Hablar con mi hermano mayor durante horas fue una buena manera de pasar la tarde, durante nuestra agradable conversación, la nostalgia comenzó a inundarme y me encontré extrañando cada vez más las reuniones familiares que teníamos después de la cena, en la que todos hablaban sobre su rutina del día.
Sin embargo, cuando llegué a pensar en lo mucho que había avanzado en la estabilización de mi estado mental, sentía que valía la pena todas las dificultades que había pasado.
Además, no era como si me fuera realmente a algún lugar lejano; siempre podía visitarlos, si comenzaba a extrañarlos demasiado.
Con esos pensamientos, mis sentimientos de nostalgia comenzaron a remitir un poco. Al ver cómo la calma se asentaba en mi interior, se me ocurrió sacar algo dulce y compartirlo con mi hermano para celebrar nuestra reunión.
Mientras le entregaba unas magdalenas que recientemente había horneado para que las robara, mi hermano, que me estaba contando una anécdota divertida de su lugar de trabajo, cambió repentinamente de tema.
—Aeliana, ¿no has tenido ningún problema, verdad? —preguntó Allerick, con una expresión de preocupación en el rostro.
—Para nada, hermano. Este mes ha sido muy tranquilo —respondí, satisfecha de poder tener bajo control a esos dragones adolescentes. Al menos durante este mes.
—Me alegro de que sea así —felicitó mi hermano, al ver que, al menos, estos meses habían transcurrido con tranquilidad. Luego, añadió con aparente casualidad—: No veo la hora en que decidas cambiar de opinión y volver a casa, hermanita; solo así podré descansar tranquilo.
—¿Quién sabe, Alle? Quizás, antes de que cambie de opinión, consiga un hombre con quien casarme y ya no pueda volver a casa —respondí en tono de broma a su comentario, solo para molestarlo.
Él me lanzó una mirada de advertencia y, como era de esperar, continuó con su habitual discurso de que, incluso si encontraba a alguien con quien casarme. Ni él ni nuestra familia permitirían que ese matrimonio se llevara a cabo, no sin antes de poner a prueba al pobre desafortunado que decida querer estar conmigo, durante al menos tres años, para comprobar si era digno de estar a mi lado.
Así que siguió repitiendo, una y otra vez y en diferentes formas, de que no me hiciera ilusiones sobre librarme de mi soltería tan fácilmente, consiguiendo a cualquier dragón “bastardo” como mi compañero.
Yo solo lo escuchaba, aguantando la risa para no avivar más las llamas en las que yo misma me había metido, mientras trataba de pensar en una manera ingeniosa de desviarlo del tema, evitando que continuara con su “razonable discurso” durante toda la tarde.
Lastimosamente, todas mis estrategias fueron inútiles y no se calló hasta que dijo todo lo que tenía que decir sobre el tema.
Una vez que terminó su discurso y empezó a hablar sobre el nuevo proyecto en el que tanto había estado trabajando, no pude evitar soltar un suspiro mental de alivio, pues al menos esta vez su sermón no duró hasta la noche.
Culpándome a mí misma por olvidar una vez más que aquí presentar a tu novio a tu familia era cien veces peor, al punto en que literalmente se debían jugar la vida, los pobres chicos, para quitarse el estatus de soltería.
Quizás, preocupado por mi repentino interés en una relación, Mi hermano se quedó mucho más tiempo del habitual y solo se dispuso a irse cuando se dio cuenta que las dos proyecciones lunares, estaban presentes en el cielo.
Como era costumbre, lo acompañé hasta la puerta para despedirme. Sin embargo, antes de irse, se quedó dudando en el umbral, algo que era muy inusual en él.
Temiendo que todavía estuviera inquieto por mi broma de mal gusto, indagué con cautela:
—¿Qué pasa, hermano? ¿Tienes algo que decirme? —pregunté, rompiendo el incómodo silencio que había creado su indecisión.
—Hermana. ¿Tienes mucha curiosidad por lo que hay fuera de la barrera? — preguntó con una mirada seria, casi sombría.
Su pregunta me sorprendió, no entendía por qué sacaba ese tema a colación, sobre todo cuando él conocía muy bien carácter.
Admito que era un poco curiosa sobre la situación fuera de la barrera. Después de todo, este era un mundo donde existía la magia y estaba habitado por legendarias razas fantásticas como los elfos, los enanos, las sirenas y demás.
Como una amante del género fantástico, vivir aquí era como un sueño hecho realidad, si excluimos la parte en la que pase por una muerte prematura, dejando atrás a mi familia demasiado pronto y mi actual apariencia dracónica.
Aun así, a pesar de mi entusiasmo e intensa curiosidad por el exterior, era muy consciente de lo peligroso que era para un dragón solitario aventurarse fuera de la barrera en cualquiera de los tres continentes.
Después de todo, para las demás razas, solo somos una pila de tesoro que había que derrotar para obtenerlo.
No por nada, cuando los dragones estaban activos en el mundo, el título de “asesino de dragones” era uno de los más respetables que podías obtener y que, con solo poseerlo, era garantía para convertirse en un noble con muchas riquezas.
¿Quién podría resistirse a semejante tentación?