Me costó toda la fuerza de voluntad que tenía el no echarme a llorar allí mismo como una magdalena, ya que no quería hacer un espectáculo frente a mis dos compañeros y causarle a Nuros un ataque de pánico por mi repentino arrebato, empeorando más la situación.
Por fortuna, tantos años de práctica en reprimir mis emociones frente a mis estudiantes, me ayudaron esta vez a contener el llanto que amenazaba con salir de mí y así poder procesar toda la información de las cartas con relativa racionalidad.
Eran cuatro cartas en total, una de mi hermano mayor, una de mi madre y las otras dos eran de mi padre y mi abuelo. Por precaución, tomé la decisión de no leer las cartas de mi madre y hermano hasta encontrar un espacio más privado.
Porque lo más probable era que esas cartas poseyera un contenido más personal que tocaría las fibras más sensibles de mi corazón, lo que llevaría a derramar un mar de lágrimas de forma incontrolable.
En cambio, me centré en las cartas que escribieron mi abuelo y mi padre ya que ellos tienden a ser más informativos y prácticos, por lo que, con seguridad, encontraría las respuestas a las preguntas que tanto me agobiaban, sin tener un colapso mental en el proceso.
Sin embargo, contrario a mis expectativas, sus cartas no comenzaban con un reproche, una palabra de preocupación, seguido de un informe sobre los acontecimientos ocurridos después de mi partida y los detalles de la investigación que llevaban a cabo para descubrir la causa y efecto de este incidente.
Pero en ellas, había tantas palabras de amor, preocupación y calma que, si no fuera por reconocer sus letras y estilos de escritura, comenzaría a dudar de si estas cartas estaban escritos por ellos.
De allí mi repentino arrebato, al leerlas, no estaba preparada para tanta dulzura entre sus letras, que casi perdí el control de mis emociones en un momento tan delicado como este.
Para fortuna de mi estabilidad emocional, después de esas cálidas y conmovedoras palabras, cumpliendo con mis expectativas de ellos, estaba escrito el informe que tanto esperaba.
Gracias eso, pude concentrarme y reconstruir de manera general lo que pasó y las acciones que tomaron el consejo de ancianos para solucionar esta difícil situación.
Lo pude concluir de la lectura era que la situación adentro de la barrera era un caos absoluto. Los ancianos no pudieron tapar lo sucedido porque había muchos testigos y mi padre, que llegó antes que nadie, “para inspeccionar algunas irregularidades”, se enteró de todo lo sucedido y no permitió que el consejo tirara bajo la alfombra este incidente y en poco tiempo todos los dragones se habían enterado de lo sucedido.
Como consecuencia de nuestra desaparición, Luxedum se vio envuelta en un aura de inquietud y temor, ya que era la primera vez en cien mil años, que algo así de grave sucedía en la barrera supuestamente infalible.
Sin contar que este incidente tenía muchos puntos sospechosos e innumerables preguntas sin resolver.
Así que no fue una sorpresa para nadie, que la investigación que surgió para averiguar la verdad de todo lo sucedido fuera tan eficiente y despiadada. Solo así, en solo dos horas, lograron saber los por menores de todo este incidente.
El resultado arrojado dejó a más de uno sin palabras.
Muchos eran tan imaginativos como yo, pensaban y esperaban que todo esto fuera la consecuencia de una conspiración: un plan retorcido de alguna organización secreta extremista que tenían algún oscuro propósito porque no estaban satisfechos con la situación actual Luxedum.
No obstante, la verdad fue mucho más absurda que todas esas teorías conspirativas, ya que nuestra situación actual era el resultado de una serie de coincidencias desafortunadas altamente improbables.
Ellos descubrieron que el origen de la poción era tal como lo había dicho Nuros, esta fue robada del laboratorio de la hermana de Othus por pura suerte.
En cuanto a por qué los artefactos de detección y ataque instalados en la frontera no funcionaron, todo el asunto se debió a que el director de la escuela, en complicidad con el vigilante, desviaba los fondos destinados al mantenimiento de estos hacia sus propias arcas privadas. Lo que ocasionó fallas en el funcionamiento de los dispositivos.
Con respecto a este crimen, mi abuelo me aseguró en su carta, que se encargaría de que ambos pagaran con todo el peso de la ley, por sus aberrantes acciones.
Al leer todos los entresijos que tuvieron que pasar para llevarme a esta desafortunada situación, no sentí la ira que se debía esperar al enterarme de lo sucedido.
Una parte de la razón se debía a que sabía con seguridad, que mi abuelo le daría a los culpables de todo esto, una lección que no olvidaría en toda su vida, si es que salían vivos del lugar en el que ahora estaban encerrados.
En cambio, solo sentí un impulso irracional de reír al enterarme de todo los pormenores.
Todo me parecía tan irreal que por un instante me pregunté si todo lo sucedido no era más que un sueño.
Pues aquí estaba yo, estresándome al imaginarme todo un drama digno de una novela, y resulta que todo esto ocurrió porque unos estúpidos adolescentes decidieron hacerme una broma en venganza de un castigo, y para complementar mi mala suerte, también había dos tipos, aún más idiotas, en el poder los cuales consideraron que era una excelente idea malversar los fondos de un sector tan indispensable para la seguridad de los dragones.