono sonaba más cortante que agradecido.

Cuando iba a apartarse, él tomó suavemente su muñeca. Sus dedos se deslizaron hasta el brazalete de esmeralda, contemplándolo con curiosidad.

—Así que… siempre lo llevas contigo.

Selene se soltó con firmeza, clavando la mirada en la suya.—Me pertenece, después de todo… ¿no?

Demioz sonrió, enigmático.—Por supuesto.

Ella se hizo a un lado y salió sin mirar atrás, pero lo sintió observándola. Demioz quedó apoyado en el marco, sosteniendo la taza, con esa sonrisa ladeada que siempre ocultaba más de lo que decía.

Selene se subió a su auto, encendió el motor y condujo rumbo a la academia, sin imaginar que la mirada de él seguiría persiguiéndola todo el día.

Camino a la Academia

El motor rugió suavemente mientras Selene conducía por la carretera rumbo a Spencer. El cielo estaba despejado, pero en el aire flotaba esa sensación extraña, como si las palabras de Demioz hubieran dejado una sombra en su mente.

Sé precavida.”

Sacudió la cabeza, negándose a darle más vueltas. El brazalete en su muñeca se sentía más frío que de costumbre… y no le gustaba la idea de que él lo hubiera tocado. Sin darse cuenta, sus pensamientos la llevaron a Chase. ¿Debía decirles a los chicos que él estaba en Ipswich?

Cuando reaccionó, ya había llegado a la academia.

Estacionó en su lugar habitual y bajó del auto con paso firme. Su cabello, aún húmedo por la ducha, caía en ondas suaves sobre sus hombros. Apenas cerró la puerta, una voz familiar sonó detrás de ella.

—Buenos días, ma Belle lumière —susurró Tyler, rodeándola por la cintura desde atrás.

Selene giró apenas, encontrándose con esa sonrisa capaz de desarmarla y borrar cualquier mal día. Él, aún abrazándola, dejó un beso suave en su mejilla.

—Siempre tan puntual, Ty —comentó ella, sonriendo.

—Bueno, tengo una imagen que cuidar —bromeó él, rozando sus labios con los suyos.

—¿En serio? —dijo Selene, divertida, mientras él la besaba.

—En serio —respondió Tyler entre caricias.

Un silbido burlón interrumpió el momento. Reid se acercaba con una media sonrisa en los labios.

—¿Ya tan temprano pegados? Mejor váyanse a un hotel —comentó con sarcasmo.

Selene soltó una leve risa, mientras Tyler se apartaba un poco, fulminándolo con la mirada.

—Solo está celoso —murmuró Tyler divertido.

—Más bien me diverto, dirás —replicó Reid, sonriendo aún más.

—Hola, Reid —respondió Selene, con un tono neutral, aunque la diversión se asomaba en sus labios.

Él no perdió tiempo: tomó la mano de Selene y le dio un beso exagerado, solo para molestar a Tyler.

—Siempre encantado de verte, bella sel—dijo con teatralidad.

Tyler soltó un resoplido, visiblemente molesto.

—¿En serio, Reid? —gruñó, rodando los ojos.

Reid solo alzó las cejas con descaro.

En ese momento, Pogue y Caleb se acercaban desde la entrada. Caleb, con su calma habitual y esa autoridad silenciosa que lo caracterizaba, levantó la barbilla en señal de saludo.

—Buenos días —dijo con voz firme.

—¿Qué tal? —añadió Pogue, sonriendo mientras se acomodaba el saco de la academia.

—Hola, chicos —respondió Selene, devolviendo el saludo. Luego giró hacia Pogue, con curiosidad—. ¿Y cómo sigues con lo de Kate?

Pogue dejó escapar un suspiro resignado.

—Bueno… viviré. Aunque aún no me habla. Y sigue sin contestar mis llamadas.

—Dale tiempo, Pogue —aconsejó Selene con suavidad.

—Sí… —respondió él, algo apagado.

Caleb intervino, su mirada fija en ella:

—El mensaje que nos enviaste… sobre el Pestem Parasito. ¿Es cierto?

Selene asintió, su expresión tornándose seria.

—Me temo que sí.




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