Los Hijos de Ipswich El lado oscuro del pacto

Capítulo 11 – Parte II: Nicky’s Bar

Selene llegó a Nicky’s Bar con paso seguro. El lugar, iluminado por luces tenues y envuelto en un aroma a madera y cerveza, estaba animado pero no atestado. Su mirada recorrió el ambiente hasta encontrar a Caleb, sentado a solas en una mesa, con su porte habitual: serio, elegante, como si siempre llevara el peso del mundo sobre los hombros.

Se acercó sin dudar.

—Hola, Caleb.

Caleb No te vimos a la hora de salida… ¿todo bien? —preguntó con tono casual, aunque su mirada era inquisitiva—. ¿Demioz te hizo algo… algo que temes contarnos?

Selene levantó la vista con expresión neutral, pero sus ojos no podían mentir. Estaban más oscuros que de costumbre.

—No es eso. Solo... he estado dudando en contarles algo —admitió con franqueza—. Pero se los diré hoy.

—Bien —respondió Caleb, asintiendo con serenidad—. Sea lo que sea, te entenderemos.

—Eso espero —murmuró ella, desviando la mirada unos segundos. Luego, decidió cambiar el tema—. ¿Has visto a Tyler?

Caleb ladeó el rostro con un leve gesto de complicidad.

—Está allá, con Reid y Pogue. Están jugando billar.

Selene asintió y se dirigió a la zona del bar donde las risas eran más escandalosas. Allí estaban Reid, Pogue y Tyler, con la típica actitud relajada de quien no teme al mundo… o finge no hacerlo.

Antes de hacer notar su presencia, se detuvo a escuchar.

Reid, con esa sonrisa arrogante que le era tan característica, alzó un billete de cien dólares.

—Hace tiempo que no lo hacemos, vamos... será divertido.

Pogue se rió.

—Bueno, ahora que estoy soltero... ¿por qué no?

Tyler, con gesto más reservado, negó levemente.

—No creo que deba…

—¡Vamos, hermano! —insistió Reid, dándole una palmada en la espalda—. Diviértete.

Reid puso el billete sobre la mesa con aire de conquistador.

—Apuesto veinte dólares a que su ropa interior es de encaje negro.

Pogue entrecerró los ojos, examinando a la chica de la barra con fingida seriedad.

—Yo digo encaje rojo.

Reid miró a Tyler.

—¿Y tú, Ty? Anda, no está Selene por aquí.

Tyler, tras vacilar, suspiró resignado.

—Bien… apuesto por encaje azul cielo.

Antes de que pudieran continuar, una voz femenina se alzó detrás de ellos, dulce pero llena de picardía:

—¿En serio están apostando sobre la ropa interior de una chica? ¿No tienen vergüenza?

Los tres se giraron de inmediato. Tyler palideció. Reid parpadeó, sorprendido. Pogue intentó no reír.

—¡Selene! —exclamó Reid—. Vamos, solo es un juego. Cosas de chicos, ya sabes...

—Sí —añadió Pogue, con una sonrisa de disculpa—. Nada serio.

Selene alzó una ceja, cruzándose de brazos con expresión fingidamente indignada, pero la chispa en sus ojos los delataba.

—Ajá... Así que prefieres el encaje azul, ¿eh, Tyler?

Tyler, tragando saliva, se encogió de hombros.

—Bueno… es lindo —dijo, nervioso, rascándose la nuca.

Selene lo miró un segundo más, luego esbozó una sonrisa felina y lo besó suavemente en los labios.

—Tendré en cuenta tus gustos.

Después, giró la vista hacia Pogue y Reid con una sonrisa que mezclaba elegancia y desafío.

—Bien... Yo también juego.

Reid: —¿En serio? —preguntó, alzando una ceja, incrédulo—. ¿Tú, vas a jugar? Sel

Pogue —rió, divertido:¿Y por qué no? Esto se va a poner bueno.

Selene cruzándose de brazos con picardía: —Apuesto cien a que lleva encaje blanco.

Pogue: —Perfecto. ¡Vamos a comprobarlo!

Con un gesto sutil y un destello en sus ojos, Pogue usó su poder para levantar ligeramente la falda de la chica en la barra, sin que ella se diera cuenta. Pero justo antes de que Reid y Tyler pudieran ver algo, Selene se interpuso rápidamente frente a ellos, bloqueándoles la vista con toda la intención.

Ella sí alcanzó a ver… y sonrió.

Selene: —Confirmado. Encaje blanco. Hora de pagar, chicos.

Reid —protestó, chasqueando la lengua—: —¡Oye, eso fue trampa! ¡No vimos nada!

Tyler y Pogue soltaron una carcajada.

Tyler miró a Selene con ternura, luego le dio un beso suave en los labios.—Buena jugada Belle.

Selene: —Lo sé —respondió con orgullo, dándole un codazo juguetón—. Y tú, intenta no volver a apostar sobre la ropa interior de una chica, tonto.

Tyler: —Sí, sí… tienes razón. Lo siento.

Sin discutir más, los tres chicos sacaron sus billeteras y le pagaron.

Selene —con una sonrisa triunfante y voz firme—: —Espero que esta pequeña derrota les sirva de lección. No deberían andar curioseando la ropa interior de una mujer sin su consentimiento.

Pogue: —Toque sutil, buena lección. Punto para ti.

Reid: —¡Aún así fue trampa, Sel! Además, ni siquiera es justo que una chica se meta en la apuesta...

Pogue: —Eh, ganó limpiamente, Reid. Acepta la derrota con dignidad.

Reid: —Ugh… está bien. Solo porque eres tú, Sel —gruñó, medio resignado, medio divertido.

En ese momento, Caleb se acercó con el ceño fruncido, serio, irradiando esa energía de líder natural.

Caleb: —Bien, chicos. Es momento de hablar… pero no aquí. Cualquiera podría oírnos.

Sin más palabras, se giró hacia la salida trasera del bar. Uno a uno, lo siguieron en silencio, dejando atrás las luces tenues y la música lejana de Nicky’s Bar.

Caleb: —Según lo que nos envió Selene… el Pestem no es solo un parásito. Es un demonio. Un ente que infecta al huésped de forma brutal.

Reid arqueo una ceja, con media sonrisa burlona): —¿Brutal cómo? ¿Le chupa el cerebro?

Caleb con una mirada seria: —Eso… y más.Luego se volvio hacia Selene: —Explícales lo que nos mandaste por chat.

Selene (asintiendo con gesto grave, sus ojos brillando con una mezcla de preocupación y conocimiento): —Bien. El Pestem es un parásito demoníaco. Una vez dentro de un huésped compatible, se adhiere directamente a la columna vertebral y al sistema nervioso.

(Pauso Selene dio un paso adelante, su voz se volvio más baja, como si cada palabra pesara.)




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