Capítulo 1: El Manuscrito Perdido

El viento nocturno soplaba entre los callejones oscuros de la ciudad, llevando consigo el aroma de libros antiguos y pergaminos olvidados. Dante, un joven historiador con una obsesión por los textos prohibidos, se adentró en la biblioteca oculta bajo la Catedral de San Arcadio. Este lugar era un secreto bien guardado entre académicos, un santuario de conocimientos arcanos que pocas manos habían tocado.

Con una linterna tenue iluminando los estantes polvorientos, Dante recorrió las filas de libros hasta encontrar una sección que parecía haber sido olvidada por el tiempo. La madera crujió bajo sus dedos cuando deslizó un tomo grueso y cubierto de polvo. Su título estaba casi ilegible, pero una palabra destacaba entre las sombras: Sanguis Noctis. La Sangre de la Noche.

Lo abrió con mucha delicadeza ya que temía dañarlo en el proceso, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Sus páginas estaban escritas en un lenguaje que mezclaba latín y símbolos desconocidos, pero con paciencia comenzó a descifrar su contenido. Lo que encontró lo dejó sin aliento. Relatos de seres inmortales, depredadores nocturnos que acechaban en los rincones más oscuros de la historia humana. No eran simples leyendas: el libro narraba crónicas detalladas sobre pactos antiguos, traiciones entre clanes y la existencia de un linaje que controlaba el destino de la humanidad desde las sombras.

Cada línea que leía le hacía dudar si se trataba de un mito o de algo mucho más peligroso. Sus ojos viajaron la última página con un miedo inexplicable: un símbolo estaba marcado con tinta roja, como si la propia sangre hubiera sellado el destino de quien lo leyera. Un nombre destacaba entre las líneas: La Orden de los Hijos de la Noche.

En ese instante, la linterna parpadeó y una brisa gélida recorrió la habitación, apagándola. Dante sintió que no estaba solo. Algo—o alguien—observaba en la oscuridad.