Los hijos de las tinieblas

Capítulo 1

Vecindario privado de Renania en Santiago de Surco, Lima, Perú, después del ataque del Clan Dracul.

Nadie dormía esa noche en Renania. Aunque se venció a los vampiros y se logró mantener a salvo del entendimiento humano la existencia de los sobrenaturales, la tristeza se apoderó de todos los miembros de la Manada Höller y de sus invitados a la boda del Alfa y de la Luna al dar inicio a los funerales de los treinta y cinco guerreros muertos en combate. Desde la toma del mando alfa de Maximiliam, Los Höller habían entrado en un período de paz cuando los clanes vampíricos dejaron de organizar grandes campañas bélicas en contra de los licántropos. Después de ese ataque, ellos debían volver a combatir, pero ya no para defenderse, sino para terminar con la enemistad con los vampiros y la desunión radicada entre los pueblos sobrenaturales. Al Alfa Höller le parecía muy irónico que necesitaran hacer la guerra para lograr la paz, pero sabía que a veces la única forma de terminar con los conflictos bélicos era eliminando al enemigo.

  • Nosotros no llegaremos a tanto, mi amado Alfa. Los hijos de las tinieblas también son hijos de mi Madre, por lo que no vamos en contra de ellos, sino de sus oscuras creencias y alianzas -le dijo Amelia tras haber leído su mente.
  • ¡No hagas eso, mi Luna! Aún no me acostumbro a tu poder divino, y me asusto un poco cuando respondes cuestiones que solo hice en mi mente -protestó Stefan al ser sorprendido otra vez por la nueva habilidad de Amelia.
  • Lo siento, amor, no fue mi intención sobresaltarte –la Luna Höller sonrió tiernamente y acarició el brazo de su amado sobre el cual estaba recargada mientras participaban de la ceremonia de preparación de los cuerpos de los guerreros abatidos para que sean incinerados.

Como Alfa y Luna de la manada, Stefan y Amelia encabezaban los rituales fúnebres, por lo que acompañaron a las treinta y cinco familias hasta la siguiente noche, en que encendieron el fuego mortuorio.

La tradición de las manadas indicaba que, al morir un licántropo, el cuerpo inerte debe ser incinerado con el fuego que un hada guardiana de ese elemento crea especialmente para ese fin. Antes de haber establecido esta tradición, los licántropos enterraban el cuerpo de sus muertos para que nutrieran la tierra que los acogió, pero por el uso de los cadáveres de licántropos en la creación de orcos, y que así los demonios obtengan un cuerpo físico, uno mucho más fuerte que el de animales y humanos, hasta que la descomposición haga imposible su posesión, se cambió la costumbre.

Cuando una manada no contaba con un hada de fuego entre sus miembros, el Alfa solicitaba el apoyo del pueblo de las hadas, pero Los Höller contaban con Emma y Aideen, hadas de fuego, bisabuela de Patrick y madre de Katha, respectivamente. Stefan pensó en pedir que trasladen desde Alemania a una de las hadas para los funerales, pero el Gran Hada le recordó que Katha, al ser hija de un hada de fuego y heredera de esa habilidad, podía cumplir con esa función. Así fue como, en la siguiente noche, Katha adoptó su forma de lobo para liberar el poder heredado de su madre. La hibrida encendió su cuerpo con vivas llamas y lanzó un gruñido de fuego que entregó el elemento necesario para culminar con los funerales.

En el Gran Parque Central de Renania, una enorme pira mortuoria se erigió sobre los cadáveres. Killari, la bruja más poderosa de la Manada Höller, que se teletransportó junto a su compañero predestinado, Helmut Brandt, y su hijo Sayri, tras enterarse del ataque, elevó el hechizo que evitaba que los humanos cercanos al vecindario privado se dieran cuenta de lo que sucedía en el interior de sus muros. Ante las muestras de dolor de los predestinados que perdieron a sus almas gemelas, Amelia los confortaba recordándoles que el lazo que los unió en esta vida no se ha roto con la muerte, por lo que, cuando les llegue la hora de partir de este mundo, continuarán con su amor en el más allá por toda la eternidad. Entre aullidos, los que quedaban en este plano despidieron a aquellos que partieron, rogando que la Madre Luna los acoja y lleve ante el Dios Supremo para que continúen con la vida eterna.

(…)

Stefan vio conveniente compartir con las hadas y los brujos el hallazgo que hicieron cuando perseguían a Lucian y la merma de su ejército, por ello los citó en la sala de juntas de la Mansión Höller al terminar los funerales. Las delegaciones de las hadas y de los brujos, encabezadas por el Gran Hada Eleazar y el Brujo Supremo Declan, se unieron al Alfa, la Luna, el séquito, Killari, Catalin y Thomas para iniciar la reunión. Tras agradecer que aceptaran reunirse con Los Höller, Stefan narró lo que vieron al llegar a aquella pampa desértica en donde Los Dracul alzaron un portal unidimensional.

  • ¡No, no es posible! -decía Declan haciendo puño sobre la mesa de juntas. Al Brujo Supremo le afectó muchísimo enterarse que uno de los hijos de su pueblo estaba ayudando a los vampiros-. Conozco a Sasha de varias décadas atrás, y sé que es leal a su pueblo. Estoy completamente seguro que está siendo coaccionado.
  • Eso lo podemos averiguar ahora mismo -dijo Eleazar dirigiendo una mirada a Naseem, el Hada Mayor del Aire. Ambos dejaron sus lugares para iniciar un cántico que conectaba al representante de las hadas del aire con todos los demás guardines de ese elemento. A poco tiempo de iniciada la conexión, Naseem tuvo respuestas.
  • Mis hermanos confirman que tras dejar la Manada Barone, el brujo Sasha y su familia quedaron varados en Bran, tierra Dracul, siendo retenidos por los vampiros. El brujo está cooperando en todo lo que Los Dracul le piden para proteger a su familia –indicó el Hada Mayor.




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