Todos los presentes se enfocaron en el joven que había roto el tenso silencio, él no le importó la atención recibida por parte de sus compañeros y en cambio se abrió paso entre la multitud, parándose frente a nosotras, claramente agitado.
—¡Sé dónde están y lo qué están haciendo! —Exclamó antes de que yo pudiera preguntar sobre cualquier información.
Mirándolo con seriedad, le dije con seriedad:
—Está bien, Theon. Dime todo lo que sabes.
De esta forma, en menos de cinco minutos obtuve por parte de Theon el panorama general de lo que habían planeado estos chicos. A medida que avanzaba en su relato, sentía cómo mi presión arterial subía con cada detalle que revelaba, hasta el punto de detener a Theon por un momento y respirar hondo para calmarme.
Me negaba rotundamente a correr el riesgo de un infarto a causa del enojo que me provocaban estos estúpidos adolescentes, si es que algo así era siquiera posible para un dragón.
Después de que terminó de contar “todo lo que sabía”, sostuve su mirada durante un par de segundos con el fin transmitirle con ella, mi intención de ajustar cuentas con él una vez que todo se haya calmado, que no crea que por delatarlos podría salirse con la suya.
Theon, pareció no notar mi advertencia ya que evitó mi mirada todo el tiempo. Consciente de que el tiempo era esencial para encontrarlos sanos y salvo, no comenté nada más y solo le indiqué que se reuniera con sus compañeros.
Él, con una expresión de alivio, se unió con el resto, los cuales, tenía una mirada que no auguraba nada positivo. Por lo general, siempre tenía cuidado de no delatar a mis informantes porque el estigma de ser un delator, era una marca muy grave para estos adolescentes, pero tal consideración y sutilezas no eran algo que me interesara aplicar en esta situación
En este momento, lo único que quería hacer, era salir volando hacia la ubicación que me había entregado Theon, para encontrarlos y darles una lección que jamás olvidarían. Claro está eso sucedería, después de comprobar que aún tenían todas las extremidades intactas.
Pero sabía que debía actuar con calma e inteligencia, por lo que le indiqué a Mirella que contactara a mi padre para informarle de la situación actual, obviamente sin la exageración que había usado para engañar a mis estudiantes, ya que quería alertarlo y mantenerlo listo para intervenir, si las cosas empeoran.
Pues no podía negar que toda esta situación resultaba muy sospechosa, porque solo la poción Nulex era la única capaz de deshacer el efecto de otra. El problema era que esta era muy difícil de hacer para los pocionistas, lo que la hacía que sus existencias sean excusas y reguladas, sobre todo, aquellas de alto rango.
Era imposible que unos jovencitos tuvieran en su poder un Nulex común, y mucho menos, uno lo bastante potente como para deshacer el efecto de una poción de rango magíster.
Lo más probable era que esta “broma” hubiese sido instigada por alguien muy poderoso y, sin importar cuáles fueran sus intenciones, no auguraba nada bueno.
Cualquier cosa relacionada con nuestras fronteras era un asunto grave, y necesitábamos estar prevenidos, en caso de que la situación se intensifique.
Con ese pensamiento rondando mi mente, decidí no demorarme más y actuar de inmediato, mientras veía partir a Mirella, llevé al resto de los estudiantes hacia la escuela para ponerlos a salvo y avisarle al director sobre la emergencia ocurrida, para así poder desplegar de inmediato al vigilante, cuya autoridad como guardián de la frontera, sería de gran ayuda para encontrarlos y rescatarlos si era necesario.
Sin embargo, la extraña reacción del director ante mi noticia me dejó un tanto helada:
—Profesora Vritragon, entiendo la urgencia de la situación, pero todos están ocupados dando clases y no podemos prescindir de ninguno, ya que eso significaría dejar desatendidos a los niños —respondió, secándose el sudor de la frente con un pañuelo.
—¿Entonces quiere que el vigilante los busque él solo? ¿Eso es lo que está tratando de decir, director Relish? Creo que es una idea muy peligrosa, el dejarlo encargase de todo él solo. Le recuerdo que todA esta situación es muy extraña ¿Cómo pudieron esos jovencitos obtener una poción tan poderosa? ¿Y si los cómplices que se lo entregaron están cerca con una emboscada? —pregunté con brusquedad, sin el humor suficiente como para fingir cortesía con un superior.
La situación era demasiado grave, y él parecía más interesado en resolverlo internamente que en buscar ayuda, lo cual me hacía dudar de su buen juicio.
El director, al percatarse de mi evidente enojo, tragó saliva, intimidado por mi inusual estado de ánimo, y añadió con vacilación:
—Bueno, puede que en realidad no existan esos supuestos cómplices y todo sea una desafortunada coincidencia. Además, el vigilante es lo suficientemente capaz de manejar toda la situación y… —hizo una pausa al notar que su sugerencia solo lograba que mi expresión se ensombreciera aún más por lo que se comprometió, para intentar apaciguarme—. Lo único que puedo hacer es unir dos clases y liberar a un profesor para que la acompañe a usted y al vigilante, señorita Vritragon. Ese es mi límite, señorita Vritragon.
—Bien, estoy segura de que la profesora Damothre sería una buena opción para iniciar la búsqueda. Voy a buscarla y pedirle que deje a sus niños con usted —le informé sin siquiera pedí su opinión, me alejé de inmediato de él, con el fin de buscar a mi dos acompañantes, para poder salir cuanto antes. Ya había perdido demasiado tiempo explicándole la situación a un director, en quien confiaba cada vez menos.