Primera parte: las consecuencias de una broma de mal gusto.
El canto de los pájaros fue el principal culpable de apartarme del dulce abrazo de Morfeo. No estaba particularmente enojada por el sonido, siempre lo había considerado como una manera hermosa de despertarme, mucho mejor que el estridente tono de una alarma que busca matarte de un susto con su melodía.
Claro que, si su canto te despertaba antes de tiempo, ya no era tan agradable escucharlo. Por eso, al sacudirme la bruma que me envolvía, lo primero que hice, fue mirar la piedra del tiempo para saber cuánto faltaba para las seis, hora en la que debía levantarme y arreglarme. Hice una mueca al ver que solo quedaban quince minutos antes de que la piedra se activara y su cruel grito anunciara el fin de mi descanso.
Ese tiempo no era los suficientemente largo como para intentar volver a dormir, por lo que, con un suspiro indefenso me levanté para poder arreglarme con más parsimonia y dedicación que de costumbre.
Ni por un momento se me pasó por la cabeza llegar temprano al trabajo. Desde hace mucho adopté como lema personal trabajar solo lo absolutamente necesario, sobre todo cuando tu labor consiste en suplir alguna necesidad básica para tu raza.
Era demasiado fácil que te hagan trabajar gratis con la excusa de que es “por el bien mayor”. Amo mi profesión, pero lamentablemente son muchas las instituciones que se aprovechan de esa pasión para explotarte.
Así que después de una serie de desafortunadas experiencias, decidí por el bien de mi salud mental, trabajar para vivir y no al revés. La vida es muy corta como para sacrificar el poco tiempo libre que te queda para enriquecer a otro. Por eso la importancia de separar la vida profesional de la personal y mantener un equilibrio saludable.
Por lo que aproveché ese tiempo extra, para cuidarme y consentirme un poco más de lo habitual. Al fin y al cabo, si no podía ser un trabajador ejemplar, al menos debería tener la apariencia de uno.
En esta ocasión, me concentré, sobre todo, en mi pelo extremadamente liso, el cual, siempre me había dado dificultades para mantenerlo recogido en un peinado durante más de una hora.
Esta vez tenía grandes esperanza para domarlo por fin, gracias a que mi mejor amiga Liyah me había regalado una poción de creación personal y personalizada que me prometía ser la solución a todos mis problemas capilares. Así que, teniendo confianza en sus capacidades, decidí ser ambiciosa y hacerme unas ondas con trenzas.
Satisfecha con el resultado final, eché un vistazo al reloj para verificar la hora. Al ver que ya era hora de salir, comprobé una vez más en el espejo si había algún problema con mi apariencia. Al ver mis ojos verdes resaltar aún más, debido a mi nuevo peinado, no pude evitar sentir una gran satisfacción y alegría.
Era una lástima que hace dos día, mi amiga haya decidido entrar en reclusión para avanzar al rango magíster, le encantará saber que su poción funciona tan bien.
Con la mente llena de ideas sobre las sorpresas que le daría al salir, abandoné mi casa con buen humor y un optimismo impropio de mí. En ese momento estaba convencida de que hoy sería un gran día y nada de lo que podría suceder me haría pensar lo contrario.
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Editado: 10.09.2025