Antes de la llegada del alba el día anterior, Orión reunió a sus ocho hijos en la constelación de la Osa mayor.
Todos sabían que apenas apareciera la estrella más brillante de la galaxia, ellos cumplirían dieciocho años.
La guerra para gobernar la constelación más grande del universo comenzaba con el crepúsculo y terminaba con el ganador del premio mayor que era El Cinturón de Orión.
—Hijos míos, los he reunido aquí para que hablemos de los últimos detalles antes de la llegada de esta absurda profecía. Hades nunca especificó que teníamos que morir. Por eso he decidido que pierde aquel que caiga del cielo hacia la tierra, y continúa la debacle con mi siguiente hijo. Durante toda la noche me enfrentaré a cada uno de ustedes y ustedes, a mi. Cada uno puede elegir un arma con que pelear, yo lo haré sobre Scorpion. —El padre miraba a los ojos a cada uno de ellos—. Si están todos de acuerdo nos veremos mañana apenas el sol y la luna se enfrenten y el cielo empiece a oscurecer.
Todos sus hijos aceptaron los términos y salieron volando hacia su hogar.
Mañana será otra historia y uno de ellos deberá ser el primero en enfrentar a su padre.