Mientras tanto Cementerio de Ipswich
Demioz conducía en silencio, los nudillos tensos sobre el volante, la mirada perdida en el horizonte. Los recuerdos le ardían en la mente como brasas vivas, consumiéndolo desde dentro. Sin darse cuenta, llegó al cementerio. Detuvo el auto, bajó sin decir palabra y caminó entre las lápidas, cada paso más pesado que el anterior.
Se detuvo frente a una tumba apartada, cubierta por hojas secas y musgo: Anne karsen. Se inclinó lentamente, como si el peso del pasado lo arrastrara hacia el suelo.Su respiración se volvió irregular.Los recuerdos lo golpearon sin piedad.
Flashback – 16 años atrás
Un pequeño Demioz, de seis años, reía mientras jugaba con Selene, de cuatro, en la sala. Sus risas llenaban el aire como campanas de cristal. Anne y Juliet los observaban desde la cocina, intercambiando sonrisas nerviosas, entre orgullo y preocupación.
La paz se rompió en un instante.Cristales estallaron.La puerta se abrió de golpe. Un grupo de cazadores del Sanctus Aquila Aurea irrumpió con armas en mano y ojos llenos de odio.
—¡Demioz, quédate aquí y cuida de Selene! —gritó Anne, con voz temblorosa pero decidida—.No salgan hasta que yo les diga. Juliet y yo nos encargaremos.
Demioz, con los ojos desorbitados, asintió. Abrazó a Selene con fuerza y la guió detrás de un mueble. Sus pequeños cuerpos temblaban, ocultos entre sombras.
Juliet dio un paso adelante, las manos alzadas. —Por favor… no hemos hecho nada. Solo queremos vivir en paz.
Anne frunció el ceño, posicionándose junto a su amiga. —La guerra terminó. No hay razón para esto.
El capitán Helio James se adelantó, con una sonrisa arrogante.—Tal vez. Pero ¿cómo sé que no practican artes oscuras?
—No tenemos poderes —replicó Juliet, firme pero nerviosa.
Helio ladeó la cabeza.—Puede ser… pero sus hijos sí los tendrán. Serán un peligro.Liberarán a Belial y Neberiuz. El mundo arderá por su culpa.Su voz era fría, como si ya hubiera dictado sentencia.
Juliet apretó los puños, temblando.—Son solo niños. No eligieron su linaje.
Helio sonrió con desprecio.—Entonces los pondremos a prueba. Si no muestran signos de magia demoníaca, los dejaremos vivir.
Anne y Juliet se miraron.En sus ojos, había miedo y determinación.Anne cerró los ojos un segundo, como si reuniera fuerzas desde lo más profundo.—No nos dejarán ir… —susurró, con los labios temblando.
El caos estalló.Anne lanzó un hechizo, hiriendo a uno de los cazadores con precisión.Helio retrocedió, burlón.—¡Sabía que mentían! ¡Mátenlas y busquen a los niños!
Juliet, sin poderes, tomó un cuchillo de cocina. Se lanzó con desesperación. Helio esquivó el ataque y la apuñaló con una daga. La sangre tiñó su vestido, y cayó al suelo con un gemido ahogado.
Anne gritó, desatando su magia con furia. Varios cazadores cayeron, heridos por su poder. Su respiración era agitada, los ojos brillaban con una intensidad sobrenatural. Pero eran demasiados.
El grito lo cambió todo.Helio, como un depredador esperando el momento justo, aprovechó la distracción. En un movimiento brutal, cortó la garganta de Anne.
Ella cayó de rodillas, jadeando, pero no se rindió. Con un último esfuerzo, concentró su energía y desató un hechizo que derrumbó la casa, creando un muro de escombros para proteger a los niños.
Demioz, con Selene aún tomada de la mano, corrió hacia su madre moribunda.Las lágrimas surcaban su rostro infantil, mezclándose con el polvo y el miedo.—¡Mami! ¿Qué pasa? ¡No te vayas!
Anne lo miró con ternura, su rostro bañado en sangre y magia.—Demioz… esta casa… se derrumbará. Recuerda las voces… las que te dan miedo… escúchalas. Visualiza un escudo —susurró, su voz apenas un hilo—. Protégelos… protégela… protégense.
El pequeño asintió entre sollozos, cerrando los ojos con fuerza. Anne, con su último aliento de magia, envolvió a los niños en un escudo invisible. Mientras los escombros caían, murmuró con la voz rota: —Nunca olvides cuánto te amo… cuida de Selene… hazte fuerte… vive.
La casa colapsó. El estruendo fue ensordecedor. Los cuerpos de Anne y Juliet quedaron sepultados bajo los restos. Solo Demioz y Selene sobrevivieron, protegidos por el escudo.
Demioz se arrodilló junto a su madre, tomando su mano sin vida con desesperación.—¡Mami! ¡Por favor, despierta! ¡No me dejes!
Pero ya era tarde. Anne había muerto.
Selene lloraba desconsolada,abrazándose a sí misma, sin comprender del todo.Demioz la miró, con los ojos llenos de lágrimas y una determinación que no correspondía a su edad.Con ternura y firmeza, le tomó la mano.—No te preocupes… yo te cuidaré —prometió, apretando suavemente su pequeña mano—. Te lo juro.
Juntos, caminaron entre los escombros, abrazándose en silencio, hasta llegar a una iglesia. Allí buscarían refugio… y un respiro del horror que acababan de vivir.
Presente – Cementerio de Ipswich
Demioz volvió al presente. Su respiración era entrecortada, los puños apretados hasta que los nudillos se tornaron blancos. Frente a la tumba de su madre, el dolor y la rabia lo atravesaban como cuchillas invisibles.
—Lo siento… —susurró, con la voz cargada de remordimiento—. Si hubiera sido más fuerte… te habría salvado. A ti… y a Juliet.
Sus ojos azules brillaban con lágrimas contenidas. Una mezcla de furia y tristeza recorría cada línea de su rostro endurecido por los años.
—Selene no estaría sola… y sería feliz.Su mandíbula se tensó.Golpeó levemente la lápida con la palma, como si intentara despertar algo que ya no estaba.—Pero tranquila… cuando me convierta en el sucesor de Neberiuz, tendré el poder de revivirte. Todo estará bien. Te lo prometo.
El viento sopló entre las lápidas, como si el mundo escuchara su juramento.
Mientras tanto, Selene y Tyler avanzaban hacia la enfermería. Ella caminaba con los hombros caídos, la cabeza baja, sus pensamientos un torbellino. Cada paso parecía pesado, como si el mundo entero la aplastara.
#546 en Fanfic
#1981 en Fantasía
fantaciaysobrenatural, fanfic romance, terror misterio suspenso fantasia
Editado: 02.09.2025