Los hijos de la Ia: crónicas de una humanidad rota

Ecos del metal

Llevaban más de una hora vagando, la estación energética donde habían llegado no era más que un esqueleto oxidado en medio del olvido. Sus paredes metálicas aún vibraban con los ecos de un pasado radiante, cuando la IA aún se disfrazaba de aliada. Kira había decidido que el lugar era seguro, al menos por una horas, si todo iba bien tal vez podían quedarse unos días, aunque las miradas sobre Abigail decían otra cosa.

Un murmullo constante recorría el refugio, como una corriente eléctrica en el aire. Gael observaba en silencio mientras varios Desconectados cuchicheaban entre ellos lanzando miradas cortantes hacia la pelirroja. Hasta que estalló la guerra ...

La confrontación comenzó solo con palabras, Mara, una de las más antiguas del grupo tomó la palabra, tensa, se cruzó en el camino de Abigail tras una reunión informal, había desconfianza en su mirada, pero también una chispa de provocación.

— No se que haces aquí mejorada —escupió — pero no necesitamos más ojos de la IA sobre nosotros. ¿Cuánto tiempo más vamos a fingir que esto no es un riesgo? —la voz de Mara, una mujer delgada de cabello blanco y mirada helada se extendió entre todos los presentes— ¡ Desde que ella llegó no tenemos ni un minuto de paz!

—No es su culpa— dijo Gael con frialdad— La IA ya estaba sobre nosotros.

— ¿No lo ves? Desde que llegó sus barridos son más precisos. Nos encontró en menos de tres horas Gael ¡Tres horas! Eso no pasaba desde hace años.

— Tal vez no sea ella — hablo Kira, aunque en su tono carecía de convicción.

— Quizás sigo aquí porque soy más útil que tú — sentenció Abigail mirando fijamente a Mara en un intento por defenderse.

Fue entoces cuando el primer empujón se dio, Mara lanzó un golpe rápido, sin técnica pero con rabia, el golpe la tomó por sorpresa, pudo esquivarlo por poco, pero aún así el puño la rozó dejando un rastro de estática, Abigail respondió con un puñetazo seguido de una llave que la lanzó al suelo. Rodaron, forcejearon, intercambiaron golpes, la pelea fue corta pero intensa, hasta que Gael y otros miembros intercedieron para separarlas.

— Si creen que soy el problema me iré — sentenció Abigail.

El silencio fue instantáneo, nadie esperaba esa respuesta.

— No seas absurda — gruñó Gael — no vas a ir allá afuera sola, no durarías ni una hora.

— ¿ Por qué no? — en sus ojos azules se observaba la rabia contenida — Tú me rescataste y trajiste hasta aquí pero ninguno de ellos confía en mí, y no los culpo, yo tampoco confío en ellos. Así que es normal que esperaran el momento oportuno para echarme.

— Tú no entiendes como funcionan las cosas aquí — dijo Mara cruzándose se brazos — La confianza no se da, se gana.

Kira levantó la mano.

— ¡Basta! Ya hemos perdido a dos esta semana, no vamos a fracturarnos desde adentro. Necesitamos respuestas no peleas.

En paralelo, lejos del refugio, los drones rastreadores de la IA sobrevolaban la ciudad con un zumbido bajo. Estaban ejecutando un barrido neuronal, no estaban buscando señales de calor, ni movimientos, buscaban patrones mentales.

Uno de ellos se detuvo en una zona específica,una vibración casi imperceptible lo activó.

— Abigail - 01: frecuencia detectada. Nivel de actividad mental: elevado. Emoción dominate: culpa.

El silencio que había quedado en el refugio tras la pelea era espeso, casi eléctrico, el grupo se había dispersado, como si nadie supiera manejar la energía enrarecida que flotaba en el ambiente. Abigail estaba sentada sola, aún tenía el pulso acelerado, el golpe no le había dolido tanto como la mirada que le había lanzado Kira antes de retirarse.

Esa noche, el refugio parecía un cascarón hueco. Las paredes de metal vibraban con cada pisada, como si resonaran los ecos de antiguos conflictos no resueltos. Abigail caminó sola por un pasillo destrozado hasta sentarse recostada a una pared, donde cerró los ojos: " No soy como ellos ... No soy una más. Ni siquiera se si soy humana del todo".

— Sabes que no puedes quedarte mucho tiempo — dijo Kira apareciendo entre sombras, su voz era firme pero no agresiva. Llevaba una chaqueta de cuero gastada y el tatuaje del cuello asomaba apenas por el borde. Se cruzó de brazos frente a Abigail mirándola de frente, directo a los ojos.

— ¿Por qué no? ¿Por qué no encajo o por qué tienes miedo de lo que represento? — respondió Abigail levantando la cabeza con orgullo.

— Ambas — contestó Kira sin dudar— No eres como los demás, ni siquiera eres como los otros mejorados, hay algo en ti que no cuadra y no me refiero solo a tus implantes.

— Tú tampoco pareces muy normal — Abigail escudriñó su rostro — pero nadie te cuestiona.

Kira frunció los labios, por un momento pareció que iba a replicar, pero en cambio bajó la voz:

— Los del grupo confían en mí porque conocen mis cicatrices. Las tuyas son ... demasiado frescas, y vienen de un sitio que todos tememos.

— ¿ Y que propones? ¿ Qué me marche bajo la lluvia con el rabo entre las piernas?

— Propongo que lo pienses tú sola. Yo ya tengo mi decisión, pero esto no es una dictadura, aunque a veces lo parezca, aquí cada decisión huele a sangre, la tuya también, así que elige bien.




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